28 ene 2019

El Algarrobal un espacio digno de conservar en Villa María




El Puntal de Villa María  (28/01/2019)
“Queremos que El Algarrobal se declare reserva por el futuro del barrio y la Villa”

Lo dijo José Sánchez, integrante del centro vecinal Malvinas Argentinas. El último monte nativo de la ciudad, con 23 hectáreas y un ecosistema de origen ancestral, corre peligro de desaparecer en manos de un inminente loteo
Cualquier ciudad del mundo puede tener un palacio municipal, un predio ferrourbano y siete puentes. Cualquier ciudad del mundo puede tener, a falta de parque natural, un parque automotor cuyos coches superen ampliamente el número de habitantes. Incluso puede tener dos universidades y ser declarada “Ciudad del Aprendizaje”. Pero lo que no puede tener cualquier ciudad del mundo es un bosque nativo de 23 hectáreas con algarrobos y pájaros latiendo desde el génesis, como lo tiene Villa María.
Se trata, en efecto, de El Algarrobal; un fabuloso ecosistema que, lindando con el Malvinas Argentinas, mágicamente se unió a los barrios del norte. Un predio verde en el desolado mapa de la negra desforestación nacional y provincial; edén donde los árboles se reproducen en una tierra fértil y cantan las aves de todas las especies, acaso hoy más que nunca. Y es que muchas han encontrado entre sus ramas, tras la fumigación y el desmonte, el último refugio en el universo.
Sin embargo y pese al privilegio (o mejor dicho, a “la bendición”) que significa tener un espacio verde semejante, Villa María está a punto de dilapidarlo.
¿La razón? Un loteo caso inminente que se avecina y al que están tratando de frenar tanto los activistas del barrio Malvinas Argentinas junto a los voluntarios de la Asamblea Socioambiental “El monte nativo vuelve”.
Pero ellos son optimistas. No sólo en cuanto a los beneficios del monte (cuya prestación es impagable con la moneda de este mundo) sino y, sobre todo, a la toma de conciencia de las autoridades municipales sobre un tema que involucra de forma directa el futuro.
Por eso decimos que cualquier ciudad del mundo puede tener pavimento y servicio de gas en los suburbios y presumir de su “transformación”. Pero lo que también puede tener es la impericia o la falta de visión (o las dos cosas a la vez) como para perder un don de la naturaleza para siempre. Y en ese sentido, Villa María va camino a ser “cualquier ciudad” o una “ciudad cualquiera”. Esa que ha llenado de cemento el Parque Pereyra y Domínguez (su único pulmón céntrico); esa que quiere vender Plaza Ocampo para que se construya un hotel, y ahora, además, va camino a permitir que se lotee su último bosque nativo. Ese don de la creación que cualquier gran ciudad del mundo pagaría por tener pero que, de momento y por alguna extraña e incomprensible conjunción astral, sólo le pertenece a los villamarienses.

Juguezos en el bosque
En un garage de calle Santiago del Estero frente al playón del barrio, funciona la imprenta de José Sánchez. Miembro del centro vecinal y ecologista, José junto a su esposa Natalia e hijos habitan el barrio desde el 2009. “Fuimos una de las primeras familias de esta cuadra”, comenta con orgullo.

-¿Y sabías de El Algarrobal?
-No. Y de hecho, lo descubrí cuando llegamos. Y me pareció fabuloso tener a cuatro cuadras este ecosistema. Aunque antes sólo funcionaba como contención y por eso no lo talaron, porque absorbía el agua de las lluvias. De hecho, en el medio hay una laguna artificial.

-Y un día redactaste un proyecto para que el monte fuese declarado reserva natural...
-Si. El intendente Martín Gill nos había convocado a los vecinos para hacer un diplomado de gestión vecinal y yo participé. Y como había que presentar un proyecto final relacionado con el barrio o la ciudad, yo armé este proyecto.

-Por lo visto, la ecología te toca muy de cecra...
-Sí, y no sólo por el barrio sino por Córdoba, que es una de las provincias más deforestadas del país. Acá se ha desmontado el 97 por ciento del monte virgen. Y algo de ese 3 por ciento está en el Malvinas Argentinas... ¿Cómo no lo vamos a defender y cuidar?

-¿Se puede declarar reserva al Algarrobal?
-Ojalá... Esa es nuestra lucha. Pero no será un tema fácil. Hay que tener tiempo para ir al Municipio, gestionar y averiguar quiénes son los dueños de las tierras.

