30 ene 2011

La apicultura está en proceso de desaparición

El Puntal de Río Cuarto (30/01/2011)
La apicultura está en proceso de desaparición en el sur cordobés

En los últimos años, ha aumentado de un 10% a un 50% el nivel de mortandad de las colmenas. El principal motivo es el avance de la agricultura que provoca una escasa o nula floración para las abejas
Los cambios en el sistema productivo de Río Cuarto y la región están afectando profundamente a la actividad apícola. Según explican especialistas en la temática, el avance de los cultivos de soja y maíz en detrimento de la ganadería está provocando graves consecuencias para las abejas, ya que no encuentran las plantas necesarias para nutrirse. Este fenómeno no sólo afecta a los apicultores por la escasa producción de miel sino también al medio ambiente en general y a especies vegetales que son la base de nuestra alimentación.
Hace tres años que la provincia de Córdoba se encuentra bajo emergencia apícola por escasez de miel. El año pasado fue uno de los más críticos: mientras que el promedio de extracción a nivel nacional generalmente es de 30 kilos de miel por colmena, en la campaña 2009-2010 el Consejo Asesor Apícola estimó que la producción en nuestra provincia rondó entre 5 y 7 kilos.
Así lo informó la médica veterinaria Paula Melegatti, quien trabaja en el Área Apícola de la Secretaría de Extensión y Desarrollo de la Universidad Nacional de Río Cuarto, quien alertó sobre la difícil situación que está atravesando la actividad.
La especialista indicó que a la escasa producción de miel registrada el año pasado, se suma la alta mortandad de colmenas. Normalmente, se registra que un 10% de las mismas mueren al año. Sin embargo, “el año pasado hubo casos de 40% y 50%, es decir que un apicultor que tenía 1000 colmenas perdía 500”.
El productor y acopiador de miel Leandro Narvaja Luque coincidió en que el año pasado fue especialmente crítico, ya que a la tendencia que se viene manifestando por el avance de la agricultura se sumó un período de gran sequía, una escasa floración y una fuerte presencia de insectos que llevó a aplicar una mayor cantidad de agroquímicos en los campos, todos factores perjudiciales para la actividad.
Tanto Narvaja como Melegatti sostienen que este año la producción de miel está mejorando con respecto al año anterior, pero manifiestan que la tendencia en la región es el desplazamiento de la apicultura hacia lugares con mayor presencia de bosque nativo o actividad ganadera, especialmente hacia la zona de traslasierras. Además, todavía no se ha podido determinar el nivel de mortandad de colmenas de la presente temporada.
Según la médica veterinaria este fenómeno de paulatina desaparición de la apicultura debe “hacernos pensar qué estamos haciendo con nuestro medio ambiente”, ya que las abejas justamente son bioindicadoras de contaminación ambiental y en varios lugares se utilizan para tal fin.

Ganadería sí, agricultura no
La especialista y el productor interpretan que el momento por el que está atravesando la apicultura en la región está en relación directa con el avance de la agricultura por sobre la ganadería.
“La apicultura y la ganadería van muy de la mano porque las pasturas que sirven para darle alimento a las vacas son forrajeras para las abejas” explicó Melegatti. De este modo, el descenso de la actividad está en directa relación con la disminución de la producción ganadera en la zona, así como con la creciente desaparición de monte nativo.
La médica veterinaria indicó que tanto las pasturas sembradas para alimentar al ganado como los árboles propios de la zona son esenciales para que las abejas puedan realizar su trabajo.
“El problema es que ahora en la mayoría de los casos tenemos cultivos de soja y maíz, que son plantas que no aportan a la abeja ni néctar para producir miel ni polen que es la proteína que necesita para alimentar a la cría y para desarrollarse”, afirmó la docente.
La ausencia de forraje adecuado provoca malnutrición en estos insectos y obliga a muchos productores a comprar alimentos artificiales. Pero, tal como sostiene Melegatti, ninguna alternativa puede suplir el alimento natural de la abeja. Incluso, mientras mayor diversidad de flores visite, mejor nutrida estará.
En relación a esta situación, la médica veterinaria relató que ha aumentado la mortandad debido a que se está detectando una mayor presencia de enfermedades en los insectos. “El hecho de que no haya flores es la clave, ya que predispone a la colmena malnutrida a no tener defensa para las enfermedades”.
Según Melegatti, el eje central de la problemática se basa en que la tarea de las abejas no es compatible con el sistema productivo actual. “Todas las plantas que para la agricultura son malezas, para la apicultura son forrajeras y ahí es el choque de las actividades”, señala.
En el mismo sentido, la especialista advierte que la utilización de agroquímicos es uno de los factores más perjudiciales para la apicultura. En cuanto a los herbicidas “afectan porque matan toda la flora posible de ser usada por la abeja, mientras que los insecticidas y fungicidas dejan residuos en el néctar que después la abeja va a utilizar”.
Además, diversas investigaciones desarrolladas en Estados Unidos y Europa han comprobado que los agroquímicos afectan el sistema nervioso de la abeja y la desorientan, provocando que se pierda en el campo. De esa forma, las colmenas se van quedando sin pecoreadoras que busquen néctar y polen.

