3 jul 2016

El río no es una cloaca

La Voz del Interior (03/07/2016)
El río no es una cloaca

Eso no es tan obvio que debiera hacerse realidad por simples cuestiones vinculadas al bien común. Pero si ni siquiera un fallo judicial puede imponer ese criterio. Estamos inmersos en un problema harto complejo.
El río Suquía es una cloaca a cielo abierto. A esa conclusión arribó, a fines de 2015, un estudio realizado por estudiantes del Monserrat. Ahora lo corroboran los análisis que este diario le encargó al Centro de Química Aplicada (Cequimap) de la Universidad Nacional de Córdoba.
La presencia de Escherichia coli y otras bacterias coliformes fecales es mayor que la permitida por las normas vigentes. Un río podría tener hasta mil bacterias coliformes fecales y 800 de Escherichia en 100 mililitros de agua. Ese límite contempla que las deposiciones de algunos animales que viven en ese ambiente serán arrastradas por el cauce.
Pero los resultados indican que el Suquía duplica esos valores en diferentes puntos: 2.100 coliformes fecales en Villa Warcalde y 2.300 en su encuentro con La Cañada; 1.500 Escherichia coli en Warcalde y 2.300 en el centro de la ciudad.
Esos valores sólo se explican por contaminación con aguas servidas que desembocan en el río a través de conexiones clandestinas, desbordes de la red sanitaria y descargas de las plantas de tratamiento de efluentes cloacales.
En otras palabras, por deficiencias de la red existente y de la autoridad competente.
El problema, si bien es responsabilidad de la gestión municipal y en parte de la provincial, es histórico. Este diario ha entrevistado a una investigadora que analiza las aguas del Suquía desde 1988 y que puede dar cuenta de la progresión del problema. En un comienzo, hace casi 30 años, se advertía una contaminación por zonas. Con el tiempo, esos focos se fueron extendiendo. Hace 10 años que la contaminación abarca todo el curso del río. Si bien se mira, arranca por La Calera.
No es la única voz que encendió la alarma. Entre 2008 y 2011, hubo una investigación multidisciplinaria concentrada en el asunto de los efluentes cloacales. En 2011, un equipo detectó la presencia del virus de la hepatitis E. En 2012, otro grupo comprobó que el agua del Suquía tenía 10 veces más estrógenos que los permitidos internacionalmente. En 2013, se encontraron muestras de fármacos.
Finalmente, en julio de 2014, la Justicia les ordenó a la Municipalidad y al Gobierno provincial que mitiguen los efectos contaminantes que produce la planta de Bajo Grande. Dos años después, ante la consulta de este diario por el resultado de los análisis solicitados al Cequimap, la Municipalidad anuncia inversiones y obras, mientras que la Provincia no emite declaración alguna.
El río no es una cloaca. Eso no es tan obvio que debiera hacerse realidad por simples cuestiones vinculadas al bien común. Pero si ni siquiera un fallo judicial puede imponer ese criterio. Estamos inmersos en un problema harto complejo.

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