7 may 2011
El cirujeo en la Capital...
9:08 p.m. | 
Publicado por
Eco Sitio |
La Voz del Interior (07/05/2011)
Los que paran la olla con el reciclado de basura
Los carreros separan los residuos que les deja Crese y los que consiguen recorriendo distintos lugares de la ciudad.
Sentados en la vereda a la sombra de un muro rancio, cuatro carreros hacen gala de su ingenio en un duelo de cargadas sobre Talleres e Instituto. Uno de ellos luce una camiseta percudida que –asegura– perteneció a Diego Garay, una de las últimas estrellas del firmamento albiazul. Por la calidad de la confección, cuesta creer que sea cierto lo que dice pese a la enjundia con que lo cuenta.
Acaban de vender cartón, papel y chatarra en el depósito que funciona en Sabino O’Donnell y Antonio Roset, del barrio Mariano Fragueiro de la ciudad de Córdoba. Hacen tiempo en esa ochava bebiendo cerveza mientras los caballos que tiran los carros descansan un momento. “Cuando afloje un poco el calor de la siesta, nos vamos a seguir cirujeando otro rato porque si no nos comen los piojos”, cuenta Fernando (36) que vive en la villa El Nailon. Su compadre Gustavo Cabrera (32) habita con su pareja y cuatro hijos en la villa El Galpón, asentamiento precario que crece en los predio del ferrocarril General Belgrano, en barrio Alta Córdoba. “Si te rompés el culo, podés hacer 40 o 50 ‘mangos’ por día, más o menos, siempre que no te joda la lluvia”, asegura. “Nadie te compra la basura mojada”, aclara.
En 2008 había unas dos mil familias en la ciudad de Córdoba que se ganaban la vida recolectando residuos inorgánicos al margen del servicio de higiene urbana que presta la empresa Crese, según los registros de la Cooperativa Los Carreros. Sólo en Villa Urquiza, donde nació (y funciona) esta organización en 1983, hay unos 470 carreros. La mitad de ellos recolecta en “chatas” arrastradas por caballos, precisa Lorena Castaño, secretaria de la entidad, que cuenta con personería jurídica desde 1994.
En este caso, los cirujas obtienen residuos reciclables a partir de la separación que hacen de la tonelada de basura que los lunes descarga Crese en el depósito de la cooperativa, ubicado en Domingo Irós 632.
“Eso no nos alcanza para nada y por eso tenemos que seguir levantando de la calle como siempre”, precisa Castaño. La mujer es hija de Teresa “Chinina” Zamora, fundadora de Los Carreros y distinguida este año como una de las “Heroínas Cotidianas” por el Inadi Córdoba. Ella, su marido y dos de sus cinco hijos viven del cirujeo; juntan unos doscientos pesos por semana, asegura.
“Si no fuera por la asignación (universal por hijo) no sé qué haríamos porque con este trabajo cada vez se gana menos”, se lamenta.
La dirigente social dice que quienes “paran la olla” con el cirujeo “saben bien” qué días y en qué horarios Crese realiza la recolección diferenciada por los 151 barrios de la ciudad de Córdoba comprendidos en el esquema de la empresa municipal.
“De todas maneras, sobre todo en los barrios, hay negocios que te guardan el cartón, los papeles o las botellas para que los vayas a buscar, porque ya están acostumbrados y porque te tienen confianza”, afirma.
Añoranza. Nicolás Acevedo (39) vive en Villa la Tela y trabaja en el carro que le dejó su padre. “Antes, cuando estaba (el intendente Rubén) Martí lo que juntábamos te rendía más, porque vendíamos el cartón, el papel y el plástico y lo que no servía lo cambiábamos por papas y verduras”, recuerda.
Se refiere al programa Basura Inorgánica da Alimentos (Bida) que se implementó en los sectores menos consolidados de la ciudad en 1996 y 1997.
El mecanismo de promoción social contemplaba el trueque de residuos inorgánicos por productos frutihortícolas. Tenía un doble objetivo: contribuir con la cadena alimentaria de los sectores más desprotegidos de la sociedad y atacar, desde “adentro”, la proliferación de los basurales en los asentamientos de emergencia.
Bida se discontinuó a poco de asumir el intendente Germán Kammerath.
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Las villas son claves en el negocio del cirujeo
En la ciudad de Córdoba, hay alrededor de 30 depósitos que compran residuos reciclables para luego comercializarlos.
