8 may 2016

Clima y soja, combo para inundarse



La Voz del Interior (08/05/2016)
Mucha lluvia y pocos canales, pero también el monocultivo

Desde funcionarios hasta investigadores admiten que la siembra casi exclusiva de soja agrava el cuadro de los anegamientos. Apuestan al trigo.
Para algunos, la explicación central de las inundaciones que en los últimos tres años vienen complicando a amplias regiones del llano este de Córdoba, como de su vecina Santa Fe, es el probado aumento de las lluvias. Otros encuentran en la falta de obras o de mantenimiento de canalizaciones la causa por la cual los excesos hídricos no pueden ser conducidos y terminan transformando cientos de miles de hectáreas en enormes lagunas. Entre ambas, se cuela otra razón que unos y otros admiten como agravante del problema: la falta de cultivos alternativos a la soja.
La explicación cabe para las inundaciones de las llanuras agropecuarias, pero no para las de regiones serranas, con otras características y causas.
En Córdoba, hasta los funcionarios de la Provincia vienen citando a la excesiva sojización como un motivo que complica el cuadro. “Durante años, como consecuencia de las políticas económicas nacionales para el agro, se fue reduciendo la siembra de trigo en invierno, y hasta la rotación de soja con maíz en verano. Con sólo soja, se generó menor consumo de agua y la suba de las napas. Esperemos que al promoverse ahora el trigo y el maíz esa ecuación cambie”, señaló el secretario de Recursos Hídricos de Córdoba, Edgar Castelló.
Nicolás Bertram, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) apunta en esa dirección. Sostuvo que el cambio del uso del suelo rural es en realidad el factor fundamental que explica las inundaciones cada vez más graves. Aportó un dato: el monte nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora; una pastura convencional (para ganadería), unos 100 milímetros; y un campo con soja, apenas 30 milímetros por hora.
Junto a Sebastián Chiacchiera, viene investigando desde el Inta de Marcos Juárez el tema inundaciones en zona pampeana y algunas de sus conclusiones fueron publicadas por varios medios en los últimos días. “La napa que estaba a 10 metros de profundidad hoy está a menos de uno. Los suelos están saturados, no pueden absorber más”, graficó. Su investigación explica dos tipos de efectos en el comportamiento de las napas: a corto plazo, asociado a precipitaciones, y a largo plazo, relacionado con lo que consumen los cultivos.
Bertram citó que millones de hectáreas en las dos últimas décadas pasaron de usos variados a la hegemonía de la soja, y cuestionó el modelo económico agrícola vigente. También advirtió que “si no se modifican las rotaciones o el uso de la tierra, no sólo se seguirá incrementando el nivel freático, sino también el superficial, con un alto riesgo de anegamiento”.
El actual presidente del Inta, Héctor Espina, apunta otra mirada, aunque no discordante. Quien fue jefe de Gabinete del último ministro de Agricultura del gobierno kirchnerista y asumió como titular del Inta con la administración macrista, admitió que la hegemonía de la soja implica menos consumo de agua en los campos, pero lo adjudicó fundamentalmente a las trabas que hubo a la producción de trigo en los últimos años.
Espina coincidió en que no se pueden explicar las inundaciones sólo por el aumento de las lluvias y admitió la influencia de los cambios en el sistema de cultivos. “No se puede decir que la soja sea la culpable, en todo caso podemos hablar que lo es el monocultivo, sea de lo que sea. Y la responsabilidad principal de que haya un monocultivo está en las políticas de gobierno”, dijo el funcionario, al interpretar que las medidas implementadas habían desalentado otros cultivos.
“Se da un incremento significativo de las napas porque dejó de sembrarse trigo y quedó solo la soja, que utiliza unos 500 milímetros por año de agua. Si llueve 1.000 o 1.200 significa que hay 500 o 700 milímetros que escurren o quedan en el suelo. Y eso es lo que ha sucedido”, marcó.
Graficó que sobre todo por falta de siembra de trigo, las napas que en el sur cordobés deberían estar a dos o tres metros de profundidad hoy se encuentran a “flor de tierra”.
Esas napas, sumadas al agua no conducida, desde hace semanas amenazan a decenas de pueblos del este cordobés y han destruido caminos e impactado en las producciones y economías de vastas regiones.

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