5 may 2014

Lo que el incendio nos dejó



La Voz del Interior (05/05/2014)
Hay millones de pinos quemados tirados en las Sierras

En 2013, el fuego arrasó 11 mil hectáreas de pinares en Calamuchita (ver documental multimedia: Córdoba bajo fuego). La mayor parte aún está allí y, desde entonces, casi no hubo controles para evitar que se agraven los riesgos en 2014.
Los voraces incendios de septiembre de 2013 quemaron unos 10 millones de pinos, de forestaciones implantadas, en el valle de Calamuchita. De ese total, mucho más de la mitad quedó en el lugar, sin ser retirado. Esos troncos y ramas secas, junto a los pastizales crecidos que se secarán tras las primeras heladas de invierno, serán combustible que agravará los riesgos de incendios forestales este año.
La temporada de riesgo se da entre mayo y octubre, cuando llueve poco y nada en Córdoba y el frío seca los pastos, tornándolos combustibles.
En 2012, dos temporales dejaron por el piso entre uno y dos millones de pinos en Calamuchita. Aunque hubo advertencias sobre el riesgo que representaba esa madera seca, sólo un 40 por ciento fue retirada. El resto quedó y en 2013 fue esa carga la que aceleró los incendios en esta zona.
En 2014, con la temporada de riesgo ya encima, queda sin limpiar gran parte de los campos forestados. A aquellos pinos caídos por tormentas se suman ahora muchos más que se quemaron. La madera seca representa un riesgo mayor que la viva.
Desde los incendios de septiembre, no se desarrolló ningún operativo especial de limpieza con un criterio de prevención para evitar que, otra vez, se agraven los incendios en esas zonas.

Impresiones
Esteban Supán, personal técnico en Córdoba de la Dirección de Producción Forestal nacional, estimó que de las 11 mil hectáreas de pinares quemadas en 2013, “cerca del 40 por ciento habría rebrotado”, aunque para precisarlo –indicó– haría falta un estudio con imágenes satelitales. “Lo que sobrevivió es madera que conserva utilidad, aunque menor”, indicó.
Supán consideró que “el grueso de lo quemado no fue retirado” y admitió que esa masa representa un nuevo riesgo. “Si están en pie, la combustibilidad es menor que cuando empiezan a caerse y descomponerse”, avisó.
Gustavo Bettini, jefe del cuartel de Bomberos de Villa Yacanto, el pueblo que se salvó de ser arrasado por el fuego de los pinares que lo rodean, coincidió: “Queda mucho, bastante más del 50 por ciento”.
Con máquinas chipeadoras que llevó la Provincia, se realizó una limpieza tras los incendios pero sólo en la periferia de Yacanto, sin avanzar hacia zonas rurales.
“Donde los dueños extrajeron troncos quemados, en muchos casos quedaron ramas y restos en el suelo, que siguen sumando riesgos. Si se dan días con condiciones extremas como el año pasado, el peligro de fuegos complicados estará latente”, subrayó el bombero.
“Por suerte, hay mucha humedad tras tantas lluvias y algunos pronósticos marcan que ya en agosto empezarán las precipitaciones. Si fuese así, se reducen los riesgos, pero dependemos de eso. Después, para el otro año, seguirá pendiente una limpieza profunda de nuevo”, sostuvo.
Bettini opinó que “no se hizo lo suficiente” y adelantó que los bomberos remunerados por el Plan del Fuego comenzarán esta semana “los patrullajes en campos forestados para relevar y hablar de prevención con los dueños”. Reconoció que esa tarea se inicia ya con la época de riesgo encima.
“Se debería haber planificado una política agresiva, que llevaría uno o dos años, pero si aún no se empezó, la demora se acrecienta”, indicó.

Dos más
Federico Bengolea asumió recientemente como subsecretario de Gestión del Riesgo de la Provincia, área de la que depende el Plan de Manejo del Fuego.
Consultado, reconoció que “es muy alto el porcentaje de pinos quemados que queda por retirar”. Aseguró que “se está empezando a relevar” la situación y que la Provincia prevé notificar a los propietarios sobre su obligación de limpiar los predios. El funcionario apuntó que una limitante es “el alto costo” de un operativo masivo de retiros.
Para Paulo Neher, empresario y presidente de la Cámara de la Madera de Córdoba –que agrupa a forestadores y aserraderos– “se hizo poco y nada” tras los incendios de 2013. “De 11 mil hectáreas de pinos quemadas, se aprovecharon para madera unas mil. Quedó mucho y representa un riesgo alto, es combustible disperso”, dijo.
“No hemos visto acciones ni planes concretos de la Provincia, ni del Plan del Fuego, ni de Bomberos. Nada de prevención ni de relevamientos”, cuestionó Neher.
“La Provincia no exigió ni controló. Y hasta ahora los bomberos no han recorrido nada, y eso que en la zona de riesgo deberían hacerlo todo el año. Pareciera que no se ha tomado nota del desastre ocurrido el año pasado”, agregó.
Neher justificó que “no se retiró más madera porque no hay más capacidad instalada en Córdoba; no hay aserraderos para procesar una mayor cantidad en poco tiempo, no hay tanta mano de obra y, además, bajó la demanda de madera en el circuito comercial”. Opinó que para extraer más el Estado debería haber instrumentado un plan especial.

Lugareños
En la zona de Villa Alpina, el daño del fuego fue impactante. Nelio Escalante, vecino de la zona, dijo que hubo dueños que limpiaron, pero la mayor parte de los campos forestados mantienen troncos y ramas caídos y quemados. “No se ve que se haya hecho mucho”, resumió, tras advertir que hay laderas forestadas de cerros que hace décadas lucen abandonadas, sólo que ahora, en gran parte, están quemadas.
Cómo llegaron los pinares
Los inicios. Por leyes nacionales, que tentaban con desgravaciones impositivas, se promovieron en los años 1970 y 1980 las forestaciones para producir madera. En las sierras de Córdoba, sobre todo en Calamuchita, se sembraron unas 35 mil hectáreas con pinos.
Papel o madera. El plan original era fomentar la producción de celulosa para la producción nacional de papel. Pero no funcionó. Con el tiempo, los pinos tuvieron otro destino: su venta como madera. Unos 30 aserraderos se montaron en el valle de Calamuchita. Actualmente, quedan menos de 20.
Mitades. Alrededor de la mitad de esos pinares fue trabajada con fines de producción forestal. La otra parte –miles de hectáreas serranas– dejó de ser atendida por sus propietarios, sin raleos, podas ni extracciones.
En baja. De las 35 mil hectáreas con pinares de los años ‘80, en 2005 un censo relevó que había unas 19 mil. Por año, se extraen unas dos mil hectáreas para procesar. Pero la resiembra es mucho menor, y en los últimos años casi inexistente. Ese déficit más las caídas por vendavales y los incendios (sobre todo los de 2005 y 2013) han reducido la superficie hoy a no más de 11 mil hectáreas.

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Más Información:

La Voz del Interior (05/05/2014)
La responsabilidad de los dueños y el rol del Estado
La prevención y el control se hacen humo

El Diario de Villa Carlos Paz - Edición Electrónica (05/05/2014)
Millones de pinos caídos aumentarán el riesgo de incendios en Córdoba
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