3 dic 2016

Retos mundiales según el Congreso de Economía Verde

La Voz del Interior (03/12/2016)
Tres Nobel enfrentan los retos mundiales

La ciencia es la máquina milagrosa que necesitamos para comprender este mundo, detectar los problemas y ensayar sus soluciones. Dos de esos mayores problemas que afectan a la humanidad hoy son el cambio climático y la resistencia de los patógenos a los antibióticos.
Los cordobeses tuvimos el privilegio esta semana de escuchar hablar a tres premios Nobel sobre estos temas. Participaron del Congreso de Economía Verde, organizado por la Advanced Leadership Foundation (ALF) y el Gobierno de Córdoba.
Uno de los galardonados presentes en Córdoba es Mario Molina, quien obtuvo el Nobel en 1995 en la categoría Química por descubrir las causas que generaron el agujero de la capa de ozono. Con ese problema ya solucionado, ahora está empeñado en resolver el calentamiento global.
En tanto, Ada Yonath (Nobel de Química 2009) creó una técnica para estudiar al detalle los ribosomas de las células, una herramienta clave para desarrollar nuevos antibióticos. Se estima que para 2050 la resistencia de los patógenos a los antibióticos será la primera causa de muerte si no se logra resolver el problema.
Yonath y muchos otros científicos están trabajando en el desarrollo de nuevos fármacos, pero la solución no está cerca.
“Soy optimista de que el problema se va a solucionar. Desconozco cuándo vamos a lograr una nueva generación de antibióticos, pero los científicos estamos trabajando duro para conseguirlo. Todavía ni siquiera estamos cerca de comenzar a probarlos en animales de laboratorio”, comenta a La Voz.
Aunque el cambio climático ya tiene una solución: cambiar hacia una matriz energética más verde para limitar el uso de combustibles fósiles responsables de los gases de efecto invernadero.
Sin embargo, según Molina, la solución es de difícil implementación y el escenario es completamente diferente de lo que ocurrió con el agujero de ozono.
El problema fue descubierto a fines de la década de 1970 y, en 1987, ya se había firmado el Protocolo de Montreal que limitó el uso de los clorofluorocarbonos (CFC) responsables del agujero.
Molina recuerda que fue más fácil porque el sector involucrado eran sólo cinco o seis empresas químicas. “Les demostramos con datos científicos que sus compuestos estaban dañando la capa de ozono”, dice Molina.
La ciencia sobre el cambio climático es igual de sólida, pero el problema son los combustibles fósiles que se usan de una forma mucho más generalizada y es un elemento vital de la economía.
“Hay muchos intereses políticos en el medio. La gran diferencia es que el cambio climático se politizó, sobre todo en Estados Unidos”, afirma Molina a La Voz.
Las empresas petroleras también influyeron en que las decisiones se demoraran. “Grupos de intereses financiaron campañas para hacer creer a la sociedad que el cambio climático es natural. Pusieron en duda la ciencia y retrasaron las intervenciones dos décadas”, comenta el experto.

Desafíos globales
Cambio climático y bacterias resistentes a antibióticos son amenazas graves. A los políticos y a las empresas a veces les cuesta entender que deben tomarse soluciones rápidas.
“El cambio climático es el reto más grande de la humanidad en el presente. Y no es costoso solucionarlo: apenas se necesitaría el uno por ciento del producto interno bruto mundial. Es un costo marginal para la economía global”, dice Molina.
El experto explica que hay una de cinco posibilidades de que la temperatura media mundial aumente seis grados para 2100, lo que ocasionaría consecuencias catastróficas y cambiaría la forma en que conocemos la civilización ahora.
Molina cree que sería una falta de responsabilidad con las futuras generaciones no actuar si las probabilidades de que vivamos en un mundo catastrófico son tan altas. “¿Ustedes se subirían a un avión sabiendo que las probabilidades de que se caiga son de una de cinco?”, comparó
Por su parte, Yonath ejemplifica con datos la magnitud del problema que estudia ella: “Hace dos años, cerca de tres millones de personas murieron de enfermedades infecciosas vinculadas con la resistencia a los antibióticos. Algunos hospitales están realmente contaminados con bacterias multirresistentes (BMR). La tuberculosis se está volviendo multirresistente en África y también en América del Sur. No quiero pensar en cómo puede ser un mundo con este tipo de superbacterias”.
La química asegura que la falta de inversión de la industria farmacéutica en la investigación de nuevos antibióticos es una de las razones de que no tengamos una solución en el corto plazo.
La razón es que los antibióticos no generan tanto dinero porque curan las enfermedades rápidamente. La industria prefiere otras drogas que deben tomarse por mucho tiempo, como los medicamentos para la diabetes, el cáncer y otras enfermedades crónicas.
“Si la industria realizara un esfuerzo mayor, seguramente ahora estaríamos más cerca de resolver el problema, aunque siempre habrá resistencia porque la verdad es que las bacterias siempre encontrarán el camino para sobrevivir, está en su ADN”, asegura.
Yonath está trabajando en una nueva generación de antibióticos, pero está lejos de llegar al mercado. Sin embargo, algunas empresas ya están realizando ensayos clínicos de nuevas drogas que podrían llegar a las farmacias a inicios de la próxima década.
“Estamos estudiando cómo actúan en el organismo. Y seguramente las bacterias generarán resistencia también. Estoy segura”, sostiene.

