24 ago 2009

Cómo funciona el primer punto verde de reciclado

Día a Día (24/08/2009)
Cómo funciona el primer punto verde de reciclado



Si usted ya separa sus residuos, acá es donde terminan. Le mostramos qué se hace allí y quiénes son los beneficiarios.
Lo primero que llama la atención es que no hay olor desagradable. Y eso que es allí donde termina, a diario, un promedio de cuatro mil kilos de basura. La razón es simple: se trata sólo de residuos secos, los que a diario levanta Crese de los 18 barrios del noreste que ya tienen recolección diferenciada.
A ese punto verde –ubicado en un amplio galpón en terrenos del ferrocarril Mitre– es donde van a parar las botellas, latas y demás desechos reciclables que comenzaron a separar unos 140 mil vecinos. Si usted integra ese grupo, ya tiene el primer “felicitado”: los trabajadores del complejo explican que la falta de olor indica que la separación está bien hecha, esto es, la basura llega casi sin restos orgánicos (botellas bien secas, papel sin trozos de comida, latas vacías, etc.).
Y hay una sensación compartida entre todos los que trabajan en el lugar: el asombro por la buena respuesta vecinal con la que arrancó el sistema. En 16 días de funcionamiento, el camión de diferenciada de Crese descargó 60 toneladas de residuos secos en el complejo.
Excelentes volúmenes para un debut, pero escasos aún para tornar sustentable el sistema, esto es, generar con la venta de residuos ingresos suficientes para mantenerlo. “Pasa que esto recién comienza, y reunir grandes volúmenes es un proceso gradual. Además, aún estamos organizándonos”, explica Germán Gavotto, responsable del punto verde. Por caso, el lugar no recibe aún el material que reúnen unos 50 cartoneros en el centro de la ciudad. El municipio está armando un sistema por el que ellos podrán acopiar cantidades en diferentes sitios-esquinas, y desde allí el material será llevado en una especie de motos (zootropos) hasta el punto. “Con eso vamos a armar otro circuito que va a casi duplicar la actividad que ahora tenemos, además de emplear más gente”, agrega Gavotto.
Hasta ahora, la rutina del punto verde está concentrada en separar los residuos que provienen de la recolección diferenciada. El lugar es gestionado por Crese, pero la mano de obra operativa la ponen 10 personas integrantes de tres organizaciones: la Fundación El Faro y las cooperativas Reciclado e Inclusión y Cartoneros Organizados. La mayor parte de ellos sobrevivió, hasta ingresar al lugar, de juntar residuos en la calle para vender.
Se supone que la gran apuesta social del sistema de basura diferenciada es que más personas puedan hacer idéntico camino, en este primer centro y en los que imagina abrir el municipio en otros puntos de la ciudad. El esquema será igual: bajo la dirección de Crese, las cooperativas pondrán la mano de obra encargándose de pagar ese trabajo con lo obtenido por los residuos.
El circuito. Insertos en el circuito que puede verse en detalle en la secuencia de esta nota, los trabajadores convierten el caudal indiferenciado de desechos que liberan los camiones en montones agrupados por tipo de material: vidrio, PET (el plástico con el que están hechas las botellas), hojalata, papel, cartón, telgopor y plástico. Hasta ahora, ese material se está vendiendo en fardos o bolsones a acopiadores mayores, que a su vez lo venden a empresas. Pero el plan es lograr en breve el trato directo con los usuarios finales del material, para obtener mejores precios: “Para eso hay que reunir grandes cantidades en forma sostenida”, señala Carlos Barreiro, personal del punto.
El proyecto incluye comprar maquinarias para procesar aún más los materiales, y subir la rentabilidad. “Una idea es triturar el vidrio y venderlo a empresas que fabrican esa pintura refractaria que se usa en la demarcación vial”, explica Barreiro. El telgopor ya se tritura hasta dejarlo en “bolitas”, material que emplea la construcción.
Tensiones en el arranque. Además del desafío de instalar nuevas costumbres, el gran reto del municipio al armar un sistema masivo de separación de residuos pasa por su organización. Desde el arranque aparecieron las dificultades, cuando días atrás, un sector de la cooperativa Reciclado de Inclusión hizo críticas a las autoridades. Denunció demoras en el arranque del esquema del centro; criticó la injusta –a su criterio– inclusión en el punto verde de personal de la Fundación El Faro y reclamó para las cooperativas el manejo de la venta final de los residuos, a contramano de la idea del municipio de reservarse, a través de Crese, el control de esa fase clave del circuito.
La respuesta oficial fue que el sistema del centro debutará cuando se complete el patentamiento de los zootropos. Además, la comuna insiste en que el modo de que los grupos de cartoneros trabajen en forma armónica es que el Estado conserve la supervisión del sistema y sus ventas.

