11 nov 2010

Las tormentas de nuestros nietos

La Voz del Interior (11/11/2010)
Las tormentas de nuestros nietos

Por Romina Picolotti

El dueño del bosque nativo debería recibir apoyo económico para desequilibrar la ecuación actual, que favorece la deforestación.
¿Qué tormentas de tierra les dejaremos a nuestros nietos? La sabiduría popular las sintetizó en “siembra vientos y cosecharás tempestades”. En Córdoba, podríamos decir “tala de manera indiscriminada tu bosque nativo y cosecharás tormentas de tierra y sequía”.
Algunas provincias tienen una tasa de deforestación anual 14 veces mayor a la tasa de deforestación global. Córdoba se encuentra entre las que encabeza esa lamentable lista.
¿Qué hacer? En primer lugar, exigir una política real de protección de nuestro bosque nativo, desvirtuada por la vergonzosa aprobación por la Unicameral de la ley provincial de bosques, que promueve más tala.
En segundo lugar, conjugar fondos existentes para tornar atractiva económicamente la preservación del bosque nativo. Si uno pretende ser serio y exitoso en la protección del bosque nativo, tanto a nivel local como global, debe comprender que es preciso ocuparse de la desvalorización económica de éste. Es decir, es menester invertir la ecuación que promueve la deforestación o, al menos, tornar la protección del bosque en una actividad económicamente rentable.
Fondos nacionales. En la ley nacional de bosques (2007), introdujimos un artículo específico que crea un Fondo Nacional de Bosques Nativos. Este fondo está destinado a pagar a los que decidan o se vean obligados a no deforestar. El 70 por ciento deberá destinarse a compensar a los titulares de las tierras y 30 por ciento a la autoridad de aplicación de cada jurisdicción, que lo dirigirá a:

1. Desarrollar y mantener una red de monitoreo y sistemas de información de sus bosques nativos.
2. La implementación de programas de asistencia técnica y financiera, para propender a la sustentabilidad de actividades no sostenibles desarrolladas por pequeños productores y/o comunidades indígenas y/o campesinas.

Es preciso exigir la operatividad de este fondo, que hoy duerme el sueño eterno en la Secretaría de Ambiente de la Nación.
Fondos internacionales. En cuanto a los fondos disponibles a nivel global, éstos están vinculados con la lucha contra el cambio climático. Los bosques son cruciales para reducir las emisiones “efecto invernadero” que producen el calentamiento global. Nuestro país está ubicado tercero en América latina, después de Brasil y México, en emisiones absolutas de gases “efecto invernadero”.
El sector agrícola es, después del energético, el más importante en emisiones. En 2000, fue responsable de casi 23,5 por ciento de las emisiones, fundamentalmente en forma de óxido nitroso (N2O). Una gran parte de esas emisiones está vinculada al cultivo de soja. En 2000, casi 25 por ciento de las emisiones del sector agrícola estaba vinculado a la soja.
Entre 1998 y 2006, se deforestaron en el parque chaqueño casi dos millones de hectáreas. Casi en su totalidad fueron sembradas con soja.
Para acceder a los fondos internacionales, el Estado debe desarrollar un sistema de monitoreo simple, que permita verificar la reducción de gases “efecto invernadero”. Así, el titular del bosque nativo debería recibir dinero para su protección, tanto del fondo nacional como de los fondos globales. El resultado debería desequilibrar la ecuación económica actual, que promueve la deforestación, a favor de una ecuación que aliente la conservación. Para ello, los estados federal y provinciales deben cumplir con sus obligaciones legales.
Así, es posible evitarles tempestades y tristezas a nuestros nietos.

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