12 ago 2008

Energía (nuclear), confusiones y verdades

La Voz del Interior (12/08/2008)
Energía, confusiones y verdades

Por
Hugo R. Martin
Director Delegación Regional Córdoba Asociación Argentina de Tecnología Nuclear

En un artículo publicado en este diario el 12 de julio, el director del Conicet, licenciado Carlos Debandi, efectuó una convocatoria de esclarecimiento a instituciones y actores sociales. Consiste en intentar separar las confusiones coyunturales de las verdades estructurales que se encuentran encubiertas en el tratamiento de algunos temas, que a los argentinos nos han sido presentados como disyuntivas.
Uno de esos casos es el de la utilización de la energía nuclear en el país. Es bien sabido que la minería reporta beneficios para la sociedad, implica riesgos como toda actividad realizada por el hombre y tiene costos irreparables en el ambiente por tratarse de una actividad extractiva. Pero existen situaciones diferentes en lo que respecta al mineral de que se trate, los bienes a proteger, los objetivos perseguidos y la oportunidad de realizarlas. Por tal motivo, lo lógico sería evaluar la conveniencia según un análisis costo-beneficio amplio, considerando no sólo los aspectos económicos y sociales, sino también turísticos, culturales, inmobiliarios y otros que se manifiestan en el seno de la sociedad toda.
En este sentido, el caso de la explotación de los minerales nucleares es especial. El uranio es energía y la energía es calidad de vida y, al menos por ahora, no es posible disponer de energía en el futuro próximo sin recurrir a los combustibles fósiles y nucleares. Las energías renovables, a pesar de sus reconocidas ventajas, aún no están en condiciones de cubrir el crecimiento de la demanda energética de manera confiable, económica y fundamentalmente en las cantidades masivas en que se requiere para mantener el actual nivel de vida.
Pero los combustibles fósiles son hoy en día cada vez menos apreciados, cuando se piensa en el futuro de la humanidad sobre el planeta.
Ante estas perspectivas, la energía proveniente del átomo ha recobrado nuevos bríos en todo el mundo y Argentina es parte de esta tendencia. Sin embargo, es necesario conocer la disponibilidad de Uranio en el territorio nacional y poner en marcha las explotaciones mineras correspondientes, para disponer del combustible para los reactores nucleares. Y ante las primeras acciones tomadas por el Estado nacional en ese sentido, aparece en escena una de las disyuntivas características mencionadas al comienzo de estas líneas.

Falta de confianza
Las preocupaciones que surgen de situaciones relacionadas con la minería en nuestro país pueden estar justificadas en algunos casos, pero además de los argumentos habituales relacionados con la contaminación, existen otros que parecen ser tan importantes como aquéllos. La falta de confianza de la ciudadanía en las instituciones, traducida en la desconfianza sobre el cumplimiento de los controles, el sentimiento de apropiación de los recursos naturales por parte de poderosos intereses económicos, la sensación de saqueo y depredación de los recursos naturales por quienes sólo tienen un ánimo de lucro, etcétera, constituyen algunos de estos aspectos.
Aunque desde la década del ’70 se promovió el retiro del Estado de las actividades productivas, fue recién a fines del siglo pasado en que, invocando el Consenso de Washington, los organismos responsables de la planificación y regulación de los sectores estratégicos argentinos sufrieron los embates más serios. El ente rector de las actividades nucleares en el país durante casi medio siglo, la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea), sin dudas fue uno de ellos.
Hoy, muchos años después, la falta de confianza continúa, y ya parece ser que nadie ha notado que la exploración y posible explotación de los minerales nucleares en el país es una responsabilidad del Estado nacional. Como tal, no se debería permitir la confusión, olvidando que todo país serio debe conocer acabadamente sus recursos naturales para poder planificar su desarrollo. Además, las acciones de sus organismos especializados están sometidas al control institucional permanente y, sobre todo, en sus objetivos no existe ánimo de lucro que pueda desencadenar acciones de depredación o saqueo de los recursos naturales.
Un signo de dicha renovación de la confianza se puede encontrar en la reciente aprobación, el pasado 31 de julio por el Banco Mundial, de un préstamo por 30 millones de dólares que será destinado a apoyar a la Cnea en la restauración ambiental de las minas de uranio e instalaciones asociadas, de acuerdo a estándares internacionales. Estas actividades permitirán reacondicionar el antiguo sitio de procesamiento de uranio en Malargüe (Mendoza), además de proveer asistencia técnica para el planeamiento e ingeniería de Tonco (Salta), Los Colorados (La Rioja), La Estela (San Luis), Don Otto (Salta), Sierra Pintada (Mendoza), Pichiñán (Chubut) y ex Complejo Fabril Córdoba.

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