24 abr 2008

¿Qué se oculta entre los pliegues?

La Voz del Interior (24/04/2008)
¿Qué se oculta entre los pliegues de la basura?

Susana Parés - Profesora de Derecho Administrativo. Especialista en Gestión Económica de Servicios Públicos

Los cordobeses merecemos un pliego acorde con nuestra tradición progresista, contestataria y precursora.
Hemos asistido a la audiencia pública convocada con motivo de la contratación –por concesión– de la recolección de la basura. La importante presencia de asistentes y de inscriptos (institucionales y personales) para exponer dudas y aportes ha puesto de relieve el interés que la contratación despierta.
En esta oportunidad queremos centrarnos en algunas cuestiones puntuales que deben ser conocidas por el pueblo de la ciudad por cuanto no aparecen destacadas en el contexto general y pueden pasar peligrosamente inadvertidos y tener consecuencias potencialmente riesgosas:
1. Veedores vecinales. El pliego prevé que a través de veedores vecinales se efectuará el contralor de la prestación del servicio de barrido y limpieza. Los veedores serán voluntarios, ad-honorem, se inscribirán en un registro con la sola condición de tener una residencia de dos años en el lugar que “aspiran controlar”. Como contrapