16 oct 2019

Las bolsas van y vienen

La Voz del Interior (16/10/2019)
Bolsas plásticas: la reducción del uso es parcial

Hace algo más de una década, varios municipios cordobeses empezaban a dictar normas para limitar el uso de bolsas plásticas en los comercios, como una medida de protección al ambiente.
Los plásticos –derivados del petróleo– están entre los desechos que más tardan en degradarse. Pero, además, los restos de bolsas generan el mayor impacto visual cuando vuelan en los alrededores de los basurales y plantas de tratamiento. Son, de algún modo, el residuo que más ve la gente.
Una década después, con un centenar de pueblos y ciudades que en Córdoba dictaron normas en esta línea, un repaso por los mayores centros urbanos permite observar avances, tareas pendientes y algunas contradicciones.
La primera conclusión es que la prohibición total hasta ahora no funcionó: en todas las ciudades sigue habiendo bolsas entre la basura.
Las normas se atascan, por ejemplo, contra una realidad hasta ahora insuperable: los vecinos retiran sus residuos hogareños en bolsas, que siguen siendo plásticas, aunque en los supermercados ya no se las entreguen.
En el repaso por la docena de las mayores ciudades cordobesas, se ve de todo. Incluso, algunas que no han intentado ninguna acción.
Algunas ciudades redujeron el volumen de bolsas entregadas en los comercios desde que se estableció que fueran cobradas a los clientes (como ocurre en la Capital y en San Francisco). Otras, por exigir directamente que no se entregaran. Pero hay matices en los resultados: la reducción depende del nivel de control que ejerce cada municipio.
En todos los casos –conviene aclarar–, la restricción se aplica casi exclusivamente en los supermercados. Por lo tanto, aunque resulte eficiente en esos ámbitos, es siempre parcial: la mayoría de los comercios restantes no están involucrados.
Para los súper, a la vez, no entregar gratis las bolsas les significa un ahorro de costos.
Hay ciudades que nunca ensayaron normas en esta dirección. Río Cuarto y La Calera, por ejemplo, entre la decena de las mayores de la provincia.
Otro punto: en numerosas localidades admitieron el uso de las denominadas “oxodegradables” u “oxibiodegradables”, que en realidad no se degradan. También son de polietileno y sólo se despedazan más rápido que las clásicas: el efecto ambiental es el mismo, aunque en lo visual impacten algo menos.
Según empresas fabricantes, una bolsa plástica tipo “camiseta” (con manija) se vende a supermercados hoy, en promedio, a un precio de entre un peso y 1,20 pesos por unidad, según el tamaño.

Las 10 más grandes

Río Cuarto. La ciudad más grande del interior no tiene ordenanzas que las limite. Una norma de 2008 promovió planteos generales, pero no implicó acciones concretas. No se observa reducción alguna en el uso de bolsas plásticas.

Villa María. En 2008, el municipio creó el “programa de reducción de contaminación blanca”, cuyo principal foco era reducir el uso de bolsas plásticas. En los supermercados está prohibida la entrega: los clientes deben llevar bolsas de tela o de otro material. “Se hacen controles y a veces detectamos desvíos en algunos supermercados”, dijo Germán Tissera, director de Ambiente. Sólo a carnicerías y a verdulerías se les permite el uso de bolsas de polietileno, aunque sin manijas, para que el cliente lleve la mercadería en condiciones bromatológicas adecuadas. “Estamos trabajando ahora en ese punto, para tratar de resolverlo de otra manera”, adelantó Tissera.
En baldíos y en calles de Villa María se ven aún bolsas plásticas que las arrastra el viento.
Algunos comercios reclaman por la “desventaja competitiva” con grandes superficies de la vecina Villa Nueva, donde no se aplican restricciones.
Villa María aspira a convertirse en 2021 en una ciudad sin plásticos que contaminen. La idea es restringir los de un solo uso, como vasos, cubiertos o bandejas descartables.

Villa Carlos Paz. Desde 2017, una ordenanza prohíbe la entrega de bolsas plásticas del tipo “camiseta” en comercios. El cumplimiento es alto en los supermercados, pero en el resto de los negocios es menor. Las costas del río y del lago, sitios clave de esta ciudad turística, son evidencias diarias de que hay mucho plástico como desecho aún sin destino.
San Francisco. Hace una década, el municipio probó con una ordenanza que las prohibía. Su acatamiento fue muy relativo, por lo que luego aplicó otro criterio: habilitó a los comercios para que las cobraran. Así, los usuarios apelan a llevarse con sus compras menos unidades que antes. Se percibe una evidente caída en el uso, aunque es más claro en supermercados que en el resto de los rubros.

Alta Gracia. En enero de este año comenzó a aplicarse la ordenanza que exige reducir el uso de bolsas plásticas. La norma había sido aprobada en 2008, pero recién ahora (una década después) fue reglamentada. En supermercados y en hipermercados, se cobran aparte y eso está bajando su uso. En el resto de los comercios, aún está por verse el acatamiento: depende más de la voluntad de cada negocio que del control.

Río Tercero. En 2008, fue de las primeras ciudades con ordenanzas en esta línea. Establecía reduciendo la entrega en los negocios, para llegar a 2011 con la prohibición total. Pero desde 2011 hasta ahora se fue prorrogando la excepción que permite entregar una sola bolsa por cliente. Así, se aplica con alto acatamiento en supermercados, aunque es bajo en el resto de los comercios. Los concejales debaten ahora aplicar la restricción total. Con esa norma de cumplimiento parcial, días atrás aprobaron otra que establece la prohibición de otros plásticos “de un solo uso” (sorbetes, vasos y cubiertos descartables) desde 2021.

Bell Ville. Rige una prohibición para la entrega y se logró un alto acatamiento en grandes superficies, pero no tanto en pequeños negocios. La ordenanza establece que deben ser reemplazadas por bolsas de papel, de tela o de materiales degradables que no perjudiquen el ambiente. Sólo está permitido el polietileno como envase para mercadería húmeda (como carnes).

La Calera. No cuenta con ninguna norma restrictiva. Desde el municipio, plantean que ahora se analizará un proyecto en esa línea. Gabriela Lavilla, directora de Ambiente municipal, argumentó que no se aplica porque no cuentan con la organización ni con el personal para controlar su efectivo cumplimiento.

Jesús María. Hace 10 años se aprobó una ordenanza para reemplazar gradualmente las bolsas plásticas. Fijaba que, desde 2010, todos los comercios debían utilizar únicamente las reutilizables o las de material biodegradable. Incluso, los logos de identificación debían pintarse con pigmentos no contaminantes. Una década después, el cumplimiento es mínimo y se reduce a la buena voluntad de los vecinos que no las aceptan o de los comerciantes que adhieran.

Villa Dolores. El año pasado, entró en vigor una ordenanza que limita el uso. El acatamiento ha avanzado, pero el cambio de conducta le cuesta a la comunidad más que a los vendedores. Por ahora, la reducción efectiva es parcial. “Nunca hemos labrado multas, pero estamos haciendo inspecciones y comenzaremos con apercibimientos”, anunció Lucía López, de Ambiente del municipio. La norma establece que sólo para la venta de alimentos húmedos podrán usarse bolsas plásticas.

Una ley provincial que no cambió nada
El 4 de noviembre de 2019, los legisladores provinciales aprobaron una ley que planteaba la erradicación, en el plazo de un año, de las bolsas plásticas. Establecía que, en 12 meses, la Secretaría de Ambiente de la Provincia debía aplicar un plan al que los 427 municipios y comunas tenían que adherir. Pero la ley resultó letra muerta. Nunca se aplicó. Además, contenía un error serio: fijaba que las bolsas a base de polietileno convencional podían ser reemplazadas “por las oxobiodegradables”. Ahí nomás aparecieron las evidencias de que ese tipo de material también se elabora a base de polietileno y que tiene el mismo impacto que las bolsas tradicionales. Tras el papelón, no hubo otra ley que la reemplazara. Algunos municipios fueron legislando luego por su cuenta.

Las biodegradables, una opción incipiente
Desde hace un tiempo, en varios países empezaron a circular las bolsas realmente biodegradables: son aquellas que se descomponen en mucho menor tiempo, porque son de materia orgánica. Entre los residuos, actúan como si fueran una cáscara de fruta o de verdura. Su fabricación no tiene como insumo los derivados del petróleo, sino el almidón vegetal de maíz o de papa. La apuesta por las bolsas biodegradables es un camino que empieza a recorrerse y Córdoba es pionera en el país a partir de la curiosidad emprendedora de una pyme. En Laboulaye, una empresa que desde hace 30 años fabrica las plásticas invirtió para producir ahora las biodegradables. Ya las fabrica y comercializa y es una de las muy pocas en el país en este mercado. Daniel Nicolino, titular de la firma Papeleno, marca que años atrás, cuando las lanzaron, costaban ocho veces más que las tradicionales. “Hoy tienen un costo 3,5 veces superior a las plásticas”, precisa. Su demanda va en leve aumento: depende tanto de los sitios que prohíben las otras como de empresas que las incorporan como estrategia de compromiso ambiental o de marketing.

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