Menos apicultores
Según Melegatti, son muchos los apicultores que han desaparecido en los últimos años, especialmente aquellos que apostaron a la actividad luego de la devaluación de la moneda sin poseer mucho conocimiento al respecto. El último censo realizado en el departamento Río Cuarto fue en el año 2008 e indicaba que existían 214 productores en la región, mientras que en el 2001, por ejemplo, había 650 apicultores registrados.
Esta tendencia sigue en alza, ya que como afirma Narvaja, quienes se dedicaban a esta actividad se han visto muy perjudicados por la baja productividad de las abejas. De este modo, quienes no la abandonaron debieron adaptarse a la nueva situación.
Las opciones que han encontrado los apicultores son mudarse a las zonas donde se produce mejor o “hacer trashumancia, es decir que se quedan viviendo donde están pero van trasladando colmenas, acompañando la floración con el costo y el desgaste que eso significa”, explica el productor. Otros, en cambio, decidieron seguir realizándola sólo de modo secundario mientras se dedican a otra tarea. Incluso, algunos debieron deshacerse de los camiones que poseían y despedir a sus empleados.
Por su parte, la docente universitaria manifiesta que quienes se ven más afectados por esta problemática son aquellos productores que se han dedicado durante muchos años a la actividad, en muchos casos como un emprendimiento familiar.
Se trata de personas mayores que tiene un número importante de colmenas y a las que les sería muy complicado y costoso dedicarse a otra actividad, además de que ya poseen una vocación. “Esa gente es la que tiene que ver cómo sobrellevar estos años de poca o nula producción de miel. Y en general todos se han movido, han llevado sus colmenas a zona mas favorables como traslasierras o el norte de Córdoba, todos lugares donde hay monte nativo”, explica la médica veterinaria.
En base a la situación descripta, Melegatti considera que la tendencia de la apicultura será constituirse como un hobbie o una tarea secundaria de poca magnitud.

La polinización
De cualquier manera, la problemática no se reduce al nivel de producción de miel y a la fuente laboral de cientos de personas. “El principal beneficio que obtenemos de la abeja es la polinización” advierte la integrante del Área Apícola de la UNRC.
“Todo lo que nosotros comemos -menos la papa, el arroz, la soja y el maíz- requiere de la polinización producida por insectos. Y dentro de los insectos las abejas son los principales polinizadores” explica Melegatti.
De este modo, la creciente desaparición de colmenas también es preocupante debido a que se verá reflejada en la producción de cientos de especies vegetales. La docente universitaria indica que esa es la consecuencia más grave del problema, ya que se relaciona con nuestra alimentación.
Además, gran parte de los árboles y árbustos que integran el bosque nativo dependen de la tarea de las abejas para poder reproducirse. La médica veterinaria afirma que en esos casos existe un “mutualismo” al desarrollarse la polinización, es decir que “las dos especies se benefician, tanto las especies arboreas, arbustivas y herbáceas del bosque como las abejas”.

Para mejorar la situación
Desde hace dos años en nuestra ciudad existe un Laboratorio de Sanidad Apícola, cuya responsable es Paula Melegatti, que tiene como principal objetivo detectar las principales enfermedades de las colmenas en la región: nosemosis, loque americana y varroasis.
El laboratorio funciona en el marco del Programa para el Desarrollo Apícola que depende de la Secretaría de Extensión y Desarrollo de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), y está destinado a brindar un diagnóstico a los productores sobre la sanidad de sus colmenas en forma gratuita.
En base a las problemáticas que afectan a la actividad, este espacio intenta incentivar a los apicultores a que realicen un monitoreo de las enfermedades más comunes en las abejas de la región. “Ellos tienen que tomar las muestras en las colmenas, nosotros le damos un resultado, y la asistencia técnica que requieran”, explica Melegatti y agrega que es importante que el control sea periódico para que realmente la detección sea efectiva.
Según la médica veterinaria, de las enfermedades detectadas, la varroasis es la más importante y se observa con frecuencia en las colmenas. Por ello, es fundamental que el apicultor controle en forma consciente y en el momento oportuno.
Además, desde la UNRC se dictan cursos sobre apicultura con el objetivo de promover la actividad en la región. En ese marco, se brindan capacitaciones a todos los interesados en comenzar un emprendimiento de este tipo y también cursos más específicos para agrónomos y veterinarios.
“A través de los cursos tratamos de difundir esta actividad porque la mayoría de las personas que se dedicaron ya son grandes y se necesita gente joven y emprendedora que siga con la actividad”, explica Melegatti. Y agrega: “Paradójicamente la apicultura ha venido cayendo en la zona pero yo que soy docente de apicultura tengo cada vez mas alumnos”.

Las banquinas tampoco ofrecen flores
La presencia de soja en las banquinas también tiene sus consecuencias para las abejas, ya que dichos espacios eran unos de los pocos que ofrecían flores para alimentar a los insectos. “En este momento que en los campos no hay oferta de flora, porque ya hasta se fumigan las banquinas, el monte nativo es muy importante. Antes por lo menos en las banquinas tenían merilotus que es una planta también forrajera pero que crece y se resiembra muy fácil”, expresa con preocupación la médica veterinaria. De hecho, el año pasado en la región de Laboulaye el ministro de Agricultura y Ganadería del gobierno provincial Carlos Gutiérrez había anunciado que sembraría lotus en las banquinas justamente para compensar a las productores apícolas por la problemática que el avance de la agricultura estaba generando. Sin embargo, la promesa no se cumplió.
Melegatti afirma que antes había especies como los cardos, las mostazillas, los dientes de león que también eran muy aprovechadas por las abejas pero que actualmente han desaparecido.

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