3 mar 2016

Quejas por el estado urbano en San Francisco

La Voz de San Justo (03/03/2016)
El flagelo de las aguas servidas

Según se publicó en ediciones anteriores de este diario, dirigentes vecinalistas de la ciudad manifestaron su preocupación por la existencia de agua estancada en las calles, ramas caídas y mini basurales en distintos sectores de la ciudad y solicitarán al municipio que se informe sobre las acciones que se llevan adelante para evitar problemas de salud, ya que aseguran que por el agua estancada en las calles, contaminada con líquidos cloacales, muchos vecinos sufrieron afecciones en la vista como la conjuntivitis.
“Estamos muy preocupados por todo lo que son las obras de infraestructura, la napa freática, las cloacas, desagües y los problemas en la salud por las aguas servidas que hay en las calles. Es fundamental que se trabaje para volver rápidamente a la normalidad tras las tormentas”, aseguró el presidente de la Federación de Centros Vecinales, Manuel Rodríguez.Aseguró que distintos “presidentes de centros vecinales manifestaron que  muchos vecinos han sufrido conjuntivitis y puede ser ocasionada por el polvo contaminado que queda en la calle. La tierra queda contaminada con líquidos de la napa y las cloacas, cuando se seca, se levanta el polvillo y afecta a los vecinos porque está en el ambiente”.
Inmediatamente, el dirigente vecinalista se manifestó proclive a trabajar en conjunto con el municipio para colaborar en lo que sea necesario y así aliviar la situación. Este ofrecimiento merece ser tenido en cuenta por las autoridades municipales. Pero también debe insistirse en que se necesita una solución definitiva para ciertos problemas que padecen los vecinos de esta ciudad. El caso de las aguas servidas es, quizás, el más evidente.
El fenómeno climático llamado “El Niño” ha producido numerosas consecuencias en toda la región a la que afectó. Pero en San Francisco ha vuelto a generar –con más gravedad aún- los trastornos que casi son una postal de cada verano. Los efluentes que brotan desde las alcantarillas en determinados sectores de la ciudad originan un ambiente prácticamente insoportable, además de ser un potencial caldo de cultivo contaminante que puede producir severas enfermedades.
Por eso, el reclamo de la dirigencia vecinal no es exagerado. Es verdad que han existido en los últimos años varios anuncios sobre la posible concreción de obras de cloacas que mejoren el sistema y descompriman algunos sectores que ya han quedado obsoletos. También es cierto que los vaivenes económicos y las luchas políticas no siempre ayudan a que se pueda pensar a mediano y largo plazo. Pero se impone una decisión definitiva en esta materia. Avanzar con las obras para terminar con el flagelo maloliente de las aguas servidas es una imperiosa necesidad.
Los focos infecciosos que generan debieran ser suficiente motivo para encarar la monumental tarea. Además de generar infecciones y enfermedades de todo tipo, la persistencia de las aguas servidas en las calles permite que no sólo quienes viven en el sector se vean amenazados. Cualquier transeúnte puede ser víctima del ingreso en su organismo de sustancias tóxicas que pueden afectarlo de diferentes maneras. A esto hay que sumarle la existendia de un hedor tan repugnante como viciado, con el que los vecinos deben convivir a diario.
No hacen falta mayores descripciones de lo que se vive en algunos puntos bien definidos de San Francisco. Sólo basta utilizar el olfato para tomar nota de la seriedad del problema y de su agudización durante este verano. La situación cloacal de San Francisco no goza de buena salud. Por ello, debe ser prioridad a la hora de pensar y diseñar la ciudad para las próximas décadas.

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