-Por suerte no estás solo...
-No. Todo se hizo más fácil cuando conocí a un grupo de estudiantes y profesores de la UNVM que estaba interesado en preservar el monte nativo. Juntos fundamos la Asamblea Socioambiental y elaboramos un proyecto en conjunto, que presentamos en noviembre pasado en el Concejo Deliberante.

-¿Y qué les dijeron?
-Que lo presentáramos más adelante porque ellos tenían que expedirse por el “sí” o por el “no”. Y no querían rebotarnos un proyecto ecológico que está muy bueno y que es para la ciudad.

-¿Y por qué lo vetarian?
-Porque para aprobarlo tenían que expropiar los terrenos. Y, según nos dijeron, no tenían el dinero suficiente. Aparentemente hay cuatro o cinco dueños de los terrenos y quieren hacer un loteo para construir; algo que ya es casi un hecho...

-¿Y al final lo presentaron?
-Sí. Y como nos habían advertido, lo rechazaron. Igual, quedamos en colaborar, creando un grupo de trabajo entre la asamblea y el Concejo con la idea de buscar fondos, ya sea con empresas privadas o en el exterior para poder expropiar o comprar los terrenos. Pero no sabemos el valor de esas tierras.

-¿Y cómo están las negociaciones?
-De momento nos prometieron que El Algarrobal será declarado “patrimonio cultural y natural”. Aún no lo hicieron, pero con esa medida estará resguardado; ya que si alguien quiera edificar tendrá que pedir permiso. La idea es que esto se mantenga hasta que apruebe el proyecto.

-¿Hay otras razones para que no se lotee El Algarrobal?
-Muchas. Germán Tisera del Área de Medioambiente, hizo un trabajo sobre los paliocauces, que son los antiguos brazos del río. El barrio Vista Verde, por ejemplo, está sobre un paliocauce y por eso se inunda todo el tiempo, porque es el lugar natural hacia donde baja el agua. Y “El Algarrobal” está en zona de bajorrelieve también. Si lo edifican, se va a inundar siempre. Pero ya sin bosque para absorber el agua se irá a otros barrios.

-¿Cuál es la importancia de El Algarrobal para los vecinos?
-Es fundamental para que los chicos crezcan con la vivencia de la naturaleza. Queremos que El Algarrobal se declare reserva natural y pluricultural por el futuro del barrio y de la Villa toda.

De maestra jardinera a ecologista 
Pamela Demarchi está a punto de recibirse de maestra jardinera. Y acaso pocos años atrás no hubiera soñado que se convertiría en militante en favor de la naturaleza. Pero eso fue lo que pasó; y de este modo explica su curiosa metamorfosis.
“En realidad empecé a militar casi sin querer. Me fui enterando de lo que pasaba en El Algarrobal por amigos en común, estudiantes de la Licenciatura en Medioambiente y Energías Renovables de la UNVM que me fueron contando. Ellos habían empezado a trabajar en el monte por cuestiones de la carrera y se empezó a mover la noticia: la existencia de un monte urbano de gran importancia ecológica. También tengo amigos en común de Takku Reforestaciones, un vivero de especies autóctonas que lleva adelante y a pulmón una familia de la ciudad. O sea que cada día fui escuchando un poco más sobre el montecito de algarrobos hasta que me acerqué”.

-¿Y creés que hubo un día concreto en que empezaste con tu actividad?
-Sí, creo que fue el día en que el gobernador Schiaretti vino a la ciudad y se organizó un escrache en el Concejo. Fue en el año 2017. Él había hecho la apertura legislativa diciendo que la prioridad iba a ser el ambiente, y todavía tenemos postergada la ley de ordenamiento territorial en la provincia. Y no está actualizada qué es y no es zona roja y zona verde. Y entonces la ley de bosques no se puede aplicar. Mientras tanto, van aprobando leyes que van en contra del espíritu por conservar la naturaleza de la provincia. Ese día del escrache me encontré con muchas de las personas con las que después se inició la asamblea.

-¿Te considerás ecologista?
-No exactamente, yo no siento que haga nada en especial sino que participo como simple ciudadana. Veo que la ciudad crece mucho y los intendentes hacen chapa con eso. Pero esa noticia es un arma de doble filo; ya que trae aparejada una explosión urbana mórbida. Se empieza a construir en lugares donde no se debe ni puede; se tala, se contamina y no vemos que haya un criterio sobre las especies que se cuidan. Y Córdoba está entre las primeras diez provincias a nivel mundial de mayores tasas de deforestación. O sea que en la Ciudad del Aprendizaje y de Mayor Crecimiento no hay criterios ecológicos. De hecho, predominan los principios de “ecocidio” más que ecológicos.

