22 jun 2008

Aguas oscuras, pero esclarecedoras

La Voz del Interior (22/06/2008)
Aguas oscuras, pero esclarecedoras

Las aguas oscuras y malolientes que cubrieron las calles de Córdoba durante casi dos semanas tuvieron un efecto revelador sobre el estado de los servicios municipales.
Antes de que avance al segundo párrafo, una aclaración imprescindible: el asunto carece de la menor elegancia y puede resultar indigerible. No tiene buen aroma, su aspecto es más bien repugnante y tal vez no sea conveniente para un desayuno de domingo.
La cuestión es que de los oscuros y malolientes líquidos que durante dos semanas cubrieron las calles de la ciudad de Córdoba surgieron datos esclarecedores sobre la realidad de una Municipalidad con enormes problemas a la hora de garantizar los servicios públicos que son su razón de ser y que quedaron relegados por la misma lógica que la condenó a agotar el 70 por ciento de sus recursos en el rubro salarios.
Cerca de 200 obstrucciones en la red cloacal hicieron que por casi 15 días, buena parte de las aguas servidas fueran a parar al río Suquía sin tratamiento. Claro que antes de ir a contaminar ese curso de agua, cubrieron las calles, salpicaron a los peatones, inundaron el Hospital San Roque, ingresaron a los domicilios prendidas de los zapatos de sus moradores o de los neumáticos de sus autos y fluyeron por los desagües pluviales. Las consecuencias que semejante dispersión de bacterias fecales implicaron para la salud de los cordobeses no se conocerán jamás, pese a que sin dudas conforman el aspecto más grave del problema.
Lo que sí está a la vista es el estado de situación que permitió que todo esto sucediera y que los ríos de líquidos cloacales continuaran fluyendo ocho días después de que se solucionara el conflicto gremial que desencadenó la crisis.
Las obstrucciones ocurrieron durante la larga medida de fuerza dispuesta por el gremio municipal (Suoem). Los empleados de Redes Sanitarias y Gas dejaron de trabajar con normalidad hace casi un mes y abandonaron por completo sus tareas durante unos 20 días, pese a la exigencia de guardias mínimas que les impone ese servicio vital. Ellos aseguran que los taponamientos fueron los habituales, sólo que se acumularon y por esa razón la ciudad terminó cubierta de materia fecal.
El municipio sostiene que nada fue normal en esta historia. El intendente lo dijo en estado de furia y después lo desdijo: habló de una mano negra y después la consideró gris. Lo que los funcionarios sostienen es que la medida de fuerza incluyó obstrucciones intencionales de la red: que los escombros y los perros muertos esta vez fueron tirados a los desagües cloacales por los propios empleados.
Ese argumento oficial resultaba atendible en medio del conflicto gremial, pero no lo fue una semana después. Los empleados de Redes Sanitarias y Gas tienen un régimen laboral diferenciado, por lo que fueron beneficiarios del aumento salarial sin ser afectados por la pérdida de beneficios que enfureció a otras áreas.
Si el sabotaje existió a la hora de generar el conflicto, esta semana bastaba con ir al predio de Bajada de Piedra y observar que ninguno de los cinco equipos desobstructores funcionaba para entender por qué no se solucionaba el problema. ¿Las roturas también fueron intencionales? Igual había que arreglarlas. Bastó con 6.800 pesos para que comenzaran a funcionar tres camiones y la situación comenzara a normalizarse.
Lo cierto es que para destinar ese dinero para repuestos, el municipio tardó una semana y antes tuvo que declarar la emergencia sanitaria. Lo que quedó de todo esto es que los camiones no podían ser reparados por las deudas existentes con los proveedores habituales de repuestos.

Es apenas una muestra
El pasivo total llega a 50 millones de pesos, se acumula desde principios del año pasado y afecta a la enorme mayoría de los proveedores. Además de financiar el desmadre salarial, todo indica que esas empresas que proveen de bienes y servicios al municipio, encima deberán resignarse a cobrar en bonos. Nadie más que el Suoem puede suponer que sea gratuito destinar 70 por ciento de los recursos a sueldos.
La otra paradoja que desnudó la crisis de la red sanitaria se vincula con el número y la distribución de los empleados municipales. Hace dos años, el área de mantenimiento de redes contaba con 56 empleados. Ahora son 49. En el medio, la Municipalidad de Córdoba sumó al menos tres mil agentes sin corroborar siquiera que alguno tuviera los conocimientos técnicos necesarios para integrar las dotaciones de las áreas operativas. ¿A qué se dedican los nuevos empleados si no están donde la ciudad los reclama a gritos? Se trata de un enigma hasta ahora insondable.
No es atribuible a la gestión Giacomino el número de empleados ni el desfinanciamiento municipal por el incremento de la masa salarial. Pero lo cierto es que seis meses parecen tiempo suficiente para cambiar algunas cosas y que son demasiados los mecanismos que funcionan al revés si el municipio tarda ocho días para liberar los 6.800 pesos que permitan comprar los repuestos de tres camiones.

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