25 sept 2011

Falta de agua, nueva fuente de tensiones

La Voz del Interior (25/09/2011)
Falta de agua, nueva fuente de tensiones

¿Qué pasa por la cabeza de una mujer que cada día lava la vereda de su casa expulsando el polvo a manguerazos de agua potable? ¿Qué pensará un hombre que hace lo propio pero sobre su auto, todos los domingos? ¿Qué opinarán ambos de los 500 litros de agua que cada uno tira en cada una de esas acciones? ¿Saben que Córdoba sufre una de las peores crisis hídricas de la década? ¿Sabrán qué quiere decir “crisis hídrica”?
En el caso de la mujer, hay varias hipótesis. Una es que sublima –o transfiere– en la vereda todo lo que no hace con su cuerpo. Otra, que canaliza en esa acción una obsesión profunda por las baldosas. En el caso del hombre, puede que enjabonar y franelear una superficie lisa le despierte deseos que han sido suprimidos en su vida real. O que están, pero no pueden ser satisfechos. ¿O será, acaso, otro tipo de necesidad inconsciente acerca de la manguera?
Tensiones. La semana que pasó trajo a Córdoba un conflicto recurrente –la crisis hídrica– pero que comenzó a tomar dimensiones hasta hace poco extrañas: localidades –de Sierras Chicas y Punilla– que comienzan a disputarse entre sí las pocas fuentes de agua de las que disponen en sus regiones.
Al margen de que el recurso hídrico sólo puede ser manejado por el Estado provincial y no por el distrito donde el agua se asienta, el problema igual estalló.
Tampoco se trata de la cruenta “Guerra del agua” boliviana, que en 2000, en Cochabamba, dejó un muerto y 170 heridos tras las protestas por la privatización del servicio de agua potable y el alza de precios que le siguió.
Pero es un signo de alerta inédito y pasible de derivar en actitudes más complejas si se tiene en cuenta que se habla del más vital de los elementos –después del aire– que puede marcar la supervivencia o la muerte de la raza humana: 1.100 millones de personas en el planeta no acceden al agua potable (casi uno de cada seis habitantes).
Uno de los conflictos en Córdoba tiene que ver con un reclamo de Villa Carlos Paz hacia la capital provincial: piden que la ciudad cuyo 70 por ciento de habitantes utiliza agua del lago San Roque lo haga con un poco de racionalidad. O que se coloquen medidores al 85 por ciento de los vecinos que no lo tienen (sólo se instalaron para 55 mil de los 393 mil usuarios capitalinos).
Tienen razón. O, al menos, una parte, ya que en esta crisis también confluyen –además del clima– la mala gestión y distribución del recurso, así como la tardía reacción para apurar proyectos indispensables (entubamiento del canal Los Molinos, plantas de tratamiento, by pass desde el Piedras Moras).
No por nada el tema figura al tope de la preocupación de la gobernación que se viene. O al menos eso comunican. Quieran o no, la realidad no les dará respiro.

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