31 ago 2008

¿Freno a la delimitación de las costas del lago?

La Voz del Interior (31/08/2008)
¿Freno al plan para delimitar las costas del lago?



Hace tres años, la Provincia empezó a colocar mojones para marcar el límite entre los terrenos públicos y privados. Ahora, cuando llega a los barrios de mayor nivel, parece demorarse el proceso.
Villa del Dique. Los mojones que marcan el límite entre los terrenos privados y las tierras públicas, se pueden apreciar, desde hace más de un año, en los coquetos barrios residenciales de Villa del Dique, pegados a la costa del Embalse. Los caños rojos y blancos testifican lo que se denuncia desde hace años, pero que, de hecho, nunca se controló ni penó: la evidente invasión que ejercen privados sobre espacios de dominio público.
Los mojones fueron colocados por la ex Dipas (hoy Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Provincia) en la mayoría de los lagos cordobeses. En el caso del Embalse, ya rodean prácticamente todo su perímetro. Pero en algunos sitios se hizo cumplir la exigencia de hacer retirar el espacio invadido a lo que corresponde y en otros parece demorado ese paso. Llama la atención de los vecinos de la zona que son los sectores generalmente con viviendas más ostentosas y apellidos más ligados al poder político o económico donde más se demora o no se ejecuta ese trámite final.

Por primera vez
El “plan de reordenamiento territorial” fue encarado por la Provincia hace más de tres años, con el objetivo central de demarcar, por primera vez, los límites entre público y privado en perilagos y en riberas de ríos de Córdoba, para corregir eternas transgresiones y apropiaciones indebidas.
A través de la entonces Dipas (Dirección Provincial de Agua y Saneamiento), se licitó y adjudicó a empresas privadas la determinación técnica de las cotas de los lagos y la colocación de mojones, en base a coordenadas satelitales que hacen que si alguno es violado, pueda volver a ser ubicado otro en su exacto lugar.
Ese trabajo se hizo en el lago Los Molinos primero y luego en el Piedras Moras y en el de Embalse.
En el caso de Los Molinos, la tarea se culminó tal como se había anunciado: la repartición provincial procedió a limpiar las costas, desde los mojones hasta el lago, incluso erradicando en varios procedimientos patios de viviendas privadas que avanzaban sobre espacios públicos, y abriendo un camino costero que junto a los mojones pasó a marcar con claridad los límites.
En el Piedras Moras se hizo el amojonamiento pero al no haber propiedades privadas costeras no asoman puntos de conflicto.
Y en Embalse se colocaron los mojones en casi todo el perímetro y hasta se procedió al ordenamiento por la fuerza pública en algunos sitios, como en la zona del río Quillinzo, donde se corrieron alambrados de pequeños productores rurales costeros, o en Villa Rumipal, donde topadoras levantaron cercos y patios que varios propietarios de viviendas habían extendido para hacer llegar sus propiedades prácticamente hasta el agua.
Luego llegó el operativo, al menos con las marcas, a la zona donde se levantan las propiedades más costosas. Allí, no hubo movimientos correctivos por ahora. Es más, el plan parece estar frenado o al menos demorado. Es cierto que también resta avanzar en otras playas y sectores.

Patios al agua
En algunos sectores, los mojones dejan al descubierto el avance de los privados sobre el espacio público. En muchos casos, las propiedades extienden sus patios más de 50 metros sobre territorio fiscal, invadiendo con cercos vivos, pilares y tranqueras y hasta con construcciones esos sitios.
En época de sequía como la actual, con el lago bajo, no parece influir demasiado ya que queda costa pública para la gente. No obstante, cuando el espejo de agua sube su nivel, en muchos sectores no quedan playas disponibles, ya que el espacio público queda encerrado dentro de los jardines de estas viviendas, en su mayoría utilizadas sólo los fines de semana y en verano. El agua, en algunos casos, llega hasta esos mismos patios, ampliados por las franjas de terrenos fiscales tomados.
En algunos sectores, hay calles que permiten el acceso del público a las costas que son públicas. En otros no hay forma de llegar.
La falta de control durante décadas al respecto, influyó en que la modalidad de sumar más metros a los que indican los títulos de propiedad se contagiara como moda. Si bien en casi todos los casos las construcciones importantes están emplazadas dentro de los terrenos privados y del otro lado de los mojones sólo queda patio “tomado” con cercos, hay algunos casos donde piletas, canchas de tenis, quinchos y hasta alguna vivienda aparecen levantadas, lisa y llanamente, sobre lo que parece (de acuerdo a la línea de amojonamiento) espacio público.
El criterio con el que se fijan los límites entre público y privado en las costas de los lagos está basado en una fórmula que parte de la línea de cota máxima a la que podría llegar el agua en su mayor creciente teórica, según su diseño.

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¿Los incrédulos tenían razón?

La costumbre engaña. Resulta llamativo cómo puede parecer arbitrario, ilegal e irracional que un vecino cualquiera ocupe para uso propio y exclusivo una vereda o una parte de la plaza de su pueblo, pero que la vez algunos piensen que, bajo el pretexto de que es habitual, se usurpen espacios de playas públicas en lagos y ríos. Esos sitios que son de todos y a los que todos debieran tener libre acceso para disfrutar, muchas veces resultan inaccesibles. Y como las veredas y las plazas de cualquier pueblo o ciudad, no debieran serlo.
Por décadas, la falta de control del Estado (municipal y provincial) facilitó todo tipo de abusos. Tanto, que se hicieron normales.
Cuando la Provincia puso en marcha el plan de reordenamiento de costas hace tres años, el anuncio le sonó a increíble a la mayoría. Sin embargo, los mojones fueron apareciendo y en varios sitios se ejecutó tal como se había definido. Lo que era difícil de creer se hacía creíble. Pero una y otra vez aparecían los interrogantes de quienes, insaciables en su incredulidad, se preguntaban si acaso el plan llegaría a abarcar a todos, sin excepciones. Ahora está por verse si esos incrédulos pierden la apuesta.

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