Sin plan “B”
Molina asegura que el mundo no tiene otra alternativa que ser eficiente y utilizar más energías alternativas para frenar el cambio climático.
“No tenemos un plan ‘B’. Sólo hay que dejar de emitir los gases de efecto invernadero que se originan por el uso de combustibles fósiles. Hay ciertas maneras de cambiar cómo funciona el clima, lo que se llama geoingeniería, pero sería muy arriesgado inyectar partículas en la atmósfera o hacer cambios muy drásticos”, comenta.
Para realizar esta transformación en la matriz energética, la decisión debe ser global. “El Acuerdo de París fue un cambio muy fuerte porque todos los países por primera vez se pusieron de acuerdo en que hay que limitar el cambio climático”, asegura.
Para Molina, el problema ahora tiene nombre y apellido: Donald Trump. “Estamos esperando qué es lo que realmente va a hacer Trump, porque tiene muchas contradicciones. Si fuera prudente, trabajaremos con él, pero si fuera necesario habrá que trabajar con las industrias responsables y la comunidad científica de EE.UU. y con los otros países”, asegura.

La gente común
Políticos, empresas y científicos están involucrados íntimamente en estos problemas globales. ¿Qué puede hacer la gente común para ayudar a resolverlos?
Yonath recomienda que la gente no se automedique con antibióticos y que tampoco presione a los médicos para que se los receten. “Es una cultura que debemos cambiar, porque eso acelera la resistencia de las bacterias a estas sustancias”, dice.
Molina cree que ya es muy tarde para lograr el cambio cultural que se necesita para frenar el calentamiento global.
“Por supuesto que hay que educar a las próximas generaciones de que no debemos consumir en exceso, pero nosotros tenemos prisa para no seguir emitiendo gases de efecto invernadero en esta década. Los niveles de consumo del mundo no se pueden cambiar tan rápidamente”, entiende.

Ciencia básica
Molina y Yonath nunca se propusieron ayudar a solucionar problemas globales. Simplemente se dedicaron a investigar los fundamentos básicos de la ciencia hasta que se dieron cuenta de que podrían ayudar al planeta.
“El primer libro que escribió Dios fue el de la naturaleza y los obispos de este libro son los científicos”, dijo monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias. El sacerdote argentino también dio una conferencia en el congreso realizado en Córdoba.
Kurt Wüthrich, otro premio Nobel, también estuvo presente. “Se debe respaldar la investigación básica para resolver problemas actuales”, dijo en su charla
Wüthrich desarrolló un método para poder estudiar la estructura de las proteínas con resonancia magnética nuclear. Ahora utiliza esta técnica para estudiar una amenaza que hasta hace unos años era desconocida: los priones.
Los priones son proteínas que pueden provocar enfermedades. La más famosa es la “enfermedad de la vaca loca”, la cual afectó seriamente a Inglaterra a mediados de la década de 1990.
Pero Wüthrich nunca pensó que su trabajo iba a servir para resolver este problema. De hecho empezó estudiando sus propias hemoglobinas, las proteínas de la sangre que transportan el oxígeno por el organismo.
La razón fue su amor por el deporte. “Yo era un atleta y en la alta competición la capacidad aeróbica es un factor limitante. Quise estudiar mi propia hemoglobina para encontrar algo que me ayudara a ser mejor deportista”, cuenta.

Shirin Ebadi, Premio Nobel de la Paz 2003. También disertó en el Congreso de Economía Verde
“Ningún país logrará un desarrollo sostenible sin respetar los derechos de las mujeres”, dijo Ebadi, la primera mujer musulmana en recibir un Nobel de la Paz. “Argentina fue el primer país de Sudamérica en levantarse contra los estados que habían colonizado su tierra. Ahora les toca ser el primer país en liderar esta lucha contra la violencia hacia la mujer”, dijo. Y agregó: “Yo soy una mujer dichosa. Voy a morir por mis principios, no quiero morirme en una cama”.

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