17 ago 2014

Embalse saldrá de servicio el año que viene



La Voz del Interior (17/08/2014)
La Central Nuclear de Embalse saldrá de servicio en 2015

Será por dos años, para realizar las obras que le extenderán la vida útil por tres décadas. La decisión del cierre se tomó oficialmente en 2013, pero recién ahora se hará realidad.
rimero se especuló que sería en 2011. Luego fue oficialmente anunciada para 2013, pero se postergó hasta 2014, aunque hace meses que se sabe que no será este año. La fecha en la que la Central Nuclear de Embalse dejará de funcionar, con su vida útil vencida tras generar energía durante 30 años, será la primera semana de febrero de 2015. Desde Nucleoeléctrica Argentina (Nasa), la empresa estatal a cargo de las tres centrales nucleares del país, confirmaron el dato a este diario.
En realidad, no será un final sino una larga parada (de dos años) para tomar nuevo envión. El Gobierno nacional decidió en 2007, y el Congreso aprobó en 2009, que la “atómica” del valle de Calamuchita no sea desmantelada sino que se extienda su vida útil por otros 25 o 30 años. Algo así como crear una sobre la base de la existente. Como toda decisión ligada a energía atómica en el mundo, genera discusiones.
Ese “reciclaje” está en marcha, aunque las obras principales para el recambio de los equipos críticos se ejecutarán cuando la usina pare.
El Ministerio de Planificación Federal de la Nación ha estimado en 1.600 millones de dólares la inversión. El experto canadiense Shawn Stensil, convocado por Greenpeace, advirtió que esa tarea en una central similar de su país costó tres veces más. “¿Esconden los verdaderos costos o resignan medidas de seguridad”, plantean desde esa organización ecologista.
Ricardo Semmoloni, directivo del proyecto en marcha, replicó en su momento que esa comparación “carece de valor” porque para la central canadiense Gentilly 2 “se incluyó en el cálculo la energía no generada durante dos años y otros costos financieros”.

Debates
Los defensores de la decisión argumentan que desmantelarla tendría un costo apenas inferior, con no menos riesgos, pero perdiendo el tres por ciento que aporta sobre el total de energía que consume el país.
Los detractores enfatizan los riesgos ambientales y de seguridad que implica la actividad atómica y marcan que, con similar costo, podría avanzarse en desarrollos de energías alternativas.
El estiramiento de fechas para la salida de servicio es otro punto. Desde “adentro”, marcan que el funcionamiento y el plazo para operar sin riesgos es auditado por organismos internacionales y por la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN).
Los que cuestionan el proceso exponen que la ARN es sólo un ente sin autonomía, cuyos funcionarios designa el propio Gobierno, que así se controla a si mismo.
Aunque nunca oficialmente, fuentes ligadas a la usina reconocen que se trató de manejar la “salida” de Embalse con la “entrada” de Atucha 2, para evitar un bache en la generación de energía, clave ante la estrechez existente. “Atucha 2 se acaba de inaugurar, ya genera al 50 por ciento y a fin de año llegaría al 100”, señalaron.

Ya en marcha
En las obras trabajan las empresas estatales Nasa e Invap, varias privadas nacionales como Electroingeniería, Impsa, Vialco y Pérez Companc y otras extranjeras como las canadienses Candú y E3, y la italiana Ansaldo.
Entre las tareas en marcha hay una sensible: cuatro silos de hormigón que construye Electroingeniería, especialmente diseñados para darle destino confinado a los elementos más críticos del viejo reactor, que mantendrán actividad radiactiva por miles de años.
Se trata de los 380 tubos de presión, que serán reemplazados por nuevos.
Los silos son depósitos similares, aunque de mayor tamaño, a los que desde hace tres décadas se usan para almacenar, en el mismo predio de Embalse, los combustibles gastados (principal residuo de riesgo, sin otro destino legal posible).
“La causa esencial por la que estos reactores tienen una extensión de vida es que esos tubos que contienen los elementos combustibles se van ‘estirando’ con los años. Cuando se llega a cierto nivel de estiramiento se deben cambiar, porque la deformación haría que se salgan de sus soportes. El margen de seguridad marca que 30 años de operación es lo estimado por diseño para cambiarlos. Mientras, se van midiendo para confirmar los márgenes para continuar operando”, explicó un ingeniero que trabaja en el proyecto.
Durante la parada de dos años, además del reemplazo de esos 380 tubos, otra de las tareas clave será el cambio de los generadores de vapor.

