20 feb 2017

Las balsas en Los Molinos: abandono injustificable



La Voz del Interior (20/02/2017)
Un abandono injustificable

Un rincón del pintoresco lago Los Molinos, en el Valle de Calamuchita, ha devenido foco de contaminación y un riesgo para la zona, por la suma de múltiples factores que bien podrían desencadenar una tragedia un día cualquiera.
La historia es vieja, lo cual agrava más la cosa. De una u otra manera, se origina en una sentencia judicial de 2004, que ordenaba desalojar un club de pescadores ubicado en una ensenada, en la zona de Potrero de Garay. Habían sido estafados en su buena fe: compraron terrenos donde no se podía edificar nada, por normas de la entonces Dirección Provincial de Agua y Saneamiento.
Los miembros del club aceptaron irse. Pero el terreno en cuestión nunca fue perfectamente desalojado. Y, en los 12 años que transcurrieron desde aquella fecha, fueron apareciendo más y más lanchones que atracaron en el lugar y hasta se convirtieron en vivienda permanente o en departamentos flotantes que se alquilan a turistas.
La Voz lo ha comprobado. En el lugar, el agua es turbia y hedionda. La margen del lago está cubierta de desperdicios. Hay embarcaciones oxidadas. Hay almejas tóxicas y sanguijuelas. Y hay una inmensa e inexplicable red de cables eléctricos tendidos en el suelo o a muy baja altura.
Por supuesto, todos esos elementos degradan las condiciones de cualquier ambiente y ponen en riesgo a las personas que lo transitan o lo habitan. Las autoridades están en falta: no realizan los controles pertinentes; tampoco están retirando los residuos ni denuncian ante quien corresponda los respectivos focos de riesgo. De hecho, fue este diario el que informó a Epec sobre las calamitosas instalaciones eléctricas.
Pero aquí hay un agravante. Estamos hablando del lago Los Molinos, una de las grandes postales que la provincia tiene para fomentar el turismo.
Además, desde allí se abastece de agua a Potrero de Garay y a un tercio de los habitantes de la ciudad de Córdoba.
La presidenta comunal de Potrero de Garay admite el problema y la preocupación, pero también su impotencia: “La situación me causa dolores de cabeza, porque representa un riesgo constante para todos y nadie se hace responsable de esta barbaridad; le doy vueltas todo el tiempo para hallarle una solución, y no la encuentro”, fueron parte de sus declaraciones.
Aun si se considerara que la funcionaria comunal exagera, sus palabras son por demás elocuentes. Para encontrarle una solución al problema de fondo, es necesario que las autoridades locales y las provinciales asuman sus responsabilidades. Con todo, las cuestiones legales y administrativas que se deban analizar no pueden demorar una inmediata y efectiva acción sobre los focos de riesgo. Este injustificable abandono tiene que ser reparado cuanto antes.

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