18 ene 2016

El debate energético nuclear que no fue

La Voz del Interior (18/01/2016)
Profundizar el debate energético nuclear

Por Florencia Chiffel y Gretel Schaj / Integrantes de Los Verdes Córdoba

Desde 2012 hasta el día de la fecha, Embalse ha funcionado sin las licencias ni las medidas de seguridad necesarias.
Finalmente la Central Nuclear de Embalse saldrá de servicio. El motivo no es el cierre de la cuestionada planta sino un cese provisorio de dos años debido a la necesidad de realizar el proceso de reacondicionamiento (cambio de equipos, construcción de los silos de hormigón a los que se destinará todo el material radiactivo de riesgo que se retire del reactor, tanques diseñados para confinar material que mantiene la actividad radiactiva por cientos de años). El objetivo es prolongar su vida útil por 30 años más.
La central nuclear cordobesa se encuentra en funcionamiento desde 1984 y su licencia original de operación le otorgó 210.240 horas efectivas de plena potencia (Hepp).
En marzo de 2012, la Central agotó sus horas de funcionamiento y debió salir de servicio. Sin embargo, dos meses después, la Autoridad Regulatoria Nuclear emitió una resolución a través de la cual modifica la licencia de Embalse extendiendo sus Hepp a 225.000 –unos dos años más de funcionamiento–, por lo que Embalse continuó operando.
Dentro del Plan Nuclear Nacional promovido por el gobierno de Cristina Fernández se decidió promover la extensión de la vida útil de esta central, lo que contó con el aval del Congreso de la Nación en 2009.
Desde 2012 hasta el día de la fecha, Embalse ha funcionado sin las licencias ni las medidas de seguridad necesarias, dado que su reactor se encontraba obsoleto. Como si eso fuera poco, no se han realizado estudios de impacto ambiental ni consultas a la ciudadanía, pese a que sectores de la sociedad se han manifestado en diversas oportunidades en contra del uso de la energía nuclear.
El proceso de reacondi­cionamiento conllevaría, por lo menos, un valor de 1.600 millones de dólares, según el proyecto original, y, por otro lado, parte de las tareas se financiarían con un prés­tamo de la Corporación Andina de Fomento (CAF) por 240 millones de dólares. Tal cifra es un valor muy elevado que podría destinarse al desarrollo de fuentes limpias, seguras y renovables.
De esta forma –y quizás en el actual contexto de emergencia energética y eléctrica declarada el pasado mes de diciembre, sumado a la enorme factibilidad y oportunidad de transitar el cambio de matriz energética hacia fuentes renovables que tiene la Argentina– es necesario repensar decisiones como estas que, lejos de ser una “solución”, exponen a los cordobeses a los peligros ya conocidos que la industria nuclear conlleva. Es imprevisible, peligrosa, y acarrea altísimos costos económicos, sociales y ambientales.
Ya está suficientemente demostrada la ­factibilidad de nuestro país para producir energía renovable abundante. El nuevo Gobierno ha manifestado su intención de promoverlas y también lo ha ratificado durante la participación en la cumbre de París sobre Cambio Climático.
Para concretar esos objetivos, será ne­cesario dejar atrás el paradigma energético convencional, que incluye la fuente nuclear, y evolucionar a métodos sostenibles en el tiempo y amigables con el ambiente y con la ­sociedad.

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