22 dic 2009

Sólo Los Molinos y Embalse sonríen

La Voz del Interior (22/12/2009)
Sólo Los Molinos y Embalse sonríen



Los tres diques que registraban bajantes históricas, La Quebrada, el San Roque y Los Alazanes, siguen muy complicados / En Calamuchita, ya están en el nivel habitual de verano.
Las lluvias de los últimos días en la provincia de Córdoba hicieron subir el caudal de casi todos los ríos y lagos, aunque los tres diques que presentaban un mayor déficit están aún lejos de sus niveles habituales para el verano.
El dique San Roque subió desde el sábado sólo cinco centímetros. Unos días antes se había elevado otros 10 centímetros. Ayer se ubicaba en 27,87 metros, siendo su cota máxima de 35 metros. Se lo ve con algo más de agua que un mes atrás, pero sus costas siguen siendo aún mucho más amplias que las de las habituales postales veraniegas. La emergencia hídrica para Villa Carlos Paz pasó de alerta rojo a naranja, flexibilizando las restricciones.
La Quebrada, lago que abastece de agua a Río Ceballos, Unquillo y Mendiolaza, subió medio metro su nivel. Allí la noticia es que dejó de bajar. El fin de semana arrojó un acumulado de 160 milímetros de precipitaciones en la zona y el dique subió 53 centímetros. El viernes pasado había llegado a 12,47 metros por debajo del vertedero, la marca de mayor bajante en su historia de 33 años. La peor bajante anterior se registró en 2005, con 9,41 metros.
Desde la cooperativa de agua de Río Ceballos se aclaró que a pesar de la fuerte lluvia los arroyos afluentes del embalse no aportaron buen caudal, ya que el temporal se precipitó en pocas horas y se escurrió sin llegar a penetrar en las napas. En las Sierras Chicas, al menos hasta el 29, siguen las medidas de restricciones (menos para los prestadores turísticos), con cortes del servicio dos días por semana.
El dique Los Alazanes, que abastece de agua a Capilla del Monte, en el norte de Punilla, mantenía desde agosto casi sin variantes su máxima bajante histórica, con 10,7 metros por debajo del nivel de vertedero. Las lluvias mejoraron algo su nivel, pero de manera insuficiente aún para que la localidad normalice su servicio de agua. Capilla del Monte debió recurrir este año a un enlace con el dique El Cajón para asegurar la provisión de agua a sus habitantes. En esta zona, desde mayo llovió apenas 50 milímetros.
Los lagos de Embalse, Los Molinos y Piedras Moras, en tanto, muestran ya –con las recientes fuertes crecidas que registraron sus afluentes– sus niveles habituales de verano. El de Embalse, por ejemplo, está cerca de llegar al nivel de su vertedero. Esos lagos, de todos modos, no registraron tan fuertes bajantes como otros del territorio cordobés durante el peor momento de la sequía.

Menos lluvias
En el sur provincial (Río Cuarto y zona) llovieron este año 894 mm (casi 200 en diciembre). El promedio histórico anual es de 990 mm.
En el centro (Río Tercero y zona), cayeron 715 mm, de los 975 de promedio histórico.
En el sudeste (Bell Ville, Marcos Juárez) llovieron 946, cerca de los 1.040 anuales históricos.
En Sierras Chicas (Río Ceballos y zona) llevan 709, lejos del promedio anual de 978.
En el noreste (San Francisco y zona), cayeron 606 mm, frente a un promedio anual de 860.
En el norte (Ischilín, Tulumba), siempre más seco, llovieron 560 mm. sobre los 800 de su promedio.
Fuente: Observatorio Salsipuedes, del meteorólogo Mario Navarro.

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Hay que mirar las sierras

Meses de sequía, con ríos y lagos flacos. Luego, semanas de lluvias, con fuertes crecientes y zonas urbanas anegadas. Podría imaginarse que las crecientes son la solución a los tiempos de sequía. Pero en realidad son parte del mismo problema.
Hay que mirar a las sierras, el “tanque” que abastece de agua a casi toda la provincia. Los ríos y lagos secos no sólo tienen relación con la falta de lluvias: si las sierras pudieran retener en mayor medida el agua que cae, alimentarían sus napas y habría vertientes para nutrir arroyos y ríos aún en meses sin lluvias. Pero las sierras retienen cada vez menos, producto de la falta de vegetación por desmontes e incendios.
Cuando llueve, sin capa vegetal presente, el agua caída sólo corre por las laderas, arrastrando la tierra que sin árboles ni pastizales no se fija, más las cenizas que dejó el fuego donde quemó antes. Todo eso termina en los fondos de los diques, reduciendo su capacidad.
Si hubiere más verde en las laderas, habría ríos menos secos en invierno y primavera y crecientes no tan furibundas y “sucias” en verano.
Los cordobeses deben mirar más a las sierras. Sobre todo, deben mirarlas los que deciden (y¿planifican?) para la provincia por venir.

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