22 ago 2014

Crecimiento urbano de Córdoba

La Voz del Interior (22/08/2014)
Crecimiento urbano de Córdoba

Por Guillermo Lange - Arquitecto, integrante del equipo técnico permanente del Colegio de Arquitectos.

La ciudad debe crecer y desarrollarse adaptándose a los cambios que le impone la sociedad y debe reformular la edificabilidad de su territorio.
La consideración precedente se formula para aquellas áreas que originariamente se consignaban como periféricas y que en la actualidad ya modificaron su rol dentro del tejido o traza urbana.
Sectores que se transforman en áreas de densidad intermedia y que son adyacentes o se circunscriben a ejes que las estructuran y que funcionan principalmente como colectoras viales.
La jerarquía adquirida en esos sectores y el valor del suelo urbano en términos económicos resultan hoy interesantes para las nuevas localizaciones de actividades diversas, acompañadas por las nuevas demandas agregadas a las de viviendas.
Resulta entonces la necesidad de contar con un nuevo marco general del sistema urbano con una visión integral, en especial la provisión y adecuación de servicios básicos (agua, luz, gas, cloacas, etcétera) que limitan y desequilibran el desarrollo probable, al tornarse insustentables los usos del territorio urbano. En las actuales condiciones, sólo se atiende a la solución parcializada de las nuevas demandas propias de cada emprendimiento, trasladando la problemática al entorno, por lo cual los costos son absorbidos por el conjunto de la ciudad.
Las limitaciones impuestas por la nor­mativa urbana de la ciudad sobre las con­diciones de ocupación del suelo no otorgan una respuesta actualizada a las necesidades emergentes ni sobre la relocalización in situ de la población que las ocupan y de la descendencia que quiere permanecer en su lugar de origen.
Esas restricciones consideradas del tipo físico para la ocupación del suelo, las distancias establecidas como retiros de líneas, la cantidad de viviendas admitidas por zonas y por la propia superficie de las parcelas y los factores de ocupación del suelo y su relación a las superficies edificables son ­insuficientes.
Estos requisitos funcionales deben ser modificados según las nuevas pautas de vida. Estas nuevas demandas coaccionan de forma espontánea los usos del territorio urbano, mediante la transgresión o la utilización no declarada, debido a la falta de adecuación y elasticidad de esos compendios normativos.
Responder a los cambios de la sociedad con normativas que acompañen la dinámica de la ciudad –en especial, a su estamento físico relacionado a su infraestructura deseable y equilibrada con el sistema urbano frente al costo de la tierra– es el actual desafío para el bien general con el accionar equitativo, sustentable y responsable.
Nuevos instrumentos de gestión, con aditamentos restrictivos en resguardo del ambiente natural y cultural, atenderán a los posibles impactos en la biodiversidad con la toma de conciencia permanente de todos para proteger esos ambientes.
La ciudad debe crecer y desarrollarse adaptándose a los cambios que le impone la sociedad y debe reformular la edificabilidad de su territorio con un desarrollo armónico. Obtendrá así el beneficio por plusvalías extraídas de ese propio desarrollo, para equilibrar otros espacios de características públicas o de su propia infraestructura de servicios, en un renovado marco de ordenamiento territorial.
Lo que se expresa también significa ­apuntalar la promoción del crecimiento de los sectores más vulnerables y, al mismo ­tiempo, es atender el acceso a la tierra y vivienda, tratando de evitar los éxodos de la población y sus consecuencias no deseables, como el desarraigo.

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