6 mar 2016

Plantas autóctonas: como y porqué elegirlas



La Voz del Interior (06/03/2016)
Las ventajas de tener plantas autóctonas en nuestra casa

Las especies locales son más rústicas y traen beneficios ambientales y culturales. Cinco ejemplos para tener en cuenta.
Marzo es una buena época para mejorar nuestro patio y jardín. El suelo está húmedo por las precipitaciones de verano y todavía se esperan nuevas lluvias. También es una oportunidad para pensar en incluir especies autóctonas.
Cecilia Eynard, bióloga y paisajista experta en plantas locales, apunta que estas especies tienen muchas ventajas, además de los conocidos beneficios ambientales. “Hay valores que exceden lo ambiental, por ejemplo, recuperar especies que tienen una tradición en nuestra cultura”, dice y menciona el ejemplo paradigmático de la peperina, emblema del mate al estilo cordobés, pero en peligro de extinción por este motivo.
Hay otras especies que son medicinales, comestibles, sirven para hacer infusiones o para teñir. “Esos usos se van perdiendo. Plantar estas especies en el jardín ayuda a recuperar esa tradición. Si se pierden en la cultura se pierden en el territorio”, asegura.
Eynard detalla que otras plantas se pueden utilizar para repeler insectos. “Pueden ser muy útiles en estos tiempos en que tenemos problemas con el dengue”, apunta y menciona algunas: aguaribay, lagaña de perro y las “mentas” autóctonas.
Otras especies sirven para atraer insectos como mariposas o pájaros, como la chilca o el moradillo. “Puede ser una forma de conectarnos con la naturaleza”, asegura la bióloga.
La mayor limitante para plantar autóctonas es que muchas de estas especies no están en los viveros porque no hay demanda y los viveristas tampoco saben cómo cultivarlas. “Además, nuestras plantas no son atractivas cultivadas en macetas como se presentan en un vivero. Tienen raíces importantes por eso necesitan del suelo para desarrollarse”, explica.
Estas raíces sólidas también son una ventaja ya que evitan que se caigan durante los temporales con fuertes vientos.
Entre los aspectos ambientales, Eynard señala que son especies más rústicas por lo que son menos demandantes de fertilización, de riego y de insecticidas. “Se enferman menos porque tienen sus controladores biológicos en el mismo contexto natural”, agrega la bióloga.
Y explica: “Están adaptadas al clima porque tiene estrategias para resistir situaciones de sequía. Sin embargo, no todas las adaptaciones resultan favorables en un contexto urbano. El ejemplo más claro son las espinas, una estrategia ante la sequía pero que son valoradas negativamente a la hora de elegir una planta”.

Para conocer más
Taller. Eynard dictará un taller sobre árboles nativos para jardines y patios en el CPC Argüello. La primera clase de seis será el sábado 19 de marzo, de 9 a 13. Es teórica y práctica. El costo es de 330 pesos en total, con cupos limitados. Inscripciones en el CPC o al teléfono (03543) 44-8333 int. 363.

Pasionaria
Para alambrados y pérgolas. La pasionaria (Passiflora caerulea) es una enredadera con zarcillos y con vistosas flores. También se la conoce como “flor de la pasión”. Crece espontáneamente en los alambrados. El fruto es parecido a una granada pequeña, es comestible y se puede hacer mermelada. Las hojas de esta planta se utilizan para hacer una infusión relajante, con uso similar al té de tilo. Además, sus hojas son el alimento de la oruga de la mariposa de los espejitos. “Ver el ciclo de la mariposa en el jardín permite tomar más contacto con la naturaleza”, dice Eynard, quien la recomienda para ser usada en cercos sobre alambrados de rombos o en pérgolas.

Manzano del campo
Para veredas. El manzano de campo (Ruprechtia apetala) es un árbol de hasta seis metros de altura. Es una especie recomendable para las veredas porque no tiene espinas, crece a buena velocidad y es vistoso en verano por el fruto y en otoño por las hojas cobrizas. También apta para plantarla en jardines, incluso en los que no tienen mucho lugar porque se desarrolla del tamaño de un naranjo. Idealmente se planta a pleno sol. No produce manzanas, sino un fruto que se parece un farolito con alas. El nombre “manzano de campo” hace referencia a la forma de la hoja, que es similar a la del manzano.

Chilca
Para el cantero. La chilca (Flourensia campestris) es un arbusto de hojas brillantes y flores que parecen margaritas amarillas. La planta tiene un tamaño mediano y alcanza hasta un metro de altura. Su aspecto es similar a la margarita africana. En los jardines puede ser plantada mezclada en cercos o en canteros al sol, para aportar color y atracción de polinizadores. Requiere muy poca agua. Las hojas tienen una resina que contiene compuestos con los que se hacen insecticidas naturales. Pertenece a la familia de las asteráceas, las más numerosa entre las plantas que tienen flores.

Peperina
Más que un yuyo. La peperina (Minthostachys verticillata) es una hierba medicinal con florcitas rosadas. Es típica de las sierras de Córdoba y está en riesgo por la extracción sistemática. “Plantarla en un jardín es una forma de tomar conciencia sobre el cuidado de nuestra biodiversidad, además de usar sus hojitas para el mate o para hacer infusiones digestivas”, asegura Eynard. Puede ser plantada en macetas o canteros, sola o con otras flores a media sombra o al sol. Se resiembra sola. Su olor y sabor característicos están dados por dos aceites esenciales: mentona y pulegona.

Moradillo
Para armar cercos. El moradillo (Schinus fasciculatus) es un arbusto con hojitas perennes, de aspecto similar a la ligustrina. Esta especie es apta para hacer cercos verdes ya que es de rápido crecimiento cuando es regada y además porque tiene follaje bien denso. También se la puede trabajar para que forme un arbolito pequeño, de tres metros de altura. Tiene pocas espinas y se reducen cuando la planta tiene algo de riego. Produce un fruto dulce y picante que atrae pájaros y es comestible.
Siempre verde. La ligustrina y el grateus son especies exóticas que han invadido las Sierras Chicas.

Algarrobo
La más reconocida. “El algarrobo es la autóctona que más abunda en los viveros y la que más reconoce y pide la gente”, dice Eynard. Los algarrobos pertenecen al género Prosopis. La mayoría son valorados por su madera dura. El algarrobo blanco alcanza hasta los 12 metros de alto y un metro de diámetro. El algarrobo negro puede ser aun más alto.

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