22 abr 2017

Enparchando la ciudad, la planificación en el olvido



La Voz del Interior (22/04/2017)
Del planeamiento al 'parcheamiento' urbano

Tres propuestas de ordenanza que aún deben discutirse en el Concejo Deliberante de la ciudad de Córdoba recogen la preocupación de muchos vecinos de barrios tradicionales. Las iniciativas impulsan la suspensión por 10 años de todos los emprendimientos que no sean exclusivamente residenciales en Jardín Espinosa, Rogelio Martínez y Villa Belgrano.
Se trata de una medida extrema, que congelaría por una década a tres áreas urbanas. Esa legislación de emergencia se propone ante la evidencia de que el municipio no define qué perfil deben tener esas zonas a futuro ni cuál es el modo de evitar que el desarrollo comercial e inmobiliario arrase para siempre con la vida barrial. Sería un parche, admiten quienes apoyan esa medida y quienes la rechazan.
La evidencia de lo que esos vecinos temen está en el Cerro de las Rosas, barrio que durante décadas fue el ícono de la vida residencial y que hoy es símbolo de los conflictos que genera la saturación comercial y gastronómica en calles internas que hasta hace poco eran apacibles y hoy están desbordadas de autos, de basura y de líquidos cloacales.
Pero ese fenómeno en el Cerro es consecuencia de otro parche anterior: hace dos años, a propuesta del Ejecutivo municipal, una ordenanza flexibilizó las normas de uso del suelo que durante décadas restringieron esas actividades a las avenidas principales de los barrios. Ese cambio normativo generó la inmediata transformación de la calle Luis de Tejeda y desató los conflictos vecinales.
Si de parches se trata, es probable que la semana próxima ingrese al Concejo una ordenanza que –por la vía de la excepción– permitirá otorgar los finales de obra a decenas de loteos que están trabados desde hace años en oficinas del Palacio 6 de Julio, tanto por culpa de la burocracia municipal como por incumplimientos de los desarrollistas en la ejecución de la infraestructura que exige la ordenanza de loteos.
De repente, la Capital se quedó sin lotes en condiciones de ser escriturados, y los cordobeses que quieren una casa propia dentro de la ciudad se quedaron sin la posibilidad de acceder a créditos hipotecarios. Un enorme parche salvará ahora tanto la ineficiencia municipal como los incumplimientos de los loteadores: todos esos loteos se darán por aprobados sin estar terminados, con el riesgo de que los compradores luego tarden años en contar con los servicios mínimos.
Otro modo sistemático de reemplazar con parches legislativos concebidos a medida lo que antes establecían las normas urbanísticas de alcance general son los convenios urbanísticos, acuerdos de partes que permiten que los desarrollistas hagan lo que las normas urbanísticas no permiten, a cambio de beneficiar a la ciudad con obras. Cuánto ganan y cuánto aportan los empresarios fue objeto de controversia en cada uno de los más de 40 acuerdos urbanísticos ya concretados.
Pero aun cuando se tratara de un gran negocio para la ciudad, ya nadie sabe bien para qué están las normativas que supuestamente marcan el rumbo de cómo, cuánto y hacia dónde debe crecer Córdoba para hacerlo de modo sustentable. Esas ordenanzas son la 8.133 (uso del suelo), la 8.256 (ocupación), la 9.387 (Código de Edificación) y la 9.843 (grandes superficies comerciales). Son tantos los parches que se aplicaron sobre lo que ellas establecen que ya no se sabe bien para quién rigen.
Es posible que esas normas ya no sirvan para guiar el desarrollo urbano de la Capital y deban concebirse otras, acordes con un planeamiento urbano que también parece, a menudo, ausente. Lejos de esa discusión, la ciudad sigue fabricando parches.

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