Nicolás Paraje es el encargado de uno de los más arraigados. El negocio funciona en Sabino 0’Donnell y Antonio Roset, de barrio Mariano Fragueiro.
“Nosotros trabajamos fundamentalmente con cartón y papel blanco”, comenta.
Pagan entre 0,60 y 0,75 peso el kilo de papel, según la calidad. Asimismo, en promedio, los vendedores reciben 0,50 y 0,10 peso el kilo de botellas plásticas y vidrio, respectivamente, mientras que al kilo de lata se lo pagan 20 centavos.
En el depósito de Mariano Fragueiro se clasifican los reciclables y se los enfarda para la venta con máquinas.
Los principales compradores de este intermediario son Cartocor (de Arcor) y Papelera del Plata. El destino final de la escoria, en tanto, es Scrapservice, el mayor operador activo de ese tipo de desperdicio en el mercado argentino. Fue creado por el Grupo Techint en 1996 con el fin de comprar y procesar chatarra ferrosa, que transforma en materia prima para fabricar acero. Este circuito del negocio se replica en la mayoría de los casos, y por lo visto está bien aceitado. “La puesta en marcha de la recolección diferenciada de Crese no se ha hecho sentir -al menos todavía- en el volumen que recibimos; no sé cómo será en el centro”, asegura Paraje.
“En los barrios periféricos hay muchas villas y carreros que viven de la basura, por eso no creo que cambie mucho la cosa”, presagia el empresario.
En barrio Estación Flores, opera desde hace unos años la Cooperativa Cor Cor. Se dedica de manera exclusiva a la compra y el reciclado de botellas plásticas. La organización surgió del proyecto “Reciclando valores” que impulsó hace unos años la Asociación Civil Raíces, con el propósito de incluir socialmente al sector cartonero y afianzar su identidad mediante la generación de trabajo genuino. Funciona en Berna 3358, de esa populosa barriada.
En el otro extremo de la ciudad (barrio San Vicente y su zona de influencia) se concentra la mayor cantidad de cooperativas de cartoneros y de depósitos que compran desperdicios inorgánicos. Por caso, en la bajada San José, se encuentra una de las plantas de acopio de cartón, papel y Pet más tradicionales de la ciudad.
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Los que paran la olla con el reciclado de basura
Los carreros separan los residuos que les deja Crese y los que consiguen recorriendo distintos lugares de la ciudad.
Sentados en la vereda a la sombra de un muro rancio, cuatro carreros hacen gala de su ingenio en un duelo de cargadas sobre Talleres e Instituto. Uno de ellos luce una camiseta percudida que –asegura– perteneció a Diego Garay, una de las últimas estrellas del firmamento albiazul. Por la calidad de la confección, cuesta creer que sea cierto lo que dice pese a la enjundia con que lo cuenta.
Acaban de vender cartón, papel y chatarra en el depósito que funciona en Sabino O’Donnell y Antonio Roset, del barrio Mariano Fragueiro de la ciudad de Córdoba. Hacen tiempo en esa ochava bebiendo cerveza mientras los caballos que tiran los carros descansan un momento. “Cuando afloje un poco el calor de la siesta, nos vamos a seguir cirujeando otro rato porque si no nos comen los piojos”, cuenta Fernando (36) que vive en la villa El Nailon. Su compadre Gustavo Cabrera (32) habita con su pareja y cuatro hijos en la villa El Galpón, asentamiento precario que crece en los predio del ferrocarril General Belgrano, en barrio Alta Córdoba. “Si te rompés el culo, podés hacer 40 o 50 ‘mangos’ por día, más o menos, siempre que no te joda la lluvia”, asegura. “Nadie te compra la basura mojada”, aclara.
En 2008 había unas dos mil familias en la ciudad de Córdoba que se ganaban la vida recolectando residuos inorgánicos al margen del servicio de higiene urbana que presta la empresa Crese, según los registros de la Cooperativa Los Carreros. Sólo en Villa Urquiza, donde nació (y funciona) esta organización en 1983, hay unos 470 carreros. La mitad de ellos recolecta en “chatas” arrastradas por caballos, precisa Lorena Castaño, secretaria de la entidad, que cuenta con personería jurídica desde 1994.
En este caso, los cirujas obtienen residuos reciclables a partir de la separación que hacen de la tonelada de basura que los lunes descarga Crese en el depósito de la cooperativa, ubicado en Domingo Irós 632.
