14 ago 2016

Voluntarios ambientales de Freyre, un ejemplo a seguir

La Voz de San Justo (14/08/2016)
Voluntarios ambientales

La conciencia ambiental ha ido ganando mucho terreno en las últimas tres décadas, como consecuencia de la necesidad de proteger el medio ambiente y asegurar una vida más confortable y sustentable para el ser humano. Así, innumerables son los proyectos que en todas partes del globo se llevan adelante para cumplir con la meta de preservar y no contaminar. Algunos, de magnitud inconmensurable; otros, a pequeña escala pero igual de trascendentes para que se tome noción verdadera en el asunto, especialmente para las nuevas generaciones.
En este último marco, dos iniciativas que se llevan adelante en Freyre permiten constatar que siempre existen posibilidades de educar también en este plano, sea dentro o fuera del sistema formal. Se publicó recientemente en estas páginas que dos proyectos de reciclado de basura están en pleno crecimiento entre voluntarios de la localidad que se unieron con un mismo objetivo: ayudar a otros, al mismo tiempo que reutilizan y reducen la basura que se genera en el pueblo.
El primero es el denominado “La Sachetera”, mediante el cual se reutilizan sachets de leche y yogur para fabricar bolsas de dormir, que luego son enviadas a Córdoba para aquellas personas que viven en la calle. La participación de los adolescentes que concurren a los colegios secundarios de la localidad es activa y permitió ya realizaciones importantes.
“Ecoladrillos” es el otro proyecto que encara la comunidad, mediante la reutilización de residuos, en su mayoría plásticos, que compactados en una botella, permiten realizar construcciones de todo tipo. De hecho, luego de un año y medio de confeccionar ecoladrillos, se concretó la primera construcción en el pueblo. Se trata de dos asientos para la gruta de la Virgen de Lourdes del Grupo Scout, ubicada en inmediaciones de la parroquia Nuestra Señora del Rosario. Quienes conocen del asunto sostienen que el ecoladrillo es aislante, térmico y antisísmico. Se arma con una botella de plástico como recipiente y se coloca dentro envoltorios plásticos (fideos, galletas, arroz, etc.), papel de aluminio, blíster de remedios, bolsas de nylon, pastillas insecticidas, moños de regalo, papeles en general, cartón de cajas de té, remedios, etc., cintas envolventes, etiquetas de botellas y envases.
Por cierto, estas actividades no son originales ni únicamente se realizan en la vecina población. Pero lo más trascendente de ambas iniciativas es la participación voluntaria adolescente y juvenil. Porque son las nuevas generaciones las que incorporan el conocimiento ambiental y trabajan, se esfuerzan por alcanzar logros –aunque no sean rimbombantes ni a gran escala- que gratifican y que permiten encontrar sentido a la tarea de pensar y actuar para vivir en un mundo mejor. Ser voluntario ambiental se convierte en un sello que dura para siempre en la vida de cualquier joven.

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