14 abr 2015

Opinión: La ciudad del agua

El Diario de Villa Carlos Paz (14/04/2015)
La ciudad del agua

Por Anahí García

Villa Carlos Paz es un lugar bendecido. Aquí se ve el horizonte y seguirá viéndose mientras esté en la voluntad del Creador que así sea y en las contemplaciones y decisiones de sus habitantes.
 Doblemente bendecido porque se trata de un espacio alrededor del agua. Aunque no nos acerquemos todos los días al lago, sabemos que él está aquí.
 Como todo privilegio es tal mientras se lo cuida, la dicha de ver al cielo tocar las montañas continuará mientras en ellas las intervenciones humanas sean cuestiones ausentes e impensadas. En cuanto al privilegio del agua…
Miren… pienso y escribo en voz alta. Emito mi parecer desde el llano, desde lo cotidiano, desde lo que pasa y moviliza, desde lo que creo captar como preocupación, y muchas veces angustia compartida, con tantas otras personas.
 Gozamos de un enorme espejo de agua que, al mismo tiempo que nos brinda belleza a los ojos, compañía en el caminar y tantas alegrías y disfrutes, lo estamos enfermando cada día más.
El lago no le pertenece a nadie en particular, pero Villa Carlos Paz sí tiene la individual responsabilidad de cuidarlo y protegerlo. Es más, el lago es de vital importancia para los habitantes de la Ciudad de Córdoba, y no para embelesar sus miradas sino, para beberlo. Somos un eslabón para apagar la sed de otra ciudad. Si tan grande y humana tarea nos toca ¿qué nos sucede que, en conjunto, no la llevamos a cabo?
 En varias ocasiones vi mujeres y hombres con grandes bolsas recogiendo en las orillas todo tipo de basuras. Es una tarea que la comparo con contar los granitos de arena. Mil gracias a esas personas que dedican parte de su tiempo en cuidar la naturaleza. Sucede que, en verdad ellos no deberían estar haciendo eso porque, previamente, nadie debe tirar basura al agua. Si vamos a tomar mate a la costanera del lago o al río ¿con cuál derecho abandonamos nuestros desperdicios en el mismo lugar que nos recibe silenciosamente para depararnos unas horas de tranquilidad?
Los desperdicios, a la vez, matan a los animales y las plantas, porque el agua del lago no está sola. Allí viven y conviven muchas especies animales y vegetales. Allí vive y convive parte de la vida. Allí hay un ecosistema imprescindible para la vida de todo lo que tiene vida. Y dentro de ese ecosistema, los seres humanos somos los menos importantes pero los que más lo atacamos.
 Si subimos a la cima  del top ten de los estragos, está eso que tiene tanto, pero tantísimo olor: los residuos cloacales. Es natural producir estos residuos. Lo que no es natural es tirárselos a la naturaleza, y en este caso puntual, al lago.
Es comprensible que aquellos que no cuentan con la red cloacal estén molestos y hasta encolerizados. Lo incomprensible es que produzcan daño. Miren si cada uno que se enoja por algo abre la puerta de su casa y tira a la calle sus furias materializadas de la peor manera. Pues, claro que esas furias van a ir a parar a la cara de cualquiera que pase en ese instante.
Me parece que si lográramos separar las cuestiones, todos podríamos vivir mucho mejor y, lo más importante, sin perjudicar a nadie. Lo que trato de decir es que, mientras se sigue solicitando y reclamando, y hasta manifestando por una solución para siempre -con todo el derecho que ello representa-  cada uno desde su casa, su negocio o su empresa, puede encontrar la solución alternativa y pronta. Esto es parecido a los matrimonios que se separan: se pelean, discuten, lloran, pero, si son buenos padres, todo aquello lo hacen fuera del miramiento de los hijos, a los que protegen con el único fin de velar por sus vidas y felicidad.
Esta problemática tiene otro costado también. Si ustedes ven de casualidad que los patos del corral ubicado en la costanera están sobre la calle y comiendo bolsas plásticas; o que alguien está arrojando al lago el contenido de tachos de veinte litros de productos sintéticos; o que otro llega a una boca de tormenta y conecta la manguera de su camión atmosférico para desagotarlo ahí, pues acérquense y hablen con esas personas que están haciendo ese desmán o que están descuidando a los animales y explíquenles que su accionar no está siendo adecuado. Lo lógico es dar aviso a las autoridades. Pero resulta que lo lógico se vuelve tragedia porque la solución no se encuentra en ese camino. Ustedes llaman a Seguridad Urbana y ellos preguntan si el hecho está sucediendo en el interior de sus casas; en la puerta de sus casas; o en las veredas de sus casas; o en el cordón de la vereda de sus casas; o sobre la calle del lado de sus casas; o del otro lado de la calle; o en la costanera tocando el agua; o dentro del lago. Claro. Debemos comprender. Es una cuestión muy seria de jurisdicciones, porque si por ejemplo,  el pato al que van a perseguir para rescatar, de repente sale de la calle, sube a la vereda y se encarama hacia el lago abierto y en el intento de escaparse le da un paro cardíaco, después, esa muerte del pato, son como mínimo dos años de litigio entre las instituciones por un problema jurisdiccional.
