28 abr 2011

Perros callejeros: problema ético

La Voz de San Justo - Edición Electrónica (28/04/2011)
Perros callejeros: problema ético

En la mayoría de las ciudades, la problemática de los canes sueltos asoma con preocupante vigencia. Estamos frente a un problema que tiene aristas variadas. Es un asunto ambiental, porque no se puede desconocer el riesgo que potencialmente existe en la existencia de grupos de perros enfermos y hambrientos que deambulan por las calles. Es un asunto social y político, porque detrás de la proliferación de los animales callejeros está la carencia de medidas que procuren atenuar el impacto negativo así como tampoco se puede reducir a la actividad de organizaciones intermedias sin mayores recursos que sólo actúan por amor a los animales. Es, además y fundamentalmente, un problema ético. Porque resulta incomprensible para un lógico razonamiento la actitud de muchos vecinos que abandonan a sus mascotas, sin reparar en que con esta actitud se está acrecentando un fenómeno que dista mucho de ser menor.
La tenencia responsable de mascotas es, en este punto, una necesidad. Esto implica no sólo el cuidado permanente y afectivo de los animales –la mayoría de los cuales son perros-, sino además de educar a los mismos en la relación con el entorno. Sin propietarios responsables será muy difícil disminuir la cantidad de perros vagabundos en las calles.
Al mismo tiempo, sin políticas activas y sistemáticas de esterilización de perros y gatos, las cosas se mantendrán en el estado actual y en este sentido, la municipalidad de San Francisco es un ejemplo con su decisión clara y contundente de implementar un programa gratuito para animales tanto callejeros como con dueño. No hay forma de encontrar hogar para centenares de perros callejeros y por eso son imprescindibles este tipo de actitudes estatales dispuestas a llevar adelante campañas masivas de educación y esterilización. También vale destacar el ejemplo reciente del municipio de Brinkmann que ha lanzado un censo canino, cuyo objetivo es identificar los perros pertenecientes a los vecinos y retirar los vagabundos. No son los únicos y deberían ser imitados por otros porque todos los Estados locales son los que tienen que tomar las riendas para enfrentar el problema. Se impone arbitrar los recaudos para que las cosas cambien. De lo contrario, el problema se agravará y quedará en evidencia aún más la desidia que se manifiesta tanto en lo ambiental como en lo político y en lo ético.

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