25 oct 2014

En Agropecuarias lo mismo se debatirá sobre Monsanto



La Voz del Interior (25/10/2014)
Agropecuarias debatirá sobre Monsanto

El miércoles, esa facultad evaluará en un taller su vínculo con la firma. Podría reponerse el convenio dado de baja el pasado martes.
Luego del papelón que se registró en la sesión del Consejo Superior de la UNC el pasado martes, cuando un violento grupo de activistas anti-Monsanto exigió –agresiones mediante– que la Facultad de Ciencias Agropecuarias dejara sin efecto un convenio con esa firma multinacional, ahora la posibilidad de una vinculación entre ambas volverá a debatirse.
Será el próximo miércoles, bajo el formato de un taller, pero todavía no se fijó hora ni lugar. Allí la comunidad universitaria vinculada a las cuestiones agropecuarias intentará dilucidar con argumentos técnicos y científicos la conveniencia o no de tener vínculos con la empresa de semillas que quiere radicar una planta seleccionadora en la localidad de Malvinas Argentinas.
El debate se dará con un telón de fondo que muestra ánimos muy caldeados, sobre todo de parte de los militantes ultras, de grupos minoritarios que no quieren saber nada con Monsanto, ni escuchar más argumentos que el de su propia fuerza.
Justamente, el episodio del Consejo Superior (hubo agresiones al rector Francisco Tamarit y al decano de Agropecuarias, Marcelo Conrero, entre otros), ya quedó judicializado.
La fiscal federal Graciela López de Filoñuk investiga la posible comisión del delito de coacción por parte de los activistas que frustraron la reunión en el órgano mayor de la conducción de la UNC.
En la práctica, ese conflicto funcionó como un activador de la expectativa: hasta el pasado martes, había unos 200 anotados para participar en los talleres, mientras que ayer ya sumaban más de 500.
Agropecuarias había firmado un convenio de cooperación con Monsanto, a partir de una decisión del decano Conrero (tiene facultad para hacerlo), pero luego él mismo desistió de esa posibilidad, para descomprimir la situación ante los reclamos de los anti Monsanto.
Ahora es el consejo directivo de esa Facultad el que decidió abrir el tema al debate masivo, que puede derivar (o no) en una reactivación de los vínculos de Agropecuarias con Monsanto. El consejo sesionó ayer y esta vez no hubo nuevos incidentes con activistas.
“Como universitarios que somos, queremos debatir y arribar a decisiones por acuerdo. La Facultad se merece, debe y corresponde que debata estos temas. Tenemos profesionales capacitados para hacerlo”, señaló Conrero.
El convenio que surgió por una iniciativa particular de él en su condición de decano, ahora tendrá otro plafón de legitimidad al ser debatido en un espacio público y sin restricciones.
En la práctica, el acuerdo entre Agropecuarias y Monsanto nunca se llegó a implementar.
Por un error, este diario consignó que Conrero era rector, cuando en realidad es decano.

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El camino de los violentos

Las agresiones al decano de Ciencias Agropecuarias y al rector de la Universidad Nacional de Córdoba deben ser repudiadas como expresiones de intolerancia inadmisibles en democracia.
Los violentos campean por la geografía política de la Argentina: estimulados por el discurso intolerante, escudados en la antinomia amigo-enemigo, tolerados por un sistema que promueve a la ineficiencia como una herramienta cómplice, actúan en la certeza de que nada los alcanzará. No están solos: la mala conciencia de unos cuantos les allana el camino.
La semana que concluye brindó otro ejemplo, cuando encapuchados irrumpieron en una reunión del Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba, donde agredieron, entre otros, al rector Francisco Tamarit y al decano de Ciencias Agropecuarias, Marcelo Conrero.
La ocasión para este nuevo desmadre fue el acto de derogación del polémico acuerdo de asistencia profesional que tiempo atrás el mismo decano Conrero había firmado con la empresa Monsanto. Claro que, para mensurar la cuestión entera, tal vez convenga repasar algunos de sus datos centrales.
En principio, aquel acuerdo, suscripto cuando en Malvinas Argentinas se registraba un rechazo a la instalación de una planta de Monsanto, revela cierta falta de percepción política por parte de la Casa de Trejo (o de algunos de sus estamentos), tanto como podría haberlo sido la fijación de una postura que, en vez de abrir el debate, lo clausurara con una manifiesta lectura ideológica.
Cabe preguntarse, sobre este último punto, dónde debatirán sus cuestiones los argentinos si la universidad, en lugar de promover la discusión, la clausura.
Pero lo anterior no puede ser pretexto para que quienes medran a la sombra de causas muchas veces legítimas –y las desvirtúan con su accionar–, operen a sus anchas, lejos de toda norma o derecho.
En ese plano, nadie puede cuestionar que sectores de Malvinas objeten un eventual daño ambiental en su comunidad, pero esos mismos actores deberían ser quienes se pronuncien enérgicamente contra los violentos que, desde un principio, hicieron todo lo posible por adueñarse de una causa ajena.
Son los mismos de la capucha y el garrote, imágenes repetidas en numerosos conflictos, bandas minúsculas que ejercen como profesionales del amedrentamiento en la fotografía que lastra a todo el progresismo argentino, incapaz de sacudirse a estas rémoras. Bandas que –debe acotarse casi con resignación– triunfan ante la impotencia, la indiferencia o el silencio cómplice de quienes deberían confrontarlas.
Pero nadie puede alegar su propia torpeza, suele decirse en los estrados judiciales. A la universidad no le falta experiencia en estos menesteres, por lo cual fue también notable su falta de previsión: si atrapados en el dilema de no criminalizar la protesta se renuncia a tomar los resguardos del caso, se abrirá el camino a los violentos, que volverán a hacerlo una y otra vez.

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