29 ago 2010

Seis mil familias viven de la basura en Capital

La Voz del Interior (29/08/2010)
Seis mil familias viven de la basura



Algunas ya lo hacen desde hace varias generaciones. Madres incentivan a sus hijos a "cirujear" para alejarlos del alcohol y las drogas.

Hace ocho años se llevó a cabo una de las protestas de carreros más impactante que se recuerde en la ciudad de Córdoba.
A mediados de agosto de 2002, columnas de escombreros, cirujas y recicladoras informales de basura marcharon desde las villas y suburbios de la Capital hacia el centro y rodearon con sus carros el Palacio 6 de Julio. Allí pidieron la recuperación de la libertad de ocho cartoneros que, días antes, habían sido detenidos. Los acusaban de reincidir en el incumplimiento de la ordenanza 8.643 (sancionada en la época del último gobierno de facto y derogada en 2004) que prohibía el ingreso al área central con carros y vehículos tracción a sangre.
La respuesta al reclamo del entonces intendente Germán Kammerath fue el decreto 111. Éste disponía que "los trabajadores del cartón" dejaran sus carros y caballos en las márgenes del río Suquía, entre los puentes Sarmiento y Alvear, e ingresaran al centro a recolectar basura con carritos manuales, sin animales.
Pero los responsables de la medida no tardaron en darse cuenta de que el espacio reservado para el estacionamiento de las carretas era insuficiente. Es que, entonces, circulaban unas cinco mil por la urbe, y el número tendía a crecer a medida que la crisis socioeconómica e institucional más terrible que sufrió el país el último siglo empujaba al abismo a quienes eran expulsados del mercado laboral, sin red de contención social.
La caravana que bajó por la avenida Colón desde Villa Urquiza estuvo encabezada por Teresa "Chinina" Zamora (64), una incansable luchadora por la dignidad de los cirujas.
Ella fundó, hace más de dos décadas, la Cooperativa Los Carreros, que preside desde entonces. La acompañaba en aquella "cruzada" su hija Lorena Castaño (32).
Hoy, son seis mil los carreros que viven de la basura en la ciudad de Córdoba.
Baño de realidad. "Aquella movilización sirvió para que los políticos y los cordobeses se dieran cuenta de que los carreros existimos, que somos un montón y que lo único que queremos es que nos dejen ganar la vida con nuestro trabajo, que es tan digno como cualquier otro aunque muchísimo más duro", dice Lorena mientras le da la teta a su hija Valentina (1) en un rincón del comedor de la cooperativa.
La entidad funciona en Rafael Obligado 4937, Villa Urquiza. Allí sirven a diario unas 180 raciones Paicor a niños recolectores de inorgánicos.
También suelen dictar charlas de reciclado y convocar a especialistas en educación sexual para que informen sobre cómo prevenir embarazos y enfermedades venéreas en la infancia y en la adolescencia.
"Acá el inicio sexual se da desde muy chico, y es muy común la prostitución infantil; a mi hija Daiana (14) se lo propusieron unas amigas hace como dos años y yo le dije que no, que no era digno, que siguiera con el carro", comenta Lorena con total naturalidad.
Daiana y su hermano José (15) cirujean de lunes a sábado de 8.30 a 15, aproximadamente. Lo hacen desde que tienen 5 años. A la noche cursan juntos sexto grado en la Escuela Batería Libertad. Habían colgado el guardapolvo para ayudar a sus padres a "cirujear", pero volvieron a las aulas el año pasado para recibir los 180 pesos mensuales de la asignación universal por hijo que paga la Anses. Esta ayuda beneficia a trabajadores informales, desocupados y servicio doméstico que tengan hijos menores de 18 años, siempre que concurran a la escuela de manera regular y completen el calendario de vacunaciones, entre otros requisitos.
Vivir con dignidad. "Lo bueno de que mis hijos sean carreros es que se ganan la vida, como tantos otros chicos, trabajando dignamente y no están perdiendo el tiempo ni dejando la vida en una esquina, chupando o drogándose con cualquier porquería", dice Lorena sin ocultar su orgullo.
Daiana y José son la tercera generación de una nutrida familia de carreros. "Lo malo es que a veces la gente los maltrata, los discrimina porque asocia a los carreros con la delincuencia, con cosas "fulleras", lamenta esta mamá de cinco hijos que recolecta papel y desperdicios reciclables desde niña.
Es que, como afirma Adrián Escribano en su trabajo El fantasma cordobés: ni docta, ni isla, ni progre... , "tener una Córdoba limpia" de desechos, tanto de objetos como de sujetos desechados, contribuye a volver más sensatas las prácticas de ser "progres", "doctos", e "islas".

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