9 ago 2015

Daniel Renison, pionero en reforestación de altura



La Voz del Interior (09/08/2015)
El biólogo que quiere rescatar los bosques de las Sierras

Desde 1997, Daniel Renison es pionero en la forestación de los cerros cordobeses para ayudar a mejorar los suelos y caudales de arroyos. Varias iniciativas siguen sus pasos.
Los bosques de tabaquillos desaparecen de los cerros de Córdoba. Sólo resurgirán si hay personas que suban por encima de los 1.500 de altura para plantarlos y cuidarlos.
Daniel Renison es una de esas personas pioneras. “Hay que plantarlo. No alcanza con evitar que ingrese el ganado o el fuego. Tiene una semilla que sólo dispersa el viento, pero tampoco tiene adaptaciones para que pueda volar muchos metros”, asegura Daniel.
Y sigue: “Los pájaros ahora pueden posarse en estos tabaquillos y expulsar las semillas del maitén, el otro árbol de altura que nosotros no lográbamos que creciera”.
En 1997 no había tabaquillos cerca del refugio que tiene el Club Andino de Carlos Paz en el cerro Los Gigantes. Las aves no tenían a dónde posarse. Ahora, el bosque de tabaquillos de Daniel se hace fuerte en un paisaje de pastizales, rocas y cárcavas, pozos en el terreno provocados por la erosión.
Durante 17 años, más de mil voluntarios dirigidos por Daniel plantaron 35 mil arbolitos y construyeron y mantuvieron el alambrado para excluir a las vacas. El trabajo fue financiado con pequeños fondos de ONG extranjeras y nacionales.

Inicio con pingüinos
En su época joven como montañista, Daniel caminaba entre esas cárcavas. “El profesor Ricardo Lutti me mostró unas fotos viejas en las que había más arboles. De repente hice un clic y pensé en la erosión de los suelos. Había que plantar árboles. Pero me di cuenta de que si no se alambraba para sacar a las vacas, no tenía sentido plantar árboles. Empecé por hobby . Lo cambié por el montañismo”, cuenta.
Para recibirse de doctor en Biología, Daniel había estudiado los pingüinos en la Patagonia durante cinco años. “Me di cuenta de que me quería dedicar a plantar árboles. A todo el mundo le parecía fabulosa la idea pero nadie quería pagarme”, relata.
Daniel dice que no es fácil determinar qué árboles deben plantarse en cada zona. “Arriba de los 1.800 metros, sólo crecen tabaquillos y maitenes. Más abajo, ya cerca de la ciudad de Córdoba, hay unas 25 especies nativas que se pueden plantar”, cuenta.
Él mismo produce los plantines en un vivero instalado en la casa de su padre, en Cuesta Blanca. Tiene unos tres mil árboles de varias especies autóctonas, como molle, piquillín y tabaquillo. “No requiere mucho esfuerzo, pero hay que estar siempre cerca del vivero”, asegura. Alambrar el futuro bosque es clave para evitar que el ganado no coma los brotes y retoños tiernos.
Pero construir un alambrado a esa altura requiere de mucho trabajo, como llevar los postes y los rollos de alambres cuesta arriba en caminatas de horas.

Beneficios
Protegidos por el cerco, la presencia de los tabaquillos perjudicó a algunas especies dependientes del pastoreo, pero benefició a otras. “Por ejemplo, apareció la valeriana y helechos típicos del sotobosque. A las especies que no aparezcan las vamos a plantar nosotros ”, asegura.
También regresó la fauna. Daniel dice que un ornitólogo alemán relevó decenas de aves típicas del bosque. También volvieron las cinco especies de roedores de las sierras, la comadreja enana y el hurón, también nativos de la región.
“Los bosques son una solución para evitar los incendios. Es difícil impedir que un pastizal se prenda fuego. Por eso hay que dejar que el bosque avance en algunos sitios, porque si no, vamos a perder los suelos”, explica.
Cada dos semanas, Daniel vuelve a la forestación para estudiar cómo los árboles están afectando el régimen hídrico.
Está midiendo el caudal de un arroyo que surge de esta forestación y otro, cuya cuenca no ha sido forestada. “El estudio ya tiene cinco años, pero necesito seguirlo por 10 años para conocer su evolución. Por ahora determinamos que la forestación entrega un 30 por ciento más de agua”, cuenta.
Y también asegura que no es poco el carbono que ha logrado capturar este bosquecito. Además de la masa de árboles, el suelo del bosque tiene varios centímetros más debido a la vegetación muerta que se va acumulando. De no estar allí, todo ese carbono estaría en la atmósfera contribuyendo con el cambio climático.
“Córdoba debería invertir en árboles, porque ya está teniendo problemas de erosión por falta de bosques. Si eso sigue, vamos a perder los suelos agrícolas. Ahora se están compensando con fertilizantes, pero quizás en algún momento eso no alcance”, advierte.

Otros proyectos
Pionero. La forestación de Renison (biólogo investigador del Conicet y la UNC) en Los Gigantes se inició en 1997 y es la más antigua. Luego surgieron varias más.
“Ordeñando nubes”. Este proyecto de la Fundación de Actividades Biosféricas comenzó en 2007 y está ubicado en la ladera oeste del cerro Champaquí. Son 700 hectáreas de una reserva privada de variada vegetación y más de 12 mil árboles plantados.
Los Cajones. Está a un kilómetro de la primera forestación de Los Gigantes. El trabajo lo inició el biólogo Ricardo Suárez en 2012. Ya se han plantado cuatro mil árboles en 50 hectáreas. El proyecto recibió financiación de la empresa Coca Cola.
El Cuadrado. Suárez coordina otra forestación en el camino del Cuadrado con más de seis mil árboles de 10 especies.
Vaquerías. En la reserva de la Universidad Nacional de Córdoba están eliminando las plantas invasoras, como la siempreverde, a razón de dos hectáreas por año. Además, se llevan plantados unos cuatro mil árboles desde 2006.
Ciudad Universitaria. Desde 2009, Renison y colaboradores plantaron más de 500 ejemplares de 30 especies autóctonas en un espacio de Ciudad Universitaria de 1,5 hectáreas.

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Más Información:

El antes y después de una forestación que lleva 17 años en Los Gigantes
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