Historias y petitorios
Historia. En 1967, la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) acordaron realizar un estudio de factibilidad para instalar en Córdoba una usina nuclear. En 1973, por ley se aprobó la construcción en Embalse. Era la segunda del país, luego de Atucha, en Buenos Aires. En 1984 empezó a aportar energía. Tiene capacidad para generar 648 megavatios. Tras su reconversión, se ampliará a 683.
Petitorio. Varias organizaciones ambientalistas cordobesas y nacionales participan de la coalición Por una Córdoba No Nuclear, que el año pasado presentó un proyecto de ley provincial para que Córdoba no permita ya ninguna actividad atómica en su territorio.

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Por qué está emplazada en un lugar turístico

Que organizaciones ecologistas promocionen declaraciones de José Manuel de la Sota suena a “milagro atómico”. Pero acaba de ocurrir. De gira por Santa Fe, hace 20 días, el gobernador de Córdoba hizo declaraciones a LT8 Radio Rosario:
“Yo pienso que fue un error que se haya permitido instalar en Embalse una central nuclear”. Y se explicó: “Nos ha jodido bastante, porque ha causado perjuicios turísticos en esa zona. Nadie pondría un hotel cinco estrellas frente a una Nuclear, aunque sea uno de los lagos más bonitos del país”, señaló.
La grabación no fue difundida por los voceros del gobernador sino por entidades ambientalistas, como Greenpeace. Sorprendió, porque De la Sota nunca lo había planteado en Córdoba.
Además, los antecedentes hablan de lo contrario. Como en 2009, cuando el Congreso aprobó casi por unanimidad el “plan nuclear”, que incluía extender la vida útil de la usina de Calamuchita y los legisladores delasotistas votaron a favor. De todos modos, De la Sota habló más del pasado que del futuro, porque no se definió sobre la continuidad de la Nuclear.
El planteo asombró hasta en el entorno del gobernador. El muy delasotista intendente de Embalse, Federico Alesandri, salió a tomar distancia: “Estoy en desacuerdo con lo que dijo, porque Embalse y Calamuchita han crecido en materia turística en los últimos años”, marcó el hijo de Carlos Alesandri, uno de los dirigentes más cercanos a De la Sota.
En realidad, hasta directivos del plan nuclear argentino admitieron alguna vez, a este diario, que si hoy se decidiera construir una usina no sería en un sitio turístico como este. El dilema –plantearon– es qué hacer cuando ya está. De paso, recordaban que fue Córdoba, a través de Epec, la que en un lejano 1967 promovió gestiones ante la Nación para radicar una “atómica” en su territorio.

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Una mala inversión más allá de lo ambiental

Por Mauro Fernández - Activista de Greenpeace

Reconstruir la Central de Embalse es inconveniente incluso más allá de los riesgos ambientales que representa. En primer lugar, podría suponer una suma al menos tres veces mayor a la anunciada por la Nación (1.600 millones de dólares), de acuerdo a la experiencia canadiense, país dueño de la tecnología Candu, utilizada por la usina cordobesa.
En aquel país, para extender una planta de idénticas características, se esperaba un costo de 4.300 millones de dólares, lo que motivó su cierre. Sería un derroche económico brutal, sólo superado por Atucha II, que insumió más de seis mil millones en sus 33 años de construcción.
Además, según la Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea), el diseño de Embalse no es aconse­jable, ya que comparte propiedades físicas peligrosas con la planta de Chernóbil. Con este antecedente, los números anunciados por la Nación alarman aun más, ya que podrían estar obviándose medidas de seguridad para reducir costos.
Pero esto sólo cae en el terreno de la especulación, porque la Autoridad Regulatoria Nuclear Argentina, que debería tener altos niveles de transparencia con la sociedad, hace todo lo contrario. Por sólo poner un ejemplo, en los últimos cuatro años sólo emitió tres comunicados de prensa.
Más allá de la anécdota, realmente grave es que no se haya adecuado al plan de seguridad post Fukushima de la Aiea, al no solicitar una ­revisión de pares que el organismo internacional consideró clave para evitar desastres como el de Japón.
Como alternativa a los combustibles fósiles responsables del cambio climática, la nuclear tampoco es la mejor solución. La Agencia Internacional de Energía estima que cuadruplicando la flota nuclear podría evitarse un seis por ciento de los gases de efecto invernadero para 2050. Esto llega muy tarde al techo acordado por los líderes mundiales y recomendado por la ciencia especializada. Finalmente, una encuesta de la consultora Mori indica que el 70 por ciento de los cordobeses rechaza la energía atómica y 30 mil personas ya apoyaron un proyecto para desnuclearizar la provincia. ¿Qué espera la Provincia para al­­ menos debatir el tema?

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Córdoba,potencia atómica
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