21 abr 2019

Agrónomos de Villa María con el discurlo de la BPA

El Puntal de Villa María  (21/04/2019)
Con una posición “a favor del uso racional” de los agroquímicos

Es el delegado local en la Comisión Directiva del Colegio de Ingenieros Agrónomos de la Provincia. Reconoció situaciones de mala praxis que se dieron y marcó como fundamental el rol que les toca
El ingeniero agrónomo Raúl Montalvo aseguró que no está “ni a favor ni en contra” del uso de los agroquímicos e incluso se manifestó optimista en relación con avances que se dan de la mano de una mayor conciencia en la búsqueda de formas alternativas para producir sin generar tanto daño al ambiente.
Montalvo es el delegado de Villa María en el Consejo Directivo del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Córdoba y también es miembro de la regional local de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid).
“No estoy del lado de las multinacionales en el pro uso de los fitosanitarios, que es la palabra más neutral, así como se usan las pastillas para los humanos, esto viene de fito que significa planta y sanitarios que es el cuidado, así sea un insecticida para matar un insecto, un herbicida para una maleza o un fungicida para matar un hongo”, describió. Y siguió: “Ni a favor del uso ni en contra del uso. A favor del uso racional sí. Y los ingenieros agrónomos somos quienes estamos capacitados para prescribir, hacer una receta fitosanitaria”.
Apuntó: “En la Provincia está la Ley N° 9.164, de uso de productos biológicos y fitosanitarios, donde se incluyen todos los herbicidas, insecticidas y fungicidas, y hasta los fertilizantes. Y los ingenieros agrónomos somos los capacitados para hacer la prescripción del producto y esa prescripción siempre es tenida en cuenta en base al medio ambiente”.
Explicó que si se prescribe un insecticida en una zona se debe tener en cuenta qué producción hay en los lotes aledaños e incluso si existe una población cerca. Cerca de las poblaciones se usan productos con “mucha menos residualidad y menos tóxicos”. Reconoció que siempre hay algún grado de toxicidad, pero los productos “utilizados en las condiciones adecuadas tienen menor residualidad y menor impacto ambiental”. Advirtió que por eso, por el conocimiento adquirido, es que a los ingenieros agrónomos les toca avanzar en esas definiciones, también en base a la normativa vigente.
“Nosotros estamos capacitados para hacer eso y somos los que entendemos y ponemos en práctica todo lo que hemos estudiado. Y después están las desidias que hemos vivido. Yo no soy escéptico a eso, han pasado cuestiones de residualidad, de contaminación de suelos, arroyos, de poblaciones con problemas de intoxicación  y eso es la mala praxis. La mala decisión del productor, la mala decisión del ingeniero agrónomo si es que asesoraba, y si es que estaba”, puntualizó.
Consideró que “hay que hacerse cargo” de la parte que le corresponde a cada uno y apuntó que los ingenieros agrónomos deberían estar “en todos lados” y por eso la importancia de ganar espacios “no por una cuestión corporativa, sino de estar donde se tiene que estar”. Indicó que sin un profesional a cargo seguirá habiendo dificultades “con el tema de los fitosanitarios”.
Días atrás el Presidente de la Nación criticó el fallo de un magistrado que prohibió fumigar cerca de una escuela, consultado al respecto Montalvo recordó que la ley provincial establece distintas distancias. “Hay distancias mínimas con productos altamente tóxicos, o que tienen cierta toxicidad y residualidad, y hay distancias menores con productos que tienen menos residualidad y son menos tóxicos”, explicó.
Esos productos se califican según “bandas”, siendo las verde y azul las correspondiente a los menos tóxicos, que son los que “pueden utilizarse hasta el límite entre la población urbana y rural, bajo receta agronómica, bajo dosis prescripta, que desde el laboratorio indican las dosis y están chequeadas, respetando las carencias que son los tiempos de reingreso y de tránsito dentro del lote”. Y están los de banda amarilla y roja, que en esta zona el límite está fijado en los 500 metros, “y a partir de los 1.500 metros ya se pueden utilizar todos los productos”.
Y en ese punto también marcó la necesidad del criterio del profesional. “Si uno ve que es una población rural que está en íntimo contacto con ese campo o una escuela rural, la idea es ni siquiera allanarse a la ley y llegar con productos menos tóxicos,  sino directamente proponer actividades distintas, alternativas o complementarias al uso del fitosanitario. Es realizar una producción que demande menos uso de fitosanitarios. Y dentro de eso también la posibilidad de hacer prácticas nuevas que han surgido como el uso de cultivos de servicios”, describió. Y contó de qué se trata y cómo ya se están probando con buenos resultados, tal como se hace en el INTA Marcos Juárez en un módulo periurbano, prueba que arroja resultados “impresionantes” porque en cuatro años redujeron “en el 80% el uso de fitosanitarios”. 

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