28 ene 2013

Los carreros y el caos del tránsito

La Voz del Interior (28/01/2013)
Los carreros, un problema social


La circulación por las calles céntricas de vehículos de tracción a sangre es un anacronismo que tiene que erradicarse. Se debe asistir a los carreros para que puedan acceder a medios dignos de vida.
Las protestas que impulsan las cooperativas que nuclean a grupos de carreros de la ciudad de Córdoba plantean un nuevo escenario de inconvenientes para el ya caótico tránsito vehicular en el microcentro. Se trata en este caso de manifestaciones cada vez más frecuentes en las que se mezclan situaciones de índole socioeconómica con normativas vigentes que deben ser cumplidas a rajatabla.
Durante una de las últimas manifestaciones, los carreros reclamaban por un atraso por parte de la Municipalidad en el pago del importe correspondiente al traslado de material reciclable a espacios verdes. Las cooperativas en cuestión demandan la continuidad de un acuerdo de trabajo que viene de la administración del exintendente Daniel Giacomino. Sin embargo, desde el Palacio 6 de Julio aseguran que ese convenio caducó en septiembre de 2012.
Sobre estas desinteligencias sobrevuelan varias razones de peso que habría que atender. Para empezar, el trabajo con carros tirados por caballos es un anacronismo que no debe permitirse. No es materia opinable, ya que existen normas que prohíben la circulación de vehículos de tracción a sangre por las calles del centro de la ciudad. Por lo tanto, las autoridades municipales no pueden acordar convenios para esa actividad, ya que implica desconocer las reglas vigentes.
Hay que tener en cuenta, además, que, más allá de la legítima aspiración de trabajo de quienes reclaman, los carros tirados por caballos han dejado de ser una cuestión folklórica o cultural y conllevan serios riesgos.
Los carros son un problema para la circulación vehicular, pero sobre todo constituyen un peligro para los que llevan las riendas, quienes muchas veces lo hacen acompañados de niños.
Por si lo anterior no bastara, hay que considerar que este obsoleto y peligroso medio de transporte implica también el maltrato a los caballos, lo que ha generado denuncias y hasta detenciones de varios carreros.
Los carreros pertenecen a la franja de ciudadanos en situación de vulnerabilidad socioeconómica. Antes de intentar maquillar esa cruda realidad a las apuradas, con acuerdos de trabajo que infringen las propias normas de la ciudad y hasta las de la Nación (por la ley 14.346 de protección animal), sería aconsejable darles a carreros y familiares la posibilidad de una salida laboral digna y legal.
Particular energía habría que dedicar para que los hijos de los carreros dejen de estar en la calle, con los riesgos que eso implica, y se dediquen a las únicas tareas que deben tener los niños: ir a la escuela y jugar.
Por todo esto, el tema de los carros de tracción a sangre debe ser tratado como algo más que un problema de tránsito o de recolección de basura: como una cuestión de inequidad social por resolver.

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