25 nov 2018

La basura otra vez eje de polémica entre Mestre y Provincia

La Voz del Interior (25/11/2018)
La basura quedó en el centro de la escena política

Mestre apuesta a que desde el sábado haya una mejora notable en la recolección. Pero el Surrbac el sábado tiene fiesta.
Una escuela de barrio Yofre Sur de la ciudad de Córdoba hace dos semanas que no dicta clases porque el humo y el hedor que emanan de un basural hacen irrespirable el aire de sus aulas. Los chicos irán a otra escuela para poder completar el ciclo lectivo. La decisión sanitario-educativa de la Provincia constituye –es difícil determinar si esto es causa o efecto de la medida– un claro mensaje político del gobernador Juan Schiaretti: “Ramón Mestre quiere ser gobernador y no puede juntar la basura”, repiten en el Centro Cívico.
Dos cosas dice ese mensaje. La primera es que, más allá del resultado de la farragosa e imprevisible interna de Cambiemos –de si, al final, el candidato a gobernador es el actual intendente de la ciudad de Córdoba o es el diputado Mario Negri–, el peronismo ya eligió como rival a la gestión municipal de Mestre, en su objetivo de cumplir un cuarto de siglo en el poder provincial y controlar también la ciudad de Córdoba.
La otra evidencia es que, mientras la dirigencia política oficialista y opositora consume encuestas de modo compulsivo y no saca la cabeza del armado electoral, de la manipulación de la fecha de las elecciones y de las candidaturas, la basura es la metáfora permanente de la degradación de la vida ciudadana.
Mestre tiene esta semana la oportunidad de comenzar a revertir el juicio unánime sobre su gestión en materia de higiene. De demostrar que el nuevo sistema que licitó es capaz de juntar la basura seis veces por semana y que las empresas a las que ya les concedió cerca del 15 por ciento del presupuesto municipal de la próxima década están preparadas para esa tarea. Está claro que, en los siete años que ya transcurrieron, no acertó en una cosa ni en la otra.
El debut de ese nuevo esquema es el próximo sábado. El municipio prepara un desembarco con 90 camiones flamantes, 3.500 contenedores nuevos en las calles, barredoras y nuevas rutas, y confía que luego de meses de recolección errática, el cambio sea ostensible para los vecinos de la Capital.
Los preparativos incluyen una salvedad: el cambio de escenario que Mestre planea para diciembre ocurrirá si el Surrbac lo permite.
El gremio poderoso y prepotente que conduce Mauricio Saillén tiene grandes planes para el sábado próximo, pero no pasan por el debut del nuevo sistema: esa noche es la fiesta suntuosa que le cuesta más de ocho mil pesos a cada recolector.
El viernes pasado, el municipio logró sobre la hora evitar un nuevo paro y todavía no terminó de definirse el traspaso de los empleados –en especial, de los delegados gremiales– a las futuras prestatarias. Los obstáculos surgen a cada paso y en el Palacio 6 de Julio existe la certeza de que el peronismo alienta de modo permanente los arranques extorsivos del Surrbac.
Lo real es que en los próximos días se define buena parte de la suerte de Mestre. La basura es una prueba de fuego. Pero, además, el intendente intenta precipitar las cosas en Cambiemos para que el 10 de diciembre esté definido, al menos, el mecanismo de elección del candidato a gobernador. El plan A de Mestre es idéntico al de Negri: que un acuerdo entre el radicalismo y el PRO defina la lista.
Pero Negri propone confiar en las encuestas y arribar a la definición mediante un método “no sangriento”, y Mestre sólo acepta esa vía en el caso de que las encuestas le den favorables a él.
El plan B del intendente es convencer a todo Cambiemos de ir a una especie de interna abierta. El plan C es cortarse solo, con el radicalismo y la lista 3. A esta altura, lo que está muy claro es que Mestre no aceptará ningún plan que no lo tenga a él como candidato.
Negri continúa un intenso raid entre el convulsionado bloque que conduce en la Cámara de Diputados y el interior de Córdoba. Considera que una interna es suicida y muestra encuestas que lo ubican mejor posicionado que a Mestre. Lo real es que el episodio que lo dejó a Negri fuera del Consejo de la Magistratura la semana pasada caló hondo en el radicalismo. Y también tiene incidencia en la recrudecida interna con Mestre.
Mientras Cambiemos vacila, Schiaretti exagera gestos lo suficientemente ambiguos como para que nadie que alguna vez se haya dicho peronista en Córdoba quede fuera de su radar.
Si hace 10 días no trepidó en pactar con el kirchnerismo para desalojar a Negri del Consejo de la Magistratura, la semana pasada avanzó, en paralelo, con el intento de un frente opositor a Macri con Sergio Massa, Miguel Pichetto y otros ocho gobernadores que solían decir que Cristina Fernández era el límite, y al día siguiente promocionó su reunión con Daniel Scioli. ¿Cuál era el límite?
La banca perdida en el Consejo de la Magistratura sigue doliendo entre los radicales, que ya observan otros efectos: por ejemplo, que siete días después de que el peronismo se quedara con ese espacio, una cámara porteña sobreseyera por prescripción a Schiaretti en la causa por el supuesto cobro de sobresueldos en la década de 1990. Ocurrió el viernes pasado y el gobernador, que se encontraba procesado, tiene un problema menos.

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