16 ago 2014

Sistema cloacal colapsado por negligencia e imprevisión

La Voz del Interior (16/08/2014)
Sistema cloacal colapsado por negligencia e imprevisión

Por Guillermo Assandri - Ingeniero, exsubsecretario de Infraestructura  de la Municipalidad de Córdoba

Estamos en presencia de la destrucción del ecosistema “río Suquía”, donde el grado de contaminación es altísimo. Esto vuelve casi imposible la supervivencia de la fauna y la flora autóctonas.
Si a usted le pintan la desoladora imagen de un conglomerado urbano donde el líquido cloacal brota en cada esquina, donde el diezmado caudal que logra llegar a una planta de tratamiento, luego de transitar redes colapsadas y caducas, debe ser vertido al río (fuente de vida para sus habitantes) casi sin tratamiento, porque dicha planta también está colapsada y caduca, usted podría suponer con acertado criterio que se trata de una remota población de África o del Lejano Oriente... Pero no, esta es la penosa realidad de la segunda ciudad del país, Córdoba, “la Docta”, pujante polo cultural, industrial y turístico de Argentina
Los números fríos nos indican que el área metropolitana del Gran Córdoba, con sus casi dos millones de habitantes, se encuentra servida por redes de desagüe cloacal en menos de un 50 por ciento y que lo producido de esa población servida no es correctamente tratado y se vierte al río con altos grados de contaminación.

Graves problemas
Usted se preguntará: ¿es grave la situación? Sí, es muy grave. Estamos en presencia de la destrucción del ecosistema “río Suquía”, donde el grado de contaminación es altísimo. Esto vuelve casi imposible la supervivencia de la fauna y la flora autóctonas, ya que a las tres plantas cloacales (Bajo Grande, Villa Boedo e Inaudi), desbordadas y colapsadas, se suman las 21 plantas celulares que sirven a los barrios construidos por la Provincia, que se encuentran en el mismo estado.
Dicha situación deriva en que los numerosos estudios solicitados y realizados por la Universidad Nacional de Córdoba, el Centro de Química Aplicada, el Centro de Derechos Humanos y Ambiente, la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam), concejales y legisladores concluyeron de forma sistemática en valores de contaminación muy por encima de los permitidos.
Por ejemplo, la demanda bioquímica de oxígeno (DBO) –parámetro que mide la cantidad de materia orgánica en los líquidos– acusó registros que van de 280 a 450 miligramos por litro (mg./l), cuando lo permitido por las normas ambientales es hasta 200 mg./l.
El otro parámetro alarmante es el que marca la cantidad de materias coliformes totales y fecales en el líquido. En este ítem se registraron valores que van desde dos millones a 4,3 millones, número más probable cada 100 mililitros (nmp/100ml), cuando lo permitido (en los fecales) es de mil nmp/100ml. Este último parámetro es muy peligroso para la población expuesta, ya que genera diarreas, problemas gástricos severos y hasta la muerte, por la alta presencia de bacterias.
A esta contaminación en nuestro río, se suma la de nuestras calles por derrame y colapso de las redes, lo cual torna el paisaje urbano en un nauseabundo foco infeccioso y en una trampa para la seguridad de personas y vehículos circulantes.
¿Se está haciendo algo para solucionar el problema?
No, por el contrario, se está agravando, pues se siguen construyendo miles de conexiones domiciliarias nuevas (obras de bajo costo y alto impacto), a una red colapsada que no puede conducir los efluentes, llevándolos a una planta depuradora que carece de capacidad para tratarlos.

Posible solución
¿Existe algún plan serio y sustentable para este gravísimo problema?
Sí, el Plan Integral de Cloacas (PIC), concebido en 2004, durante la intendencia de Luis Juez, cuyo objetivo era “dotar a la población de Córdoba de los servicios cloacales por redes en un 95 por ciento de cobertura en un plazo no mayor a 10 años (luego se readecuó hasta 2020), a través de mejoras en la planta, construcción de colectoras y obras de redes finas”.
En  2005, se dio intervención al Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento (Enohsa), que por medio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financió la primera etapa del PIC: la ampliación de la planta de Bajo Grande al doble de su capacidad –pasó de tratar cinco mil metros cúbicos por hora (m3/h) a 10 mil m3/h–, obra finalizada en 2009.
Luego, siguiendo con el PIC, durante la intendencia de Daniel Giacomino se ejecutó la segunda etapa, la ampliación de la Red Colectora Sur.
De ese modo, el plan concebía sucesivas ampliaciones de Bajo Grande y de las redes troncales y redes finas en forma armónica y sincronizada, hasta llegar a 2020 con una capacidad de tratamiento de 22.500 m3/h (volumen equivalente a una población servida de 1,8 millones de habitantes), que representa el 95 por ciento de la población futura.
¿Es compatible la situación actual de la red cloacal con un plan a largo plazo como el PIC?
Totalmente. Cuando hice referencia a una forma armónica y sincronizada era, justamente, respetar el orden lógico del sistema: ampliación de planta depuradora, luego red troncal y, por último, redes domiciliarias. Nunca al revés, porque lo único que logramos es trasladar los efluentes de nuestro domicilio a la calle o al río. No se deben hacer conexiones domiciliarias nuevas a la red sino estudiar tratamientos alternativos particulares, hasta que se aumente la capacidad de tratamiento y conducción, para recién entonces autorizar la conexión.
En cuanto a la financiación, el costo de varios miles de millones de pesos del PIC amerita crear una comisión permanente de proyecto y logística, que mantenga la relación con el Enohsa y el BID y cumpla con todas las exigencias de dichos organismos, para que así se pueda concretar el plan.

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