24 sept 2014

Córdoba, ciudad ruidosa



La Mañana de Córdoba (24/09/2014)
El 69% de los cordobeses considera que vive en una ciudad ruidosa

Más de la mitad de los encuestados asegura que la contaminación sonora afecta su descanso nocturno y el 48% tiene problemas de concentración por esta causa. Denuncian que la ciudad hace 20 años no controla el exceso de decibeles en la vía pública.
El 69% de los cordobeses opina que la ciudad en la que vive es ruidosa, mientras que el 51% asegura que los ruidos alteran el buen descanso nocturno. Por otra parte, casi un 48% afirma que tiene problemas de concentración a causa de sonidos molestos. Esto se desprende de los resultados del Estudio sobre la Audición de la población argentina1, realizado recientemente por Gaes Centros Auditivos.
Vale recordar que en la ciudad de Córdoba rige una ordenanza que regula los ruidos molestos, pero no se controla desde hace más de 20 años.
Así lo detalló Agustín Pueyrredón, delegado de Policía de Tránsito, quien aseguró que “después del año 1996 no se compraron más aparatos para medir los decibeles, con lo cual esta ordenanza nunca se aplicó”.
“En el año 90 se hacía control de ruidos y de humo, pero después esa aparatología perdió vigencia y nunca se renovó, en la actualidad y desde hace más de 20 años no se hace ningún tipo de control al respecto”, añadió Pueyrredón.
Si bien la Inspección Técnica Vehicular incorporó el control de escapes, el organismo de aplicación de la ordenanza, que son los inspectores municipales, no hacen estas mediciones.
En este sentido, el delegado municipal informó que “más del 90% de los reclamos de la gente son por el ruido de las motos, que adaptan los escapes para ser más ruidosos, pero nosotros no podemos multar porque no tenemos cómo certificar la infracción y lo mismo ocurre con el exceso de velocidad”.
Hace más de un año, cuando Javier Bee Sellares era concejal, se aprobó en la ciudad una modificación de la ordenanza que incluía nuevos parámetros para medir e incorporaba los ruidos molestos de espectáculos públicos y obras en construcción.
«La Organización Mundial de la Salud pone 50 decíbeles como un nivel tolerable de ruido, aceptable en la ciudad. Hay arterias principales nuestras, como las avenidas Illia, Colón, Yrigoyen, donde ya estamos en 90. El umbral del dolor, donde el oído empieza a sufrir, inicia en los 120. Con el simple ruido no estamos lejos de los daños en los oídos», señaló en esa oportunidad el ahora Secretario de Gobierno municipal.

El impacto sobre el estrés
Diversos estudios han mostrado que existe una relación entre el estrés inducido por exposición al ruido y los niveles de cortisol, (hormona que se libera ante situaciones estresantes), durante y después de la exposición.
Especialistas sostienen que el estrés crónico, con la liberación continua de hormonas del estrés y otros factores “aumentan el umbral en el que se activa la respuesta inmune, provocando una disminución de esta respuesta: esto produce debilidad frente a infecciones y eleva las chances de que virus puedan ingresar al organismo, y enfermarlo”.
“Este modelo fisiológico se enriquece, complementa y es inseparable de un modelo más psicológico, en el que se contempla cómo el sujeto valora la importancia, el daño o la amenaza de un terminado factor de estrés (el ruido), el poder o capacidad de control sobre él y establece mejores estrategias de respuesta para afrontarlo”, explica Silvia Neto, fonoaudióloga y Gerente del Área Médica de Gaes Centros Auditivos.
En este sentido, el ruido -entendido como un factor de estrés ambiental- puede intervenir en trastornos del sueño y del aprendizaje, la memoria, la motivación, la resolución de problemas y en el incremento de la irritabilidad y la agresividad. “Incluso cuando la persona consigue afrontar con éxito su respuesta frente a la exposición al ruido (adaptándose, vivenciándolo de forma menos negativa o generando respuestas, como protegerse activamente, luchar contra sus causas, etcétera) ésta puede conllevar unos efectos secundarios que generan consecuencias negativas en la salud, interfiriendo con el bienestar del individuo. De hecho, el 22% de los encuestados manifestó que la exposición al ruido altera su estado de ánimo”, concluyó Neto.

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