26 mar 2016

Córdoba Capital cada vez más sucia

La Voz del Interior (26/03/2016)
Basura: 2 empresas, 4 organismos y una ciudad cada vez más sucia

La multiplicación de actores implicó, sucesivamente, la conformación de más cuerpos gerenciales y administrativos que se fueron superponiendo.
Lusa y Cotreco juntan la basura en la ciudad de Córdoba, y lo seguirán haciendo por mucho tiempo, pese a que ninguna licitación pública haya validado la continuidad de esas empresas. Ambas fueron contratadas en forma directa en febrero de 2012 por Córdoba Recicla Sociedad del Estado (Crese) para reemplazarse a sí misma, ya que la gestión de Ramón Mestre entendió que la firma estatal era insostenible por deficitaria, superpoblada y mal administrada.
Pero Crese no se disolvió. También continúa, en versión residual. Como Lusa y Cotreco no aceptaron a todos los empleados, Crese sigue empleando a centenares de recolectores para las tareas de enterramiento de los residuos. Esa disposición final de la basura aún se realiza en un predio precario y con técnicas rudimentarias.
Además, desde hace tres años fue creada la Corporación Intercomunal para la Gestión Sustentable de los Residuos Sólidos Urbanos del Área Metropolitana de Córdoba (Cormecor), una sociedad anónima integrada por la Municipalidad de Córdoba y otros municipios cercanos. En esencia, Cormecor elaboró el proyecto del futuro predio de tratamiento de la basura, realizó los estudios de impacto ambiental y todo indica que comenzará a ejecutar esos proyectos desde mediados de este año, cuando disponga de las tierras que está expropiando la Provincia.
En los últimos meses, se agregó otro organismo que estará vinculado, entre otras cosas, a la basura: el Ente de Servicios y Obras Públicas (Esop), que en breve se hará cargo del servicio de barrido de las calles y absorberá a un millar de empleados que hoy dependen de Lusa y Cotreco, con el objetivo de no pagar IVA e Ingresos Brutos sobre esos salarios. Las prestatarias privadas, entonces, se concentrarán sólo en la parte de la recolección que exige el uso de camiones.
Además, existen las reparticiones municipales que se dedican a la limpieza, en el ámbito de la Secretaría de Servicios Públicos: la Subsecretaría de Higiene Urbana, que a su vez cuenta con una dirección y una subdirección. A través de esas áreas, el municipio supuestamente controla a Lusa y Cotreco, y también a Crese. En el futuro, deberían asimismo controlar que Cormecor trate bien la basura y que el Esop barra las calles.
Pero, además, esas dependencias municipales suelen limpiar con sus propios empleados y equipos, y contratar otros servicios de higiene privados para limpiar los basurales a cielo abierto. De más está decir que esos basurales –son más de 100 y operan de modo permanente– se forman porque una importante cantidad de residuos no es llevada por los camiones de Lusa y Cotreco.
La forma en que se fue complejizando el manejo de la basura en la última década es sorprendente. Antes había una sola empresa que hacía todo y el municipio debía controlarla.
La multiplicación de actores implicó, sucesivamente, la conformación de más cuerpos gerenciales y administrativos que se fueron superponiendo. Por caso: Crese mantiene un directorio de cuatro miembros; Cormecor tiene seis directores y tres síndicos; el Esop ya tiene un presidente y dos vocales, y el organigrama de funcionarios de rango jerárquico vinculados con la Higiene Urbana está compuesto por ocho funcionarios. Si la empresa municipal casi duplicó su personal en la gestión de Daniel Giacomino, en la de Ramón Mestre se multiplicaron los puestos directivos en torno de servicios que nunca fueron más ni mejores.
El manejo de presupuestos paralelos vinculados a la basura hace muy difícil, además, saber cuánto se gasta. A menudo se consideran sólo las facturaciones de Lusa y Cotreco, que crecieron a un ritmo muy superior a la inflación en los cuatro años que llevan en el servicio. Los gastos de todas las demás estructuras permanecen ajenos al conocimiento público. Como si no los solventara el municipio.
Lo que se observa en las calles no habla, precisamente, de eficiencia en la coordinación de esos roles superpuestos. Más bien se ven toneladas de residuos que quedan en las calles, rutas de recolección que a diario quedan inconclusas y zonas pobres condenadas a convivir con la basura.

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