25 jun 2009

El fantasma de la desertificación

La Voz del Interior (25/06/2009)
El fantasma de la desertificación

Por Norberto Ovando
Vicepresidente de la Asociación Amigos de los Parques Nacionales, experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la UICN

Las Nacionales Unidas, en una resolución del 19 de diciembre de 1994, proclamó el 17 de junio como Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Ese día marcó el aniversario de la adopción de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, que fue suscripta por Argentina en 1994 y ratificada en 1996 por el Congreso.
Cómo afecta. La desertificación afecta a más de 110 países y cada año se pierden seis millones de hectáreas de tierra productiva. La desertificación es la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas. También es un síntoma de ruptura del equilibrio entre el sistema de recursos naturales y el sistema socioeconómico que los explota.
El Banco Mundial estima que a nivel global, el ingreso anual que se pierde en zonas afectadas por la desertificación es de 42 mil millones de dólares cada año, mientras que el costo anual para luchar contra la degradación de la tierra costaría sólo 2.400 millones de dólares al año.
La desertificación no es sólo uno de los mayores problemas ecológicos mundiales; también es uno de los principales obstáculos para la atención de las necesidades básicas del hombre.
La degradación de la tierra conlleva hambre y pobreza, obligando, a las personas que viven en las zonas amenazadas por la desertificación a trasladarse a otros lugares para encontrar otros medios de sustento.
Entre los principales factores que desencadenan esta situación se encuentran la explotación insostenible de los recursos hídricos, que es causa de graves daños ambientales, incluidos la contaminación química, la salinización y el agotamiento de los acuíferos. También las pérdidas de la cubierta vegetal a causa de repetidos incendios forestales, y la concentración de la actividad económica en las zonas costeras como resultado del crecimiento urbano, las actividades industriales, el turismo de masas y la agricultura de regadío.
La desertificación no es un problema aislado, sino que está plenamente relacionado con los cambios climáticos, la conservación de la biodiversidad y la necesidad del manejo sustentable de los recursos naturales.
La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación da estas cifras:
Más de 110 países cuentan con tierras secas potencialmente amenazadas por la desertificación. África, Asia y América latina son los continentes más amenazados por la desertificación.
En la República Argentina, las zonas áridas (tierras secas), semiáridas, y subhúmedas secas representan el 75 por ciento de la superficie total del país.
América latina y el Caribe representan para el mundo una cuarta parte de las zonas desérticas y áridas con 250 millones de hectáreas afectadas por la desertificación.
Se estima que un quinto de la población del mundo enfrenta a diario los problemas asociados al impacto de la desertificación.
Un tercio de la superficie terrestre (cuatro mil millones de hectáreas) está amenazada por la desertificación.
Más de 250 millones de personas se hallan directamente afectadas por la desertificación.
Alrededor de mil millones de personas, en más de 100 países, están en riesgo.
Cada año desaparecen 24 mil millones de toneladas de tierra fértil.
El 70 por ciento de los 5.200 millones de hectáreas de tierras secas que se utilizan con fines agrícolas en todo el mundo, ya están degradadas.
Cómo actuar. Reforestar, de ser posible con especies autóctonas ya que los árboles desempeñan diversas funciones: ayudan a fijar la tierra, actúan como cortaviento, mejoran la fertilidad de la tierra, ayudan a absorber el agua durante las fuertes lluvias y reducen los impactos negativos del cambio climático.
Desarrollar prácticas agrícolas sostenibles sabiendo que las zonas áridas albergan una gran variedad de especies que también podrían ser productos comerciales importantes como las plantas medicinales. La biodiversidad de la agricultura debe conservarse. La sobreexplotación de la tierra se podrá frenar si se deja "respirar" al suelo durante un cierto período, sin cultivos ni pasturas para el ganado.
Modificar el modelo agropecuario dominante, ya que no se diseñó pensando en el interés nacional, sino en una obsesión agroexportadora que degrada la biodiversidad y la vida humana.
Hay que enfrentar el proceso de desertificación, sobre todo ahora que se está viviendo una crisis alimentaria. La investigación científica, combinada con el conocimiento tradicional, debería estar integrada por políticas y estrategias destinadas al desarrollo sostenible.

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