28 oct 2017

Los "oscurantistas del ambiente", defendiendo a Monsanto

La Voz del Interior (28/10/2017)
Oscurantistas del ambiente, nos deben U$S 30 millones

No se sabe cómo podrían hacerlo. Pero los ambientalistas que frenaron la radicación de una semillera de Monsanto en Malvinas Argentinas deberían empezar a juntar lo antes posible unos 30 millones de dólares.
Un poco más que eso es lo que va a invertir un consorcio privado para construir una planta de energía renovable en Rojas (Buenos Aires), donde finalmente Monsanto amplió la planta que tenía al frustrarse su instalación en Córdoba. La usina, que alcanzará para abastecer más o menos a un tercio de la ciudad, estaba desde hace tiempo en barbecho. Pero ahora acaba de presentarse a las licitaciones de energía renovable del Renovar II.
La chala y los marlos, dos de los residuos que aquí demonizó un ambientalismo de Edad Media para prohibir la inversión de una marca ya considerada diabólica, será el insumo fundamental.
La cuestión es sencilla de entender si no hay anteojeras: en lugar de sacar gas natural o petróleo y lanzar a la atmósf era millones de toneladas adicionales de carbono que hasta ahora estaban atrapadas en las entrañas de la Tierra, quemar marlos y chala no agrega carbono extra al aire porque, previamente, debió haber crecido una planta de maíz que, para producir marlos y chala, le robó al aire la misma cantidad de carbono.
O sea: Córdoba, la mayor productora relativa de maíz en el país y una de las grandes zonas productoras en el mundo de ese grano, no sólo debe seguir importando las semillas que siembra cada año.
También se perdió una usina limpia. Estas generadoras serían inviables si tuvieran que juntar chalas y marlos y acarrearlos. Por eso sólo se instalan donde alguien más ya los juntó. Como en un semillero.
Pero además, Córdoba ahuyentó inversiones parecidas. Como la que analizaba Syngenta. De hecho, el mismo consorcio de Rojas –formado por BAS, Global Dominion Access y ADBlick Agro– instalará una generadora igual en Venado Tuerto (Santa Fe), donde hay cuatro semilleras, entre ellas la de Syngenta.
O sea que es probable que nuestro ambientalismo de acné debiera reunir 65 millones de dólares (que es lo que costarán las dos plantas de Venado Tuerto y Rojas) para resarcir a los cordobeses por la carencia, no de una, sino de dos potenciales generadoras. Si no se tratara de energías renovables, no les reclamaríamos nada. Pero como lo son, cabe al menos recriminarles el daño a los líderes de esas movidas, a los pequeños partidos políticos de izquierda y a los sectores universitarios que les dieron manija y a los “expertos” que les dieron letra.
También hay que reclamar a todos los partidos de gobierno concretos y potenciales de la provincia y del país, al Gobierno provincial del momento y a los organismos estatales encargados de verificar, controlar y certificar los estándares ambientales, que se dejaron apretar con cobardía por un grupo que portaba cuatro pancartas.
Reconocimiento especial para el exintendente de Río Cuarto, Juan Jure, que, con la ayuda de la poco iluminista Universidad Nacional de Río Cuarto, casi seguro violó la Constitución. Fue por prohibir, en un perímetro industrial, la actividad no de una planta productora de nada sino de un mero laboratorio, que finalmente se instaló también en Rojas, sin que hasta el momento se hayan reportado víctimas ni deformaciones genéticas en esa población.
El oscurantismo riocuartense no sólo perdió un laboratorio. Los vecinos de la ciudad también pueden ir agradeciendo a Jure el juicio que casi seguro se van a ligar, dado que el Tribunal Superior de Justicia habilitó hace poco a Monsanto para demandar un resarcimiento por daños.
Mientras, ambientalistas y no ambientalistas podemos seguir consumiendo, en el altar de nuestro atraso, electricidad generada con carbono que estaba atrapado, en lugar de hacerlo con el que ya está en el aire.
Salud para todos.

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