23 oct 2011

Las dos orillas del Suquía: basural y paseo

Día a Día (23/10/2011)
Las dos orillas del Suquía: el río basural y el nuevo paseo



Cerca de la Humberto Primo, en una de las zonas de más elevado valor inmobiliario de la ciudad, el Suquía se renueva. Aguas abajo, en el sector de San Vicente, el río es un basural a cielo abierto.
Gente de camisa y corbata floja camina cansinamente en las márgenes del Suquía. Deambulan entre el puente Santa Fe y el Avellaneda. Los zapatos de los hombres brillan, las mujeres fuman y la caminata se diluye en conversaciones banales. Se frotan la panza, recién terminan de comer. Al lado de ellos pasa un hombre trotando que encandila con sus llantas Nike naranjas. El cemento y el pasto reluciente del nuevo Suquía invita a dar un paseo, y los que trabajan en las empresas que están cerca le sacan el jugo.
Mientras, en el vado Sargento Cabral, Franco, un pequeño de siete años, saca su cañita mojarrera. Está en el cauce del río parado sobre un pedazo de cemento demacrado.
Al lado, tiene preparada su red, está descalzo. Su río es muy diferente al del “pulenta” que trota en el otro extremo del Suquía. Cerca hay basura, animales muertos, camiones con restos de obras que usan el agua como vertedero, carreros y muchísimas moscas zumbando al unísono.
No se trata de dos ríos en diferentes ciudades, son dos realidades muy contrastantes del mismo curso de agua que atraviesa la ciudad de Córdoba. Desde el puente Dorrego hasta el Monteagudo, la cantidad de basura que se acumula en las márgenes va aumentando conforme pasan las cuadras y los desperdicios dominan el paisaje.
Sólo basta un par de minutos en la zona para darse cuenta que carros y camiones de carga tiran sus residuos con total impunidad en cualquier espacio de este circuito que quede libre. No importa que enfrente haya una casa, un jardín de infantes (como el caso del Güemes en barrio Maldonado) o el río, los desperdicios llegan sin ningún control.
Este tramo del Suquía se convirtió en el patio de atrás de la ciudad, lo que se desecha va a parar a ese lugar. Para lo nuevo hay un jardinero contratado que sufre constantes tirones de oreja si, por ejemplo, después de las crecidas de la temporada estival que comienza no limpia la basura que queda acumulada en las márgenes por el aumento del nivel del agua.
Este sector es muy cuidado. Todas las mañanas un grupo de unas cuatro personas se encargan de “malcriar” al pasto recién plantado para que crezca fuerte. Arrancan en el Puente Santa Fe, encienden una bomba para que chupe el agua del río y riegan con una manguera con muy buena presión.
La misma meticulosidad, pero para tirar basura, es la que utilizan los carreros y camioneros en la zona Dorrego-Monteagudo. Si bien muchos son los vecinos que contribuyen a esta situación, una buena parte de las barriadas la padece.
Justo Armando Díaz llora de bronca cuando habla del tema. Tiene 82 años, vive en la calle Feliciano Chiclana desde hace un buen tiempo y cuenta, con la indignación atravesada en la garganta, que le tiran basura en la puerta de su casa y a metros del colegio que tiene de vecino, el ya mencionado Güemes.
“Esta situación lo vuelve a uno muy malo. Yo, con mi pala y mi carretilla, salgo a limpiar la basura que tiran al lado del patio del jardincito de la escuela, si no fuera por eso tendrían una montaña de desperdicios al lado de donde juegan los chicos. No es justo que uno tenga que vivir así, siempre peleándose por poder estar mejor. Todo esto es una mugre y nadie hace nada, a nadie le importa”, se queja.
Muy cerca está la familia González. Luis contó que hace más de 30 años que vive en el barrio pero que con el pasar del tiempo, empeora. Cerca de la casa de Luis hay basura en el río, en la calle y en las veredas.
Para el hombre, el desborde de cloacas que se suele producir sobre el agua y la basura son un foco de contagio permanente para sus nietos: “Prácticamente tenemos que tener a los chicos encerrados, hay muchas moscas, ratones que dan vuelta todo el tiempo, bichos raros, hasta perros muertos. La gente viene y tira animales, cualquier cosa. Hay cámaras de inspección de la cloaca que quedan accesibles, hace poco se cayó uno de mis nietos ahí, de milagro se salvó y ahora lo estamos llevando a controles médicos. Es un asco vivir en este lugar”.
Llegaría la mejora. El ingeniero Luis Salamone, subdirector de Recursos Hídricos de la Provincia, dice que esa zona es un área complicada del río, pero garantizó que con la construcción del Centro Cívico y la sistematización vial en el sector de la Nueva Terminal Bicentenario, las mejoras que se iniciaron en el puente Santa Fe llegarían a este tramo del Suquía.
“Ahora estamos trabajando en el Centro Cívico pero la idea es avanzar con la recuperación del río. La zona mencionada es un sector que se ha limpiado muchas veces pero siempre se vuelve a tirar basura. Con motivo de la puesta en funcionamiento de la Terminal se está haciendo el puente Letizia, donde irá un nudo que va desde el río hasta Circunvalación. Con la llegada de más tránsito pensamos que se va a mejorar la zona y la vamos a poder limpiar y sistematizarla porque será la puerta de ingreso a Córdoba”.
La Subsecretaría tiene la Patrulla del Río, que se encarga del control del Suquía, pero para Salamone se necesita también de la ayuda de la Muni en la vigilancia: “La mayoría de los residuos son escombros, nosotros los limpiamos dos veces al año, tenemos un control, pero la Municipalidad también tiene que colaborar en esto. Es muy difícil mantener el orden, muchos camiones hacen volcamientos para ahorrar plata en combustibles”.

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