19 ago 2018

El Suquía casi sin vida después de Bajo Grande




La Voz del Interior (19/08/2018)
El Suquía ya casi no tiene peces aguas abajo de Bajo Grande

Aguas abajo de la ciudad de Córdoba, el Suquía va camino a ser un río sin vida. La contaminación generada por la propia ciudad, en especial por la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Bajo Grande, y la presencia de agroquímicos no dejan que prospere ningún pez.
Investigadores del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (Idea) de la Universidad Nacional de Córdoba y Conicet estudian este sector del río desde hace años. Para su trabajo necesitan realizar capturas con redes.
Entre 1998 y 2002, Andrea Hued, de esta institución, realizó un trabajo en toda la cuenca del río Suquía. En aquella época también se sentía la contaminación aguas abajo de Bajo Grande, pero la abundancia y diversidad de peces era mayor.
Las capturas incluían orilleros, mojarras, mojarritas, bagrecitos, limpiafondos y viejas del agua.
Y por supuesto también estaba presente el Gambusia affinis, el pez mosquito. Esta especie tiene una gran capacidad de resistencia a diferentes condiciones ambientales y está incluida entre las 100 especies invasoras más dañinas, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
En las últimas campañas realizadas por Hued, no lograron capturar ni siquiera un solo ejemplar del pez mosquito. “Fuimos el viernes pasado a Villa Corazón de María y Capilla de los Remedios y no encontramos peces. No sólo no encontramos la especie que nos interesa, sino que no hay ningún pez. Sacamos un lodo asqueroso con olor a podrido”, cuenta Hued.
La científica explica que hay tres especies de orilleros que siempre están presentes en los ríos a pesar de que estén contaminados. “El primero que desapareció fue el Jenynsia multidentata, después el Gambusia affinis y ahora el Cnesterodon decemmaculatus”, enumera.
Y agrega: “Estamos hablando de una extinción local de estas especies. No hay mortandad de peces como ocurre cuando hay algún vertido contaminante. Pero la población va migrando lentamente a través de los años para alejarse de los sectores más contaminados”.

Problemas sexuales
Los investigadores pudieron completar a duras penas el último estudio sobre la especie Cnesterodon decemmaculatus. Este trabajo, publicado hace unas semana en la revista científica Science of the Total Environment, puede explicar en parte por qué los peces están desapareciendo.
El equipo –integrado por Micaela Zambrano, Gisela Rautenberg, Alejo Bonifacio, Iohanna Filippi, Valeria Amé y Rocío Bonansea– analizó el sistema reproductivo de los ejemplares machos capturados en este sector del río Suquía y los comparó con ejemplares recuperados en otros tres puntos aguas arriba de este curso de agua.
Los investigadores también analizaron la calidad de agua y elaboraron un índice. En el río Yuspe, este índice fue del 95 por ciento. En la zona de Casa Bamba, fue del 90,8 por ciento. En el puente Cantón, plena ciudad de Córdoba, fue del 72,3 por ciento, mientras que en Villa Corazón de María llegó al 50,9 por ciento.
El órgano copulatorio de los peces se llama gonopodio, el cual permite transferir el esperma hacia la hembra. El órgano se desarrolla por acción de hormonas masculinas.
“Pero si el individuo ha estado expuesto a sustancias que interrumpen la acción de estas hormonas u otras que imitan a las hormonas femeninas, puede verse afectado en su longitud o bien en las estructuras óseas internas que lo conforman”, explica Hued. Y si la especie no se puede reproducir, su supervivencia está en riesgo.
Los investigadores encontraron que aguas abajo de Bajo Grande los peces mostraban anormalidades en las estructuras del gonopodio.
Un ejemplo es lo que se conoce como el filamento gonopodial. En los peces capturados en el río Yuspe, tributario sin contaminación del Suquía, esta estructura medía 1,08 milímetros en promedio. En los ejemplares recolectados en Villa Corazón de María, el tamaño se redujo a 0,94 milímetros.
“Los cambios no llegan ni a milímetros, pero en proporción es mucho ya que son peces que tienen sólo dos centímetros. Un cambio milimétrico puede hacer la diferencia. También hay alteración en las forma de estas estructuras reproductivas que pueden provocar fallas durante la copulación”, explica Hued.

En la ciudad, también
Los investigadores también tomaron muestras de peces en el Puente Cantón, dentro de la ciudad de Córdoba.
A pesar de que este sector todavía no recibió los efluentes de Bajo Grande, los peces sienten la contaminación de la ciudad. “Este sector recibe las escorrentías de la zona central, que arrastran la contaminación de los vehículos. Además, el análisis de agua arrojó la presencia de pesticidas conocidos por su efecto estrogénico, como el dieldrin”, dice el trabajo.

Peces como alarma
Hued explica que monitorear la contaminación del río a través de los peces tiene sus ventajas por sobre los clásicos análisis físico-químico y microbiológicos.
“Estos análisis son instantáneas de la contaminación del río. Es una foto de su calidad de agua de ese momento, la cual puede estar condicionada por una creciente u otro factor”, dice la científica.
Y agrega: “Los peces reflejan la contaminación del río a lo largo del tiempo. Puede haber cesado y no aparecer en los análisis, pero el animal la conserva adentro porque tiene algún órgano dañado o algún problema morfológico”.

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