7 may 2016

La situación de Pozo del Molle no es reciente

El Diario de Villa María (07/05/2016)
El agua de las napas no es reciente

“Hay una imagen satelital que muestra claramente que no hay ningún desvío o canalización desde el río Ctalamochita”, aseguró el geólogo Germán Tissera, quien cuenta con un estudio puntual sobre este cauce y fue convocado para analizar el origen de las aguas que invadieron por segunda vez en el año la localidad de Pozo del Molle.
En el mismo sentido, Tissera precisó que se trata de “una herramienta que permite ver a la gente qué sucede”.
Sostuvo que “están activadas todas las posibilidades para constatar o rectificar las hipótesis que se elaboraron”, en cuanto a los recorridos aéreos, náuticos, terrestres y ahora los satelitales.
Tissera que participó de una charla junto a otros especialistas en la localidad del Molle, como los reconocidos geógrafos Osvaldo Barbeito (geología y geomorfología, investigador del Conicet e integrante del Instituto Nacional del Agua), Silvio Ambrosino y Ana Rydzewski (la estudiante avanzada de Geografía).

No superficial
Tissera marcó que “no se trata de una cuenca hídrica superficial” lo que afectó a la zona, y expuso que “a 900 metros de profundidad” se encuentra “un sustrato rocoso” que es lo que delimita esa cuenca. En el mismo sentido, explicó: “Supongamos que podemos perforar 50 metros, pasando las napas freáticas (subsuperficiales), pero resulta que existen cuatro acuíferos más… y se podría decir que en Villa María y la zona, por ejemplo, y a 8 metros ya se encuentra agua. Una primera napa, luego una franja sólida (tosca) y a 20 y 40 metros otras dos napas; a 80 ó 100 otra y entre 100 y 180 la que utilizamos en la mayoría de los casos para extraer agua para beber en las ciudades”.
Sin embargo, subrayó que esa agua que se halla hoy en las napas “no es de ahora, lleva y llega allí luego de 70 u 80 años (descartando que se trate de agua que se infiltra en pocos días, semanas o meses)” como se pudo suponer.
“Esa napa que se ubica a 8 metros de profundidad es la que se encuentra en algunas zonas a metro o metro y medio de profundidad hoy y en algunos lugares, a menos, pero hay que entender que no es de ahora, que el agua tarda mucho tiempo en su recorrido para llegar allí”, amplió. De la misma manera, sentenció: “No notamos manipulación en el cauce del río (Ctalamochita)”.

Para medir
En cuanto a soluciones, planteó que “al no contar en el terreno con una red de pluviómetros adherida al sistema nacional, no se sabe ni se puede determinar si esas lagunas (que se descubrieron en la cuenca Manantial-Asna-Acequión) hacen de embalses naturales”.
Postuló que “si 1mm de agua de lluvia genera película en cm2 (centímetro cuadrado) o pudiéramos ver así qué sucede con 100 en cm2, a partir de allí dilucidar lo que cuesta escurrir al suelo”.
“Ahora bien, si no llueve el combo integral que hay que entender es distinto, porque se analizará la pendiente regional”, y en ese sentido, se refirió a parte de las aguas que van hacia Mar Chiquita: “Por más que vaya al norte es un tramo (y un pequeño flujo, no todo)”.
Por otra parte, indicó que “la carta de suelos no muestra el suelo total, ya que no contempla si se trata de suelo heólico o si es mezcla con fluvial; lo que creo es que eso pasó hace miles de años”. De esta manera señaló que “puede que esto sea natural y podríamos hacer canales, se va a priorizar las ciudades, pero hay campos que se deberán desagotar y el agua está corriendo por donde siempre corrió”.
En cuanto a compartir conocimientos y las pruebas recogidas, Tissera afirmó que “hay que seguir sembrando para que todos comprendan más el comportamiento de las aguas”.

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