22 mar 2014

Ocho lagos San Roque por los ríos



La Voz del Interior (22/03/2014)
Desbordados: Córdoba no piensa sumar más diques

Por tres ríos se fueron como ocho lagos San Roque en el último mes. Especialistas coinciden en que no se justifican más embalses para crecidas sólo ocasionales.
Córdoba vive, en el último mes, una situación hídrica excepcional. Como casi nunca, parece sobrarle el agua. Tanto, que se puede calcular que las tres cuencas que tuvieron inusuales excedentes dejaron ir, en 30 días, el volumen de unos ocho lagos San Roque llenos, o de casi tres diques de Embalse.
Después de años de noticias de escasez de agua en algunas regiones, aparece entre los cordobeses el interrogante de si no se podrían sumar diques que la retengan cuando sobra.
No todos los lagos se han llenado, pero todos tienen más agua hoy que en ningún otro momento de los últimos 10 años. Tres son las cuencas que han evacuado excedentes: la de los ríos Suquía, Xanaes y Ctalamochita (o Primero, Segundo y Tercero).
Técnicos de Recursos Hídricos estiman que, en dos semanas, el Ctalamochita tuvo excedentes superiores al volumen del lago de Embalse. En un mes, casi que se duplican. Y se agrega lo mucho que liberaron Los Molinos y el San Roque.
El Ctalamochita lleva su caudal al Paraná y de allí, al océano. El Suquía y el Xanaes nutren a la laguna Mar Chiquita.
Dos especialistas en temas hídricos, un funcionario del área y un ambientalista coinciden en que casi no habría ya alternativas razonables para que Córdoba sume más diques. Apuntan que su costo económico y ambiental no se justifica para que acumulen agua una vez cada 10, 20 o 30 años, cuando se dan ocasionales crecidas.
Hace 20 años se proyectó construir el último dique, en Cuesta Blanca, sobre el río San Antonio, afluente del lago San Roque. Tras una fuerte polémica, fue desestimado por el impacto ambiental y paisajístico que se vaticinaba río abajo.

A largo plazo
Juan Weber, jefe del laboratorio de Hidráulica de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), sostuvo que “no tiene sentido imaginar diques para contener excesos tan ocasionales; el riesgo es construir embalses que pasen largos años vacíos y sean cuestionados como gasto inútil”. Weber citó que “la posibilidad más razonable sería embalsar el río Anisacate, cerca de Alta Gracia, el único de cierto volumen sin dique aún. O el Yuspe, en Punilla, aunque en menor medida”. Pero apuntó que “ambos merecerían muchos estudios y consensos, para evaluar beneficios e impactos”.
“Más que obras, yo priorizaría cuidar mejor las cuencas serranas, donde nacen los ríos. Esa es la cuestión de fondo”, planteó el ingeniero Weber y hasta propuso “expropiar la Pampa de Achala, para asegurar su preservación como reserva hídrica, o compensar a sus dueños para que lo hagan”. Admitió que “es una inversión a largo plazo, pero que si no empieza hoy, nuestros nietos tampoco la verán”.

Dónde guardar
Santiago Reyna, docente de Obras Hídricas e Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Córdoba, planteó que “ahora llovió mucho y hubo diques con excesos, pero eso no justifica hacer otros”. Opinó que “el agua no se puede guardar de un año para otro; se evapora, se pierde. Los diques guardan la del ciclo hidrológico anual, que juntan en meses de lluvias para tener en los de sequía”.
Sobre la posibilidad de crear azudes como alternativa, Reyna planteó que “no tendrían ninguna utilidad para acumular agua”. Y precisó: “Esos diquecitos sirven para retener nivel y colocar una toma, pero no para guardar. Ante una creciente importante, es igual que si no estuvieran”.
Citó que “el único río sin dique y con caudal es el Anisacate, pero sería un espanto ambiental meterle hoy una represa; tan discutible como la de Cuesta Blanca, que se abortó por eso”.
Reyna planteó que “aunque sean inusuales, son normales estos excesos. Así funcionan las cuencas hídricas. Teóricamente, podrían desbordar aún más. Por eso hay que cuidar las planicies de inundación, que no las urbanicen, porque aunque sea cada 20 o 30 años, cada tanto los ríos crecerán”.
Reyna también apeló a una mayor protección de los suelos serranos: “Más que crear nuevos diques, hay que cuidar los que hay, evitando incendios, desmontes y sobrepastoreo en las cuencas, porque erosionan los suelos, los lagos se llenan de sedimentos y reducen su volumen”, indicó.

Lo ambiental
Biólogo y coordinador del Foro Ambiental Córdoba, Federico Kopta coincidió: “Ya no quedan ríos para crear diques sin fuerte daño ambiental. La estrategia central debería pasar por conservar esa agua en las sierras, en suelos que hagan de esponja; para eso se requiere preservar bosques y pastizales autóctonos”.
Según Kopta, “en la última década, si hubiera habido más reservorios de nada habrían servido, porque no había agua para llenarlos. Lo que faltó fue agua y no reservorios”.
Para el ambientalista, “estas crecidas furiosas deberían vincularse con los recientes grandes incendios serranos; esos suelos quemados retuvieron menos agua arriba”.

Visión oficial
Edgar Castelló, secretario de Recursos Hídricos de la Provincia, opinó que “casi no quedan ríos para almacenar agua, en volumen constante suficiente”. Coincidió en que el único sin regular en las Sierras es el Anisacate. “Ya hubo algún proyecto para un dique ahí, pero tendría mucha discusión ambiental, como el de Cuesta Blanca”, dijo, tras indicar que “el principal impacto de los diques es que el río, aguas abajo, varía su fisonomía y se queda sin arena, es menos aprovechable para uso turístico”.
Castelló citó que otro río que podría sumar un dique es el Soto, en el departamento Cruz del Eje. “Sería similar al Pichanas, en esa misma región, para destinar también a riego. Pero habría que evaluarlo bien”, dijo.

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Villa Carlos Paz le restó volumen al lago San Roque

Si se hubiera respetado el diseño original del nuevo dique San Roque, inaugurado en 1944, podría acumular más agua.
Pero hace ya décadas se permitió que Villa Carlos Paz avanzara sobre la zona de costas y, si hoy se llenara el lago hasta la cota original, parte de la ciudad quedaría bajo las aguas.
Si se usara aquella cota original, de 37 metros, en años muy llovedores el agua podría sobrepasar por varios metros más el nivel del embudo (a 35,30 metros), sin necesidad de abrir las válvulas de escape ni riesgos de inundar la ciudad. Pero por encima de los 35,30, empiezan para Carlos Paz los riesgos de anegarse. En 1992 y 1999, grandes crecidas hicieron que el agua inundara parte de esa ciudad. Las válvulas no estaban entonces en funcionamiento. En 2002 se repararon. Si este año no se hubieran abierto, parte de la ciudad (la que avanzó sobre el diseño del lago original) se habría inundado otra vez.
En 2004, el Gobierno de la Provincia hizo aprobar una controvertida ley que bajaba aún más la cota del lago, hasta los 33 metros, con el fin de hacer aprovechables más sectores de costas para emprendimientos privados y públicos. La polémica no tardó en aparecer y el proyecto finalmente quedó archivado. De haberse concretado, el dique habría bajado otra cuota más de capacidad de almacenamiento: de 200 millones de metros cúbicos a 165 millones.

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