Ver Noticia On Line


El testimonio de los beneficiarios

Hace cuatro años se “largó” al centro desde la barriada El Pueblito, en Marqués Anexo, junto con cuatro de sus ocho hijos, en busca de cartón. “Salimos porque necesitábamos trabajar. Yo limpiaba casas por hora, pero eso no alcanzaba para nada. En la calle caminábamos unas nueve horas buscando el papel y llegábamos a juntar unos 200 pesos por semana”, cuenta Beatriz Rodríguez, de la cooperativa Reciclado e Inclusión.
¿Es mejor el trabajo en el punto verde? “Es más liviano y seguro que andar por la calle, pero lo mejor es que trabajo yo sola mientras mis hijos pueden estudiar”, dice.
Mientras habla no deja de acomodar las planchas de cartón en la enfardadora que las convertirá en paquetes listos para vender. “Acá hago de todo, lo que me pidan. Me siento cómoda porque somos un lindo grupo de gente, nos llevamos muy bien. Me gustaría que muchos más pudieran entrar, yo tengo fe en que este sistema va a funcionar”, asegura, mientras espera con ansiedad cumplir el primer mes de labor para cobrar por su trabajo.
“Tengo que mantener a mis tres hijos” - Marcelo Fassi (29 años - Integra la Fundación El Faro)
“Yo hacía electricidad de obras, pero con eso trabajaba un día sí y otro no, no me alcanzaba para mantener a mi familia”, explica Marcelo Fassi, otro de los 10 empleados que trabajan en el punto verde que gestiona Crese.
El joven de 29 años vive en General Mosconi con su esposa y sus hijos de nueve, cinco y tres años.
A diferencia de sus ahora pares en el centro verde, él no tiene un pasado de cartonero en la calle. “Hasta hace cuatro años manejaba camiones, pero eso me obligaba a no estar nunca con mi familia”, recuerda. En el punto verde explican que esa experiencia será necesaria en breve, cuando el complejo cuente con equipos –como mulitas– para movilizar los materiales.
Mientras tanto, Marcelo trabaja en la cinta de selección separando los diferentes tipos de residuos (vidrio, hojalata, Pet, etc.) y colocándolos, por su tipo, en contenedores. Y espera con la misma ansiedad que muchos de sus compañeros cobrar su primera asignación mensual.
“Cartoneo en la calle desde los 8 años” - Andrea Silva (Integra la cooperativa Cartoneros Organizados)
Para muchas personas, trabajar un turno de nueve horas (incluida una de almuerzo) puede ser una carga demasiado pesada. Pero Andrea Silva asegura que su rutina en el punto verde de Crese “la cansa mucho menos” de lo que la fatigaban sus días como cartonera en la calle.
“Salíamos con mi papá y mi hermano a recorrer el centro, desde las 8 hasta las nueve de la noche. Acarréabamos 200 kilos de cartón, a veces para conseguir 40 pesos cada uno”, relata, confesando que esa rutina le impidió estudiar más allá de la primaria. Hasta ahora no es mucho más lo que gana por trabajar de 8 a 17 en el punto (50 pesos diarios), pero se supone que esa cifra va a aumentar con el desarrollo del sistema. Fuera de eso, Andrea asegura que el cambio es superador: “Esto es mejor porque en la calle corrés muchos riesgos, desde clavarte una jeringa hurgando en la basura hasta que te choquen o te roben. Además, hay gente muy buena que hasta te da para el criollo y la coca, pero otra te trata muy mal. Y los compradores se abusan a la hora de pagarte el cartón”, asegura.

Ver Noticia On Line


Tensiones en el arranque

Además del desafío de instalar nuevas costumbres, el gran reto del municipio al armar un sistema masivo de separación de residuos pasa por su organización. Desde el arranque aparecieron las dificultades, cuando días atrás, un sector de la cooperativa Reciclado de Inclusión hizo críticas a las autoridades. Denunció demoras en el arranque del esquema del centro; criticó la injusta ?a su criterio? inclusión en el punto verde de personal de la Fundación El Faro y reclamó para las cooperativas el manejo de la venta final de los residuos, a contramano de la idea del municipio de reservarse, a través de Crese, el control de esa fase clave del circuito.
La respuesta oficial fue que el sistema del centro debutará cuando se complete el patentamiento de los zootropos. Además, la comuna insiste en que el modo de que los grupos de cartoneros trabajen en forma armónica es que el Estado conserve la supervisión del sistema y sus ventas.
Telgopor y plástico. Hasta ahora, ese material se está vendiendo en fardos o bolsones a acopiadores mayores, que a su vez lo venden a empresas. Pero el plan es lograr en breve el trato directo con los usuarios finales del material, para obtener mejores precios: "Para eso hay que reunir grandes cantidades en forma sostenida", señala Carlos Barreiro, personal del punto.
El proyecto incluye comprar maquinarias para procesar aún más los materiales, y subir la rentabilidad. "Una idea es triturar el vidrio y venderlo a empresas que fabrican esa pintura refractaria que se usa en la demarcación vial", explica Barreiro. El telgopor ya se tritura hasta dejarlo en "bolitas", material que emplea la construcción.

Ver Noticia On Line

0 comentarios:

Buscar este blog

Blog Archive

Temas

Archivo de Blogs