26 ene 2018

San Francisco: de promesa de recicado a basural



La Voz de San Justo (26/01/2018)
Vivir 30 años con la basura como vecina

Carlos Marchisio es testigo de una realidad que le preocupa: aquellos que viven de lo que otros tiran y un relleno sanitario que dejó de cumplir su función y se transformó en un basural a cielo abierto que espera por la promesa de la planta recicladora
Carlos Marchisio, también conocido como "el hombre de los pájaros", es testigo de una realidad que golpea más fuerte en tiempos de crisis.
Desde hace 30 años, Carlos y su familia viven a pocos metros del exrelleno sanitario, un basural a cielo abierto, a donde, unas 25 personas por día con curren en busca de cartón, papel comida, elementos que luego puedan vender, y hasta comida.
Este hombre, devoto del cuidado de la naturaleza, asegura que el volumen de los desperdicios fue creciendo con el tiempo.
"La situación actual del ex relleno sanitario es bastante complicada, vivir acá también, porque hay humo permanentemente, después el viento ayuda o no si viene para casa o para otros sectores. Yo estoy acá desde antes que hicieran el relleno sanitario, allá por 1986 trabajaba en la empresa que construyó la planta depuradora. En 1993, en abril, la planta funcionó con la dirección de la municipalidad. Ya llevo 32 años de estar acá", cuenta Marchisio a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Durante los años '80 el entonces gobierno municipal lanzó un plan de separación de residuos en San Francisco aunque fracasó. Posteriormente, en otra administración se puso en funcionamiento el (ahora ex) relleno sanitario. Transcurrieron tres décadas de aquellas ideas de nulo o poco éxito.
A finales de los años '90, se abandonó el trabajo y desde entonces, las sucesivos intendencias no pudieron hallar una solución definitiva al tratamiento de los residuos. No obstante, el predio espera por el cumplimiento de un ambicioso proyecto: construir allí una planta recicladora, de la que luego devendría una cooperativa formada por los 30 cartoneros y cirujas que actualmente integran un registro municipal creado en diciembre de 2016, que los habilita diariamente a ingresar al predio ubicado a 12 kilómetros de San Francisco.
"Acá se desbordó todo, la ciudad crece y no hay un plan de información para que la gente tome conciencia sobre la generación de basura y pueda adoptar un método de generar menos residuos. Tampoco está preparado el relleno para reciclar", se lamenta Marchisio.

El predio
El basural ocupa un predio de más de 30 hectáreas, algo alejado de la ciudad donde casi nadie lo llega a ver; pero Carlos sí, por eso describe: "Se tira todo tipo de basura sin separar, hasta se mezclan con los restos de agroquímicos. El nivel de contaminación es alto, se hacen quemas, humea el relleno".
Marchisio pone su granito de arena a la causa. Desde 2008 se dedicó a reciclar papeles, cartón y nylon, llegó a juntar unos 11.000 kilogramos para vender sólo de cartón, aunque "se pague poco por lo obtenido".
En el sector también revolotean las aves, "ellas descomprimen la contaminación del lugar", afirma Marchisio, quien creó el Museo de Ciencias Naturales "Darío Yzurieta", primero en su tipo en la región, pero que por falta de recursos, no pudo continuar.
"Hay totoras y juncos que cubren la vieja laguna de tratamiento, a la que se le arroja basura y se tapó parcialmente", grafica.
En esas montañas de basura hay gente. Escarban. Buscan hallar elementos para vender. Alguna cosa que para otro no sirve más, a ellos les sirve para 'rebuscárselas'. Carlos comenta: "Es triste decirlo y reconocerlo, pero el lugar tiene un abandono total, es sólo amontonar y quemar residuos. Hay gente que viene a reciclar y más en los últimos 3 años aproximadamente. Hay gente que viene a buscar comida que tiran desde los supermercados o que hay en las bolsas. Los ratones han crecido poblacionalmente mucho a lo largo de los años".
 "A veces se ven hasta 20 o 25 motos en el relleno, también hay unos siete vehículos que se llevan la chatarra, cartón, papel. Tienen una mejor manera de reciclar y la basura se aprovecha más. Las motos llevan más ropa y comida generalmente, aunque es triste decirlo y verlo".
"Si bien es una obligación del gobierno apoyar y financiar iniciativas para proteger el medio ambiente, debe partir también de los ciudadanos el querer mejorar", reflexiona.
Al final de la nota, le preguntamos por qué sigue allí, viviendo cerca del humo, la basura y los malos olores: "Amo este lugar, yo vine acá cuando tenía 28 años, cumplí 59. Me brindó trabajo, un ambiente. Me permitió conocer animales y aves que no conocía. Para mí esto es un paraíso aunque esté descuidado", concluye Carlos.

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