5 oct 2013

El norte de Córdoba golpeado por la sequía



La Voz del Interior (05/10/2013)
El norte cordobés sufre por la persistente falta de agua


No llueve desde hace seis meses. En las zonas de Tulumba, Río Seco e Ischilín, casi no queda río o arroyo que no se haya secado.
Villa del Totoral. Saliendo de Villa del Totoral, que tiene el privilegio de tener su río con agua, en la mayoría de las localidades del norte de Córdoba la sequía pasa factura. El panorama, salvo sectores puntuales, es complejo: se secaron ríos, arroyos y hasta pozos que tenían agua a 20 metros de profundidad. También se agotaron muchas plegarias para que ocurra el milagro de la lluvia.
En algunos casos, vieron las últimas gotas caídas en abril, hace seis largos meses. Tampoco había llovido lo suficiente en marzo y febrero. Si en el resto de la provincia llovió poco, en el norte y noroeste fue nada.
Vale un ejemplo: Tulumba tiene un régimen anual de lluvia promedio de 500 milímetros, pero en 2011 y 2012 apenas arañó los 250 milímetros. Para una recuperación relativa, haría falta ahora que lluevan 30 milímetros diarios durante 15 días consecutivos y otra tanda parecida 30 días después. Ni en los sueños se daría eso en esta región. Pero aun así, serían necesarios dos o tres años de igual aporte para superar el déficit de toda la década, que ya se ubica en 1.200 milímetros.
Está faltando agua para consumo humano en varias localidades, pero también para sostener la cría de ganado caprino, ovino y bovino que alimentan en estas regiones. Aunque ya estamos en octubre, la prima­vera no se ha presentado en la mayor parte del norte cordobés: no hay verde aún.
Un alivio es que, a pesar de tanta sequía, estas regiones no tuvieron incendios de magnitud este año, lo que habría agravado más el cuadro.
Un recorrido ligero permitió esta semana observar al menos que cinco ríos que alimentan el pequeño dique del Pisco Huasi están secos o llevan un hilo de agua. El arroyo Suncho, que pasa por el centro de Tulumba, está seco desde 2009. El río Las Juntas no lleva una gota. El Yosoro, seco, al igual que el río de Bustos y el Los Tártagos. De tanto en tanto, emerge un poco de agua a la superficie, pero no corre. Luce estancada y los animales –la mayoría de ellos muy flacos– se apilan allí.

Localidades complicadas
Villa Tulumba ya parece acostumbrarse a la falta de agua. Desde 2010 tiene un régimen de provisión acotado, con agua que llega desde Deán Funes en camiones. La mitad del pueblo recibe agua un día y la otra mitad al día siguiente.
En Rayo Cortado la situación es similar y Villa de María del Río Seco estuvo todo el verano pasado dosificando el agua que les hace llegar a sus vecinos.
También San Francisco del Chañar está por estos días iniciando nuevas perforaciones para ver si puede reforzar la prestación del servicio a la que le falta cantidad y presión.
En todos los casos, el problema es el mismo: con ríos y arroyos secos, se ensayan perforaciones pero en la mayoría de los casos se hallan napas sin caudal suficiente, o no aptas para consumo humano
En este marco, San José de la Dormida solucionó su emergencia meses atrás, con la inauguración de un acueducto de 4,5 kilómetros que le lleva agua desde una napa apta, obra en la que la Provincia invirtió unos dos millones de pesos. También, la Fundación Banco de Córdoba y el Ministerio de Agricultura vienen trabajando con comunidades rurales para apoyar nuevas perforaciones con pequeñas cisternas, pero que resuelven casos puntuales en un contexto de necesidades globales.

Resolver las urgencias es la prioridad, según la Provincia
Respuestas. Marcelo Cámara, subsecretario de Recursos Hídricos del Gobierno de Córdoba, enumera acciones de su área en el árido norte: un convenio directo con San Francisco del Chañar para nuevas perforaciones; otro con Villa de María del Río Seco para aumentar la capacidad de bombeo y almacenamiento; una licitación para obra en el paraje Las Tapias, y otras licitaciones para parajes del departamento Minas. “Estamos trabajando para resolver las urgencias, sea llevando un camión, estudiando perforaciones, aportando materiales, y trabajando en vínculo con la Fundación Banco de Córdoba y el Ministerio de Agricultura en la solución de los problemas en zonas rurales donde necesitan agua para consumo humano y también para las producciones ganaderas”, sintetizó Cámara. Sobre Villa Tulumba, admitido como uno de los más graves, señaló que se estudian alternativas que propuso su intendente, entre ellas, la posibilidad de un acueducto desde el río Fierro hasta esa localidad.

Napas sí, diques no
Alternativas. En Recursos Hídricos de la Provincia descartan que pueda imaginarse algún dique en el norte. Además, no hay ríos con caudal. Apuntan más bien a profundizar las chances de las napas subterráneas.

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Villa Tulumba lleva tres años repartiendo agua en camión


El municipio de Villa Tulumba, de dos mil habitantes, gasta 60 mil pesos mensuales en transportar agua desde Deán Funes.
Al pueblo llega en camiones y se reparte casa por casa, desde hace tres años, cuando arroyos y napas se secaron.
El municipio le compra a la Cooperativa Copasa, de Deán Funes, seis mil pesos mensuales de agua, pero llevarla hasta Tulumba y distribuirla le cuesta al municipio la quinta parte de la coparticipación que recibe. Es decir, gasta lo mismo que en la prestación de los servicios de salud de su dispensario.
“Es preocupante porque si la cosa sigue así, Tulumba es un pueblo que se va a morir en 10 años”, señaló a este diario Eduardo Daffis Niklison, un juez cuya familia tiene casa en la región hace más de 100 años y que la visita con frecuencia.
El intendente Romualdo Gustavo Palomeque confió a este diario que ya se hicieron más de 14 perforaciones y en todas se encontró agua pero sin caudal suficiente. Del pozo de donde extraen mayor cantidad, en épocas normales provee 18 mil litros por hora pero hoy su producción está al 50 por ciento. Para poder abastecer a los dos mil habitantes del pueblo, necesitarían extraer entre 50 mil y 60 mil litros por hora. El problema central es que no hay agua cerca.
“Sin agua, todos los esfuerzos que hacemos no tienen sentido. Sería el intendente más feliz si pudiese solucionar ese tema porque, además, financieramente es un problema gravísimo para municipios chicos como el nuestro. Calcule que para las fiestas patronales del 13 de octubre esperamos que lleguen a Tulumba 25 mil personas. Pero vamos a pasar todo ese fin de semana transportando agua para asegurarla a semejante cantidad de fieles”, explicó Palomeque.
A la salida de Villa Tulumba, Sixta Rafaela, a sus 85 años, anda con un balde dándoles agua en cuentagotas a sus gallinas. En la puerta de la casa tiene un montón de fuentones y tachos, y hasta el lavarropas, en los que junta agua. “En ­todos los años que tengo, nunca he visto una situación similar. Jamás estuvo tan seco”, marcó la mujer.
Tampoco le cuenten a Amado Casas, que tiene una proveeduría en el paraje Las Juntas donde el agua no llega hace tres años y los turistas tampoco. En este tiempo, las ventas le bajaron un 80 por ciento y tuvo que emplearse en el municipio. “Así, sin agua, no viene nadie”, se lamentó.

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