Entonces, cuando Seguridad Urbana considera que no puede intervenir, les sugieren que llamen a la policía. Ustedes, que a esa altura de la sonsera ya actúan por inercia, llaman a la policía. El teléfono suena en Córdoba. Atienden y del otro lado le dicen el nombre y el rango -sin articular bien por lo que es imposible recordarlo después-. Ustedes les explican que está sucediendo un ilícito en el lago San Roque y el policía les pregunta en cuál calle del Parque Sarmiento (Ciudad de Córdoba). Entonces le aclaran que están llamando desde Villa Carlos Paz, Provincia de Córdoba, y que en la costanera del lago San Roque están arrojando residuos sintéticos. Les comentan al policía de cuál modelo y marca de auto los están bajando, y luego de tomarse unos segundos de silencio, el policía les pregunta que ese auto, está detenido en las intersecciones de cuáles calles del Parque Sarmiento ¡Ah, buenoooo!!!! ¿Saben por qué les pasa todo esto? Porque ustedes, en la convicción de querer hacer bien las cosas y ser buenos ciudadanos, resultan ser unos atolondrados que se olvidan que el policía que está atendiendo el teléfono, considera que es una nimiedad por la cual ustedes llaman y, por otra parte, también está convencido que el único lago en toda la Provincia de Córdoba es el que se encuentra en el Parque Sarmiento. ¿Y lo hace por malo o por falta de voluntad? Claro que no. El problema no es el policía. El problema es que, quién lo selecciona no analiza si está preparado para la tarea que le va a encomendar.
Ustedes me van a hacer notar que es algo incomprensible porque distinguir y poder ubicar dos lagos tan conocidos es algo básico. Pues yo les voy a responder que tengan en cuenta, como digo desde hace un tiempo, que las instituciones funcionan mal a propósito. Y que si ese policía -pobre mi alma- no puede responder a un llamado con eficiencia y eficacia, se debe a su falta de formación. Y me atrevo a ir más atrás: pregúntenle si durante el cursado de la escuela primaria y secundaria estudiaba en serio; si la docente de geografía o ciencias sociales fue maltratada por alguna madre o algún padre, por lo que ella decidió proteger su puesto y su integridad física, entonces fue a la escuela a pasar el tiempo y aprobar a sus alumnos con tal de llegar a fin de año ilesa, y sin llamados de atención para que las estadísticas escolares dieran correctas. Todo esto pasa porque desde hace años las instituciones funcionan mal a propósito. Digo las instituciones, y sin olvidarme que dentro de ellas también hay mucha gente idónea, buena, digna, que hoy están tapadas y arrinconadas. Pero esto es tema para otra ocasión.
Mientras tanto, lo único que podemos hacer es poner nuestra consciencia a pleno y tratar de cuidar y cuidarnos. Ojalá las autoridades decidan transmitir mensajes formadores de manera visible y también sancione todas las veces que sea necesario… ¡Oh, perdón! escribí la palabra ‘sancionar’. A ver… ‘castigar’, tampoco… ‘penar’, mucho menos… ‘condenar’ ¡impensable!... ¿Ven? Sé lo que les digo: acérquense a esa persona y háblenle cordialmente. A lo sumo recibirán como respuesta un "callate, quién sos vos para meterte”. Pero en la insistencia de ustedes para convencerlo sin estigmatizarlo, lo intentarán nuevamente, para que a lo largo de muchos años quizá comprenda.
Dejando de lado lo anecdótico -y no por ello irreal-,  por favor fuerzas de seguridad, nunca olviden que todos los ciudadanos estamos en sus manos y que si los llamamos es porque hacemos una petición a las personas que visten un uniforme que representa el alivio para nuestras desesperaciones; y que entre los pedidos de auxilio, como el mundo es redondo, pueden estar el de sus madres, sus padres, sus hijos, sus amigos, cualquier otro ser amado, o el de ustedes mismos.
Esta ciudad del agua es maravillosa y el cuidado del lago está en nuestras manos, en cada uno de nosotros de manera particular. Uno solo que haga lo incorrecto, está dañando a todo el resto de los seres vivos destruyendo un ecosistema al que pertenecemos, sin tener manera de salir de él.
Maduremos rápidamente y procedamos en nuestras acciones sabiendo que todo, absolutamente todo, lo dejaremos en la tierra para las generaciones que vendrán. Y en ese todo dejado, también estará nuestro recuerdo.

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