12 may 2013

La necesidad de proteger la cuenca del río Ctalamochita

La Voz del Interior (12/05/2013)
Proteger el agua


Es esencial que las fuerzas políticas y las autoridades de la Provincia se pongan de acuerdo y tracen un plan de protección para el reservorio de agua potable en la cuenca del río Ctalamochita.
El hallazgo de una enorme fuente de agua potable en el sureste de la provincia de Córdoba no sólo implica una de las mejores noticias de los últimos tiempos en materia de cuestiones ambientales. Actualiza, además, un tema largamente obviado tanto en la provincia como en el resto del país. Como para recordar, una vez más, que la planificación de largo plazo no es una de las virtudes que nos distingue.
Oculto muchos metros bajo la cuenca del río Ctalamochita, este reservorio discurre en dos niveles de enorme capacidad, lo que permite suponer que se ha encontrado en el territorio de la provincia el paliativo para una crisis hídrica que ya no disimula su magnitud y se manifiesta de diversas maneras en distintas regiones.
En efecto, los últimos años, generosos en precipitaciones, no han logrado la recuperación de nuestros embalses, afectados por el sobreconsumo, la acumulación de sedimentos y el deterioro que produce el crecimiento urbanístico no planificado y la tala indiscriminada del monte nativo, un mal endémico contra el que poco se viene realizando.
Así las cosas, la falta de agua que lucía décadas atrás como un escenario de ciencia ficción es hoy una realidad palpable, aun cuando ella no revista las condiciones trágicas de otros puntos del planeta.
La falta de políticas en la materia nos ha dejado con lagos fuertemente contaminados –el San Roque es un buen ejemplo, pero no el único–, y cursos de agua que ya no admiten nuevos endicamientos, amén de una red de riego antigua, ineficiente y descontrolada.
En esto, al igual que en otros tantos asuntos, es fácil detectar la inveterada costumbre de malversar lo que parece no pertenecer a nadie, soslayando que el tema nos afecta a todos. Y como si tamaña inconducta no alcanzara, muchos de esos espejos de agua se han convertido en la cloaca de las poblaciones asentadas en sus márgenes, una verdadera receta para el desastre.
El hallazgo de esta nueva cuenca –noticia que podría no haber recibido por parte de las autoridades provinciales la atención del caso–, es una ocasión única para el replanteo de nuestras materias pendientes.
A la Provincia le toca disponer medidas preventivas pensadas para el largo plazo, con el afán de no insistir en los errores del presente, considerando a este capital ambiental como una suerte de esperanza que no debe ser malversada.
Por si a alguien aún le quedan dudas sobre la urgencia del tema, bastaría con citar un solo dato: de los dos cursos subterráneos de agua relevados, el menos profundo muestra ya signos de contaminación.
El mensaje es tan claro, que hasta los oídos menos agudos deberían escucharlo. Está en juego el futuro de nosotros y de las próximas generaciones.

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