“Eso no nos alcanza para nada y por eso tenemos que seguir levantando de la calle como siempre”, precisa Castaño. La mujer es hija de Teresa “Chinina” Zamora, fundadora de Los Carreros y distinguida este año como una de las “Heroínas Cotidianas” por el Inadi Córdoba. Ella, su marido y dos de sus cinco hijos viven del cirujeo; juntan unos doscientos pesos por semana, asegura.
“Si no fuera por la asignación (universal por hijo) no sé qué haríamos porque con este trabajo cada vez se gana menos”, se lamenta.
La dirigente social dice que quienes “paran la olla” con el cirujeo “saben bien” qué días y en qué horarios Crese realiza la recolección diferenciada por los 151 barrios de la ciudad de Córdoba comprendidos en el esquema de la empresa municipal.
“De todas maneras, sobre todo en los barrios, hay negocios que te guardan el cartón, los papeles o las botellas para que los vayas a buscar, porque ya están acostumbrados y porque te tienen confianza”, afirma.
Añoranza. Nicolás Acevedo (39) vive en Villa la Tela y trabaja en el carro que le dejó su padre. “Antes, cuando estaba (el intendente Rubén) Martí lo que juntábamos te rendía más, porque vendíamos el cartón, el papel y el plástico y lo que no servía lo cambiábamos por papas y verduras”, recuerda.
Se refiere al programa Basura Inorgánica da Alimentos (Bida) que se implementó en los sectores menos consolidados de la ciudad en 1996 y 1997.
El mecanismo de promoción social contemplaba el trueque de residuos inorgánicos por productos frutihortícolas. Tenía un doble objetivo: contribuir con la cadena alimentaria de los sectores más desprotegidos de la sociedad y atacar, desde “adentro”, la proliferación de los basurales en los asentamientos de emergencia.
Bida se discontinuó a poco de asumir el intendente Germán Kammerath.
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Las villas son claves en el negocio del cirujeo
En la ciudad de Córdoba, hay alrededor de 30 depósitos que compran residuos reciclables para luego comercializarlos.
Nicolás Paraje es el encargado de uno de los más arraigados. El negocio funciona en Sabino 0’Donnell y Antonio Roset, de barrio Mariano Fragueiro.
“Nosotros trabajamos fundamentalmente con cartón y papel blanco”, comenta.
Pagan entre 0,60 y 0,75 peso el kilo de papel, según la calidad. Asimismo, en promedio, los vendedores reciben 0,50 y 0,10 peso el kilo de botellas plásticas y vidrio, respectivamente, mientras que al kilo de lata se lo pagan 20 centavos.
En el depósito de Mariano Fragueiro se clasifican los reciclables y se los enfarda para la venta con máquinas.
Los principales compradores de este intermediario son Cartocor (de Arcor) y Papelera del Plata. El destino final de la escoria, en tanto, es Scrapservice, el mayor operador activo de ese tipo de desperdicio en el mercado argentino. Fue creado por el Grupo Techint en 1996 con el fin de comprar y procesar chatarra ferrosa, que transforma en materia prima para fabricar acero. Este circuito del negocio se replica en la mayoría de los casos, y por lo visto está bien aceitado. “La puesta en marcha de la recolección diferenciada de Crese no se ha hecho sentir -al menos todavía- en el volumen que recibimos; no sé cómo será en el centro”, asegura Paraje.
“En los barrios periféricos hay muchas villas y carreros que viven de la basura, por eso no creo que cambie mucho la cosa”, presagia el empresario.
En barrio Estación Flores, opera desde hace unos años la Cooperativa Cor Cor. Se dedica de manera exclusiva a la compra y el reciclado de botellas plásticas. La organización surgió del proyecto “Reciclando valores” que impulsó hace unos años la Asociación Civil Raíces, con el propósito de incluir socialmente al sector cartonero y afianzar su identidad mediante la generación de trabajo genuino. Funciona en Berna 3358, de esa populosa barriada.
En el otro extremo de la ciudad (barrio San Vicente y su zona de influencia) se concentra la mayor cantidad de cooperativas de cartoneros y de depósitos que compran desperdicios inorgánicos. Por caso, en la bajada San José, se encuentra una de las plantas de acopio de cartón, papel y Pet más tradicionales de la ciudad.
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