15 feb 2009

Capital: La ciudad y los perros

La Voz del Interior (15/02/2008)
La ciudad y los perros

Encontrarle un destino a un animal abandonado en la vía pública es casi imposible. Hace un año que la Municipalidad no lo hace –al menos eso contestan por teléfono–, y las protectoras ya no tienen convenio ni presupuesto para hacerse cargo del tema.
ra una perrita negra, pequeña, con su pata delantera derecha enyesada. Alguien prefirió limpiar su conciencia en el garaje de mi casa y la dejó en una caja de pañales, flotando en orines.
El debate familiar que siguió al hallazgo tuvo una conclusión dividida: mitad de la familia –madre y padre– negándose a adoptar al animalito y la otra mitad –hijo e hija– clamando por ello. Primó la autoridad de los adultos. Y el peso de sus conciencias no llegó a ser mayor que el de la justificación por la existencia de una conciencia sucia anterior. Todo esto para decir que la perra se tenía que ir.
Al otro día, muy temprano, comenzó la serie de llamados a la Municipalidad de Córdoba. Del conmutador a la "perrera" hubo varios traspasos, todos con la misma suerte: el teléfono sonando en el vacío, sin respuesta, varias veces. Tras dos horas de insistencia, alguien atendió:

–¿Qué desea?
Expliqué la situación y pregunté cómo había que hacer para entregar la perrita.
–No, mire... nosotros no hacemos más eso.
–¿Cómo?
–No, hace un año…
–¿Pero no buscan al animal?
–No, no hacemos más eso.
–¿Y si se los llevo?
–No tenemos adónde llevarlo.
–¿Y qué hago?

La primera opción descripta por el empleado municipal (miércoles 4 de febrero, por la mañana) fue llamar a alguna protectora de animales. Aunque no especificó a cuál, aportó un par de teléfonos.
La segunda fue que, entre dos o tres vecinos, alimentáramos al animal para convertirlo en un "perro comunitario". La tercera explicación, descartadas las dos anteriores, fue que ahora la Provincia era la encargada de este menester. Y ofreció un número de teléfono. Como es obvio, desde la Provincia insultaron ampliamente a quien había dicho eso.
Tras largas charlas con amigos para convencerlos de hacer un bien al mundo animal, y luego de un fracaso tras otro, la última opción fue la Protectora de Animales (Sarmiento), una vez más.
Allí, la sorpresa fue mayúscula: "No recibimos perros. No nos corresponde; no tenemos lugar ni presupuesto. No hay convenio con la Municipalidad", dijo Miriam Guillermo, una de las colaboradoras.
Me enteré de que sólo en la Protectora Sarmiento atienden por teléfono entre 60 y 100 casos similares por día. Y que no hay nada que hacer, salvo esperar que se sigan reproduciendo los 35 mil perros vagabundos que, se calcula, tomaron a Córdoba por asalto. Con participación agravada de sus ex dueños.
Obligaciones. La ordenanza 11.006, capítulo 5, señala en los artículos 16 y 17 que la Municipalidad de Córdoba está a cargo de los animales abandonados en la vía pública, sea por su cuenta o a través de convenios con asociaciones afines. También que los animales domésticos sueltos serán recogidos por personal municipal o instituciones afines y conducidos al predio dispuesto para ello.
Lo curioso es que la Municipalidad no sólo no hace su trabajo, sino que tampoco tiene convenios con nadie, a pesar de que traspasa su responsabilidad a otros cuando la gente llama.
"Estamos para intervenir donde hay animales sufriendo. No para juntar perros. Ésta es una asociación civil de beneficencia sin fines de lucro. Está compuesta por una comisión directiva y socios que aportan una cuota voluntaria y mantienen la institución", dice Miriam sobre la Protectora Sarmiento, que tiene el único refugio de animales de la ciudad (además del de Bouwer) que alguna vez sí trabajó para la Municipalidad de Córdoba. Llegó a tener 750 perros y hoy cuenta con 500.
"La gente nos insulta porque no le solucionamos el problema, pero no podemos. No tenemos ninguna ayuda. Antes, la Municipalidad buscaba los perros y los dejaba en el refugio de la Protectora. Y nos reintegraban un monto prefijado de facturas ya pagadas. Todo se hizo durante muchos años. Pero esta gestión lo cortó, hace un año", agrega Miriam. Cuenta que a veces, en el refugio, tienen que llamar a la Policía para evitar que la gente deje a sus perros por la fuerza.
La asociación tiene tan poco presupuesto, aseguran, que ahora son los socios quienes se llevan animales a sus casas para darles de comer hasta que encuentren un hogar para colocarlos.
Pronto. A la experiencia de haber tratado de colocar a un perro, más lo que afirman en la Protectora Sarmiento, se contraponen las palabras de la directora de Higiene Urbana del municipio, Viviana Salazar. Aunque aceptó que "se cayó" el convenio con la Protectora, dijo que "la Municipalidad recoge los animales", contra lo que suelen contestar los empleados de su repartición.

–Pero nosotros lo intentamos hace una semana y nos dijeron lo contrario.
–Hay un móvil, pero le están haciendo arreglos desde la semana pasada.
–Pero nos dijeron que hace un año que la Municipalidad ya no recoge animales.
–La "perrera" tiene un vehículo azul con una jaula. La idea es hacerle a la camioneta un estilo de caja para que pierda la imagen de jaula. Estamos trabajando sobre eso.
–¿Entonces la gente puede llamar para que vayan a recoger perros callejeros?
–Sí, al (0351) 428-5600, interno 7606. Además, damos perros en adopción. En enero dimos 13.
–Pero en el refugio de la Protectora Sarmiento hay 500. Sólo ellos tienen entre 60 y 100 llamados diarios, entregan entre 10 y 30 perros por mes y se calcula que hay 35 mil animales sueltos en la calle…
–Hay un predio en Bouwer de 2.500 metros, con bebederos y cucha.
–Pero cuando llamamos a la Municipalidad ofrecimos llevar nosotros el perro y nos dijeron que no tenían un lugar. ¿Cuántos animales tienen allí?
–Hay 16 perros.
–¿Cuándo cree que comenzará a funcionar el vehículo de la perrera municipal que están arreglando?
–Quizá en una semana.

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Un hábitat indómito

Por algunos barrios de Córdoba resulta difícil caminar sin saber si los perros callejeros serán indiferentes o atacarán creyendo que somos alimento. Haga el intento de llamar a la Municipalidad para buscar una solución. Y tenga los remedios para el corazón al lado, por las dudas.
¿En qué se transformarían esos ladridos frenéticos que arremeten contra la rueda, si la bicicleta se frenara o el conductor cayera, presa del nerviosismo?
Ya no basta la ebullición de adrenalina que produce el susto de pasar por un balcón y ser acometido por los aullidos repentinos de un mastín.
O el pánico de ver un perro a la distancia, caminando hacia donde uno camina, sin saber si podremos fingir indiferencia y si eso será suficiente para evitar un mordiscón a la altura de la pantorrilla.
Ni hablar de algunas calles de la ciudad, donde jaurías de tres o más animales se adueñan del territorio y toman posesión de cualquier vestigio de residuos.
A veces no les alcanzan ni las calles: en la Protectora Sarmiento dicen haber recibido llamados de un geriátrico municipal que no sabía cómo deshacerse de un perro que se autoproclamó inquilino, o de empleados de un hospital provincial de la ciudad de Córdoba que no podían trasladar por los pasillos los carritos de comida para pacientes, porque eran perseguidos por canes listos para saltar a los platos ante el menor descuido.
El problema se repite en pueblos y ciudades de toda la provincia. Y no se trata sólo del pavor o la fobia que sentimos los que carecemos de valor para enfrentar a un perro enfurecido, sino de un fenómeno que las campañas de esterilización no han solucionado.
Entre aquellas gestiones que sólo levantaban animales de la calle para sacrificarlos y las que optaron por una alternativa “garantista” pero extrema, nadie encuentra cómo aplacar la sobrepoblación de perros que provoca suciedad, peligro para grandes y chicos, proliferación de pulgas y otras enfermedades.
En la capital cordobesa se calcula que son entre 30 mil y 35 mil los perros de la calle. Y, por lo general, la gente trata a los perros con la misma actitud que adopta para mantener limpias las calles, para cuidar el agua o para manejar con prudencia.
Una curiosidad: la semana que pasó, en la Legislatura se presentó un proyecto para crear en Córdoba un registro de perros para ciegos. Fue unos días después de que La Voz del Interior divulgara la llegada del primer perro de ese tipo, entrenado en Estados Unidos. El primero en 15 años en Córdoba. Por ahora, el único.
El proyecto habla de un registro para un perro (o a lo sumo un puñado de otros entrenados en el ámbito local), en una ciudad de 30 mil canes sin rumbo.
Si prospera el proyecto, Córdoba quizá tenga un registro de perros lazarillos, pero seguirá sin poseer un registro único de historias clínicas o de alumnos en el sistema escolar, por ejemplo.
Éstos ya serían lujos asiáticos en una tierra tan latinoamericana, tan folklóricamente rebosante de animales que pasean a sus anchas en este inmenso e indómito hábitat.

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