21 ene 2018

Villa María: basural del Botta, tema de nunca acabar



El Diario de Villa María (21/01/2018)
El basural del Botta sigue siendo un cesto de residuos de empresas y particulares

Pese a las promesas oficiales, persiste el basural a cielo abierto
Lo que arrojan en el lugar excede a lo permitido cuando se firmó el acuerdo en 2013. EL DIARIO recorrió el espacio
Pese a las promesas del intendente Martín Gill, persiste el basural a cielo abierto del barrio Felipe Botta, una clara representación contra el medio ambiente que se erige en medio de zonas pobladas.
EL DIARIO recorrió el lugar y halló un sinfín de elementos que demuestran que el espacio, contiguo a una de las tres lagunas de retardo que hay en la ciudad, continúa siendo el cesto de residuos de particulares y empresas.
Televisores y otros electrodomésticos están mezclados con pañales, neumáticos, mesas, colchones, sillas, maderas, restos de poda, bloques de cemento, entre otras cosas. Pululan las ratas.
Si uno busca ingresar al predio por barrio Felipe Botta, se encontrará conque ya no está el acceso de antes y que creció vegetación contra el alambrado, lo que da la sensación de que el basural está cerrado. Sin embargo, hay un ingreso más adelante (algo escondido, colindante con el terreno de una familia del sector) y además existe otra apertura desde el loteo ubicado frente a la ruta nacional 158, en donde avanza la construcción de numerosas viviendas.
La llegada de este matutino al lugar desde ese loteo fue del todo gráfica. Desde una chata, un hombre dio el dato clave: “¿Vienen a tirar basura? La entrada está más adelante”, nos señaló.
Efectivamente, a menos de cien metros se podía acceder al impactante espacio.
“Los días de la semana hay una persona cuidando el lugar”, aseguró un vecino, que afirmó que “de noche todo es oscuridad, no hay ni una vela”.
Destacó que el terreno “sigue siendo tierra de nadie, vienen desde pequeñas empresas a ciudadanos comunes a tirar basura”. “Es un desastre. Acá no cambió nada”, ilustró.
Un habitante de la zona puso camalotes en la laguna, que se reprodujeron y que pintó de verde todo el espacio. “Lo hice para favorecer al medio ambiente, porque los camalotes se alimentan de la porquería y terminan generando oxígeno. En dos años hubo un cambio con esto, que garantiza que el agua esté menos contaminada, porque la purifica”, aseguró.
En 2013, el municipio -en ese entonces a cargo de Eduardo Accastello- firmó un contrato de comodato con la familia Genovese, dueña del predio que hoy es basural. El convenio estableció que el lugar podía ser usado para repletado de suelo del socavado existente, mediante volcamiento de escombros, restos de poda chipeada, tierra y arena, entre otros similares, quedando expresamente prohibido el relleno con residuos sólidos urbanos, peligrosos y patógenos.
Este acuerdo finaliza este año, pero ya en 2017 Genovese buscó concluirlo argumentando que el municipio no cumplió con su parte, vinculada al pago de sus impuestos.

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