8 abr 2017

Y si no es un "tris" de desastres ambientales?

La Voz del Interior (08/04/2017)
La ciudad que vive a un tris de varios desastres ambientales

Córdoba no para de sumar focos de riesgo y no logra mitigar ninguno.
El gobernador Juan Schiaretti interrumpió hace 10 días sus vacaciones porque entendió que Córdoba estaba “a un tris del desastre ambiental”, por un riesgo que hasta ese momento casi nadie consideraba: los residuos peligrosos provenientes de varias provincias que se acumulan en la planta de Taym, muy cerca del maltrecho canal Los Molinos, que le lleva agua a un tercio de la capital provincial.
Esos residuos industriales también están a metros del sitio donde la Provincia autorizó que todos los municipios del Gran Córdoba –en primer lugar, la Capital– entierren por 30 años su basura.
El Ersep y Aguas Cordobesas aseguraron que no hubo contaminación de la red. Y nadie pudo probar lo contrario. Pero la desconfianza hizo que miles de cordobeses de la zona sur dejaran de tomar agua de la canilla y en paralelo eliminó la posibilidad de que los vecinos de Villa Parque Santa Ana acepten ese complejo ambiental de Cormecor, cuyo inicio bloquean desde hace meses.
Ese conflicto, a su vez, condena a la Capital a seguir depositando basura en el actual predio, precario desde siempre y ya casi superado en su capacidad.
Lo que dejó el episodio Taym es la plena certeza de nuevos riesgos ambientales en una ciudad que no para de incorporar focos de contaminación y que no logra mitigar ninguno.
Ayer, el Concejo Deliberante de la ciudad de Córdoba aprobó los pliegos para adjudicar por ocho años el servicio de recolección de basura. Esas condiciones de contratación de nuevas empresas –que pueden ser las mismas– suman algunas mejoras respecto del proyecto inicial del Ejecutivo, pero no prevén soluciones para los 150 basurales a cielo abierto que hay en plena Capital.
Esos focos ya son parte del paisaje degradado de los barrios cordobeses. Integran el amplio catálogo de los desastres ambientales habituales: pese a que suponen riesgos para la salud, ya no inquietan ni a los vecinos.
Del mismo modo que en Alta Córdoba volvió a funcionar –sin que nada cambie– la planta de Dioxitek que antes el intendente Ramón Mestre había clausurado por riesgosa. Y mientras el desastre que es el tránsito eleva los índices de polución que ya nadie mide.
La ciudad tiene otra fuente de estragos ambientales cotidianos y peligrosos: las amplias zonas que a diario están cubiertas de aguas servidas.
Ese fluir hediondo y contaminante se observa de modo permanente, pero esta semana ocurrió –en varias ocasiones– en el lugar donde bajo ninguna circunstancia puede ocurrir: el Polo Sanitario donde funcionan los hospitales San Roque, Rawson, de Niños y Oncológico Provincial. Los directores de los centros de salud se cansaron de denunciar el riesgo que implicaba esa situación, pero las soluciones municipales demoraron y ningún fiscal tomó nota de este desastre.
Tampoco del hecho de que buena parte de la planta de tratamiento de líquidos cloacales de Bajo Grande esté fuera de funcionamiento –según los empleados, las instalaciones trabajan al 30 por ciento– y el Suquía se parezca a una cámara séptica.
Demasiado para una sola ciudad.

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