Un monte para la ciudad, las universidades y las escuelas

-¿Cómo ves la relación entre la universidad y la realidad ecológica de Villa María?
-Creo que la universidad va a tener un papel fundamental en el desarrollo ecológico. Sobre todo desde carreras como la licenciatura en Medioambiente y Energías Renovables. De hecho, muchos estudiantes junto a José y la gente del centro vecinal estuvieron diseñando proyectos muy interesantes, en vista de la declaración del montecito como reserva natural y pluricultural.

-¿Como cuáles?
-Como realizar visitas guiadas con los colegios primarios y secundarios de la ciudad, explicar y vivenciar un ecosistema y que los chicos participen en el sembrado de especies autóctonas.

-Muchos cuestionan que los proyectos ecológicos impiden el progreso laboral ¿Cómo lo ves?
-Es exactamente lo contrario. El cambio de paradigma o la vuelta al cuidado del ambiente no puede traer más que beneficios. Incluso en lo laboral imaginamos varios emprendimientos como fabricar harina de algarroba de las chauchas caídas y preparar pastelería autóctona, una suerte de emprendimiento gastronómico que también generaría ingresos y una suerte de turismo intercultural.

-¿Hubo para vos un antes y un después desde que participás de la asamblea?
-Totalmente. Es increíble todas las cosas que aprendí en este tiempo. No me considero una especialista, sólo alguien que se interesa por llevar una vida más humana y en contacto con la naturaleza. Al principio no creí que pudiera aportar como maestra. Pero luego supe que sí, que eso me facilitaba el armado de charlas en los colegios, que eso es lo que hago todo el tiempo. Así como me pasó a mí, todo el que se quiera sumar a la asamblea puede aportar muchísimo, aunque aún no lo sepa.

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Tissera dijo que intentarán preservar el monte, y Bustamante demandó una “decisión política”

El director de Ambiente del Municipio y el edil de la oposición hablaron sobre un proyecto que, de aprobarse, será un antes y un después. Se viene una Villa que sólo podrá ser concebida desde la ecología
 Villa María tiene la oportunidad histórica de tener su propio “Central Park”; casi a imagen y semejanza del bosque nativo más grande de Nueva York. Sólo que no se trata de las 340 hectáreas de Manhattan sino de un perímetro diez veces más chico. Salvando el tamaño, el concepto es el mismo. Porque tanto sus ancestrales algarrobos como su inmemorial ecosistema respiran pura y verde luz a espaldas de barrio Malvinas Argentinas, uno de los más nuevos y de mayor proyección de toda la ciudad. Y, de declararse reserva natural, estaría a un paso de darle a Villa María un pulmón verde latiendo en la urbe desde la creación del mundo.

Monte nativo en la mira
Lo cierto es que, desde que en noviembre pasado la Asamblea Socioambiental “El Monte Nativo Vuelve” junto a miembros del centro vecinal del barrio presentaron el proyecto de declarar “reserva natural” al predio, El Algarrobal está en el tapete del Concejo Deliberante de Villa María. Y mucho tendrá que ver con el futuro ecológico de la ciudad la decisión que el organismo tome al respecto.
Mientras tanto, se habla de un inminente loteo de esas tierras en manos de sus propietarios.
La pregunta del millón es: ¿hay posibilidades concretas de declarar “reserva natural” esas 23 hectáreas de bosque? O para decirlo sin eufemismos: ¿hay dinero suficiente para expropiar las tierras a los dueños y comprometerse con un proyecto de semejante envergadura?
Bustamante: “El Ejecutivo no tiene un proyecto ecológico de ciudad”
Para el concejal Gustavo Bustamante, militante radical y concejal por el bloque “Juntos por Villa María” no hay dudas: “el Ejecutivo no tiene la decisión política de declarar reserva natural al Algarrobal”

-¿Por qué?
-Ellos aducen que no hay dinero para la expropiación de las tierras. Pero por otro lado, nadie averiguó a cuánto asciende ese valor, ni tramitaron la ayuda económica de Nación o Provincia. Por otro lado hay algo que no se dice y es que los arreglos en el Parque Pereyra y Domínguez van a tener un costo superior a los 45 millones de pesos. ¿Es, entonces, un problema de falta de plata o de falta de voluntad?”

-¿Qué pensás del proyecto que presentó la Asamblea Socioambiental al Concejo?
-Me parece muy interesante lo que están haciendo estos chicos; pero si no tenemos la pata principal que es la voluntad política del Ejecutivo, siempre vamos a estar hablando en el aire.

-¿Pensás que hacen falta más espacios verdes en la ciudad?
-Totalmente. Considero que los espacios verdes serán fundamentales para los tiempos que vendrán. Y dentro de la plataforma que estoy armando para proponerme como intendente, quiero que Villa María se constituya en una ciudad con récord mundial en espacios verdes.

-¿Por qué no los hay en la medida en que, según vos, debería?
-Porque esta ciudad no tiene un rumbo y mucho menos a nivel ecológico. Siguen tratando de vender Plaza Ocampo, que es un espacio verde y una plaza pública. Y ese no es el camino para el crecimiento verdadero. Menos en el futuro, donde cada espacio verde será el mayor tesoro de las ciudades”.

Tissera: “Es intención del Municipio preservar este lugar”
Por su parte, en diálogo telefónico con este matutino, el director de Ambiente, el geólogo Germán Tissera, dio el punto de vista del Municipio.
“Los chicos estuvieron reunidos con nosotros en diciembre y el Municipio les hizo saber lo caro que sería una expropiación. Igual hemos empezado los trámites con la Provincia para declarar El Algarrobal “zona roja” dentro de la ley de bosques. Sé que los chicos estarán presentando algo nuevo muy pronto. Lo que nosotros hicimos como Municipio y teniendo en cuenta la posibilidad de un inminente loteo, es proteger los árboles mediante una ordenanza, no sólo en forma individual sino también como grupo”.

-¿Se sabe el valor de la expropiación?
-De momento no. Sólo te puedo decir que expropiar un sector urbano de casi 30 hectáreas de perímetro y con todos los servicios, es carísimo. Es intención del municipio buscar los canales para preservar este lugar. La idea es tratar de generar los fondos de algún lado, e incluir la reserva en el mapa provincial, que generalmente declara esos lugares en sitios serranos y no en zonas rurales. Pero el mes de enero es tiempo de receso en la provincia. Estamos esperando que todo se reactive para insistir. Y seguimos en contacto permanente con los chicos de la Asamblea para ir juntos, y que este proceso se mueva a otro ritmo.

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El Algarrobal

Al fondo del barrio Malvinas hay una esquina sin casas ni ochavas. Y desde su cartel caído como en las encrucijadas del bosque, pareciera anunciar la entrada a un predio abandonado. Y, en efecto, basta con cruzar la última calle asfaltada para abandonar los últimos baldíos de las 400 viviendas y adentrarse definitivamente en El Algarrobal; ese pequeño edén villamariense que la desidia o la ignorancia (y a veces las dos juntas) han convertido en basural o sitio de mala fama con inminente loteo.
La esquina apunta sus flechas hacia el piso o hacia las nubes, como si anunciara una frontera imposible en el mapa nacional de la “realidad”: Tucumán y Neuquén, que jamás se tocan.
Pero acaso, si esa frontera empezara a volverse posible, quizás estaríamos contribuyendo a una evolución interprovincial sin precedentes. Y entonces Córdoba quizás dejara de ser una de las provincias con mayor tasa de “ecocidios” en el mundo y pasara de “asesina serial de montes vírgenes” a guardiana y protectora de árboles y pájaros.
Sí. Hay una esquina al fondo de barrio Malvinas sin casas ni ochavas. Una esquina de cartel caído que, más que a un bosque encantado pareciera anunciar un mundo desencantado.
De momento, parece una esquina del pasado. O acaso del peor de los presentes posibles; este “aquí y ahora” en donde la naturaleza entera está herida de muerte en el planeta.
Y acaso el desafío simbólico, o lo que más profundamente pida la intersección de Tucumán y Neuquén, es volverse una “esquina del futuro”. Esa que anuncie la entrada a una reserva natural y pluricultural ante cuyo nombre ya se escuche el canto de las aves y el viento entre las ramas. Esa que venga a decir que, a pesar de todo, Villa María fue un día la ciudad que cambió el falso progreso de su parque automotor por la verdad inalienable de los parques de la vida. Esa que hizo de un viejo basural con laguna de contención y loteo inminente un “Central Park” al norte de la ciudad. Para que su mapa urbano se vuelva cada vez más verde y desde esa esquina, como una soñada confluencia de dos ríos sumerios al este del Edén, se anuncie la entrada al paraíso.

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