8 nov 2010

En el Día del Urbanismo

La Voz del Interior (08/11/2010)
En el Día del Urbanismo

Por Arnaldo Pérez Wat

El urbanismo es hoy una disciplina que recoge el aporte de varias ciencias. Por lo tanto, ante un problema, todos somos un poco expertos.
El urbanismo como ciencia viene de la antigüedad, pero lo que entendemos hoy por tal es una disciplina mitad dura y mitad blanda, porque tiene por objeto adaptar la ciudad en orden a las necesidades materiales y espirituales del ser humano. En consecuencia, recibe aportaciones de la arquitectura, ingeniería, geografía, sociología, historia, economía, medicina, etcétera.
Ante semejante mezcolanza, cuando existe un problema urbanístico, todos somos expertos y, al opinar, metemos la pata, la mayoría de las veces sin enterarnos.
Vaya un ejemplo: en lo tocante a la construcción de un tren subterráneo local, se ha escuchado la opinión de que, en 1913, Buenos Aires construyó su primera línea –de Plaza de Mayo a Plaza Once– cuando tenía la misma cantidad de habitantes que la Córdoba actual, de manera que ya es tiempo de que se lo haga aquí. El dato es correcto en lo histórico y cuantitativo; desde lo urbanístico, el razonamiento es incorrecto. ¡Pero la conclusión a la que arriba resulta correcta! No se trata del burro flautista, sino que, al mezclar conceptuaciones de diversas disciplinas, hasta al mejor cazador se le escapa el quirquincho.
Lo que se dejó de lado. En la opinión precedente, no se ha tenido en cuenta que Córdoba, en el terreno potencial para la construcción del subterráneo, es un círculo; Buenos Aires, como Rosario, al tener un río al lado, son semicírculos; y, en estos casos, el tren siempre parte desde el centro hacia la periferia. Córdoba, al ser un círculo, necesita más líneas. Luego, al efecto subte, Rosario tiene el doble de habitantes que Córdoba. Elemental, Watson: no es igual un insecto con sus seis patas, que una mitad del mismo cortado longitudinalmente con un cuchillo, que tendrá sólo tres. Por esa razón, durante casi medio siglo, en toda América, hubo sólo tres ciudades con subterráneos: Nueva York, Chicago y Buenos Aires (ciudades con puerto). ¿Por qué Rosario todavía no lo tiene? Es cuestión de la economía política, materia que es inherente al urbanismo. Pero también se relaciona con la salud de la población, y aquí es prioritaria Córdoba.
No se ha reparado tampoco en que, en aquella Capital Federal, desde 1913 a 1960, no había shoppings , ni Orfeos en los aledaños, sino que esos monstruos estaban en el centro: Harrods, Gath & Chaves, Galerías Pacífico. Casi todo había que diligenciarlo en el núcleo de la urbe. Si en Casa Muñoz de Tucumán o de Rosario se daba al ordenanza la correspondencia para llevar al correo, más de la mitad de los destinos decía Buenos Aires. Y al centro de esa capital debía ir hasta una maestra nacional de Chañar Ladeado o Calingasta que hubiese tenido un lío con su superiora y desease aclararlo en el ministerio.
Una opinión vertida en este diario por una lectora, sobre un tren urbano elevado, hubiese parecido potable a los expertos, porque costaría mucho menos; y el terreno está preparado en parte, debido a que aún yacen los rieles de las líneas obsoletas que ofrecen el espacio físico; por ejemplo, para citar sólo uno, desde Argüello hasta la Estación Terminal y mucho más allá. Además, con pilotes y parquización podrían aprovecharse La Cañada y el Suquía. No es tan estético, pero en Chicago y Nueva York, los trenes elevados van por encima de calles y avenidas.
Los expertos sostienen que cuando la ciudad pasa del millón de habitantes ya debe tener subte. Además, en el caso de Córdoba, opinan que es uno de los mejores suelos del país para un tren subterráneo. Así que vamos a tener que continuar con este asunto que en este relato queda trunco.

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