6 may 2019

Córdoba no escapará a los efectos del cambio climático



La Voz del Interior (06/05/2019)
Cambio climático: las tormentas serán más intensas en Córdoba

Para 2030 –en sólo 10 años–, se proyecta que Córdoba, en general, y las Sierras, en particular, percibirán con más intensidad algunos efectos del cambio climático que ya se viene materializando a nivel global. Se reflejará en el incremento paulatino de la temperatura mínima promedio, con menos días con heladas y más noches tropicales.
“En las Sierras, el total de precipitaciones anuales no va a cambiar mucho, pero posiblemente se observará un aumento de la torrencialidad de las lluvias; es decir, tormentas más severas, lo que puede traer aparejados problemas de crecidas y de inundaciones más frecuentes si no se toman las medidas adecuadas”, apuntó la bióloga Lara Dellaceca, del equipo técnico de la Red Argentina de Municipios frente al Cambio Climático.
La experta rosarina expuso en el marco de las Jornadas sobre Plantas Nativas y Cambio Climático, realizadas días atrás en Villa General Belgrano, en la provincia de Córdoba.
La deforestación –apuntó– es uno de los factores que más contribuye con estos cambios negativos. “Genera que la radiación que llega a la superficie se acumule en forma de calor en la atmósfera porque el suelo desnudo refleja más energía térmica que la cobertura vegetal”, explicó.
Para intentar al menos aletargar el impacto, sería imprescindible tomar medidas de mitigación para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, con actividades más sustentables (sustituir la energía por la solar, bajar consumo de combustibles fósiles, evitar quemas de basurales e incendios forestales, por ejemplo), así como medidas de adaptación, como reforestar zonas rurales y urbanas, y adaptar las ciudades con más verde y más desagües.
“Los bosques tienen una influencia muy grande en los ciclos del agua, en la retención del agua en los suelos, y eso afecta mucho los climas a escala local”, añadió Dellaceca sobre la zona serrana. Para lograrlo en la magnitud necesaria, deben generarse políticas de Estado y sumar el compromiso de la comunidad.
En un escenario de emisiones globales intermedias, es decir, si se bajaran un poco las actuales, la especialista calculó que el incremento, por ejemplo, en el Valle de Calamuchita sería de 0,67 grados más de temperatura en una década.
“Parece poco, pero con el tiempo influye mucho en la merma de días con heladas y en que se sumen noches tropicales, y hasta la vegetación empiece a verse afectada”, citó.
Los cambios ya se observan paulatinamente. Si bien cada región cordobesa tiene su microclima, se estima que los efectos ya casi irremediables serán similares para todo el territorio provincial.
El biólogo Federico Kopta, presidente del Foro Ambiental Córdoba, advirtió en el encuentro que el cambio climático deparará “sucesos excepcionales” y que las comunidades deberán estar preparadas. Anticipó más inundaciones, más sequías prolongadas y más jornadas con temperatura extrema para la provincia en general.

Estar preparados
En las Sierras, las particularidades que hay que tener en cuenta serán las crecientes de los ríos en pendiente.
“En adaptación, las ciudades tienen que pensar en infraestructura de desagües, que puedan drenar rápido. Y en mitigación, aportar cada una en ahorro de energía para emitir menos gases de efecto invernadero y en alternativas en la construcción”, añadió.
En ese nuevo escenario, Kopta anticipó que es factible que en zonas templadas, como Córdoba, se agudice la incidencia de enfermedades tropicales.
Kopta marcó que estos escenarios se van a intensificar hasta mediados del siglo 21, “hagamos ya lo que hagamos”. Es decir, ya no alcanzan las medidas correctivas para frenar ese impacto. Lo que queda –coincidió– es no agravarlo aún más.
“De acuerdo con las decisiones políticas y económicas que se tomen, las situaciones podrán seguir empeorando o no. Y ahí es cuando no sabemos hasta qué punto el planeta tiene la capacidad de seguir mostrando flexibilidad para que los disturbios no sean tan grandes”, subrayó.
El ambientalista acotó que, “dentro de todo, Córdoba y el centro de la Argentina no serán los peores escenarios en el continente, de acá hasta fin del siglo, al menos. Hay otros espacios que se perfilan con peores consecuencias”.
Admitió, a la vez, que en un escenario macro (el calentamiento es planetario) las acciones por tomar en cada ciudad o región “son muy modestas, ante un problema grave pero global”.
El biólogo apeló a abrir alguna esperanza: “No es que los problemas dejen de existir, pero hay una ciudadanía que se va organizando y trabajando en forma colectiva y va empezando a generar cambios en comunidades chicas y, de a poco, también a nivel provincial”, subrayó.
Citó como ejemplos la movida para impulsar cambios en el proyecto de autovía de montaña en Punilla, los reclamos para evitar inundaciones en Sierras Chicas o las que se motorizaron contra una reforma de la ley de bosques nativos.

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Menos pavimento, más espacios verdes

Más políticas sustentables en las zonas serranas, cabeceras de las cuencas hídricas, son impostergables
El planeta aumentó su temperatura promedio un grado desde el inicio de la Revolución Industrial. Los científicos estiman que se elevaría 1,5 grados para 2030 y que ese registro es irreversible: las emisiones contaminantes que lo generan ya están liberadas. El desafío, ahora, es que no llegue a los dos grados.
Ya hay mapas de impactos. Asoman zonas en las que los pronósticos marcan un peor escenario que el de Córdoba.
Sobre algunos efectos, más que otros, esta provincia deberá estar especialmente atenta. Desde hace una década, expertos advierten de que en esta parte del globo habrá eventos climáticos más extremos (tormentas más intensas, junto con sequías más agudas). Entre los efectos para los que cada ciudad o zona de Córdoba debiera prepararse, aparecen las crecidas de ríos e inundaciones, y los incendios forestales más virulentos. Son problemas que Córdoba suele tener, pero que se acentuarían.
Hace 11 años –en 2008–, un grupo de investigadores cordobeses (entre ellas, Sandra Díaz, premiada en el mundo por sus trabajos en esta área) elevó a la Provincia y al municipio de la Capital una serie de propuestas de medidas de adaptación ante esos impactos. “Prevención”, se le llama. Son sugerencias trasladables a cada ciudad cordobesa.
Entre varias, aparecía sumar espacios verdes y forestación urbana y periurbana para mitigar el aumento de temperaturas y para retener lluvias. Está probado, por caso, que las zonas urbanas más arboladas llegan a tener de día hasta dos grados menos de temperatura en verano que las que cuentan con menos densidad verde.
Otra clave: generar más desagües y canalizaciones para conducir los excesos hídricos en las tormentas intensas. Si tuvieran que definir una prioridad, los intendentes debieran pensar menos en pavimento y más en ampliar desagües y espacios verdes.
Planteado por regiones, resulta inconcebible la descontrolada urbanización de riberas de ríos y de arroyos. En 2015, una trágica crecida se cobró esa factura en Sierras Chicas.
Más políticas sustentables del bosque y la vegetación en las zonas serranas, cabeceras de las cuencas hídricas, resultan también impostergables. Una buena pregunta es cuánto está haciendo Córdoba, y cada localidad cordobesa, para adaptarse. Es un interrogante que cada ciudadano puede plantearles a sus dirigentes, justo ahora, en tiempos en que se promete tanta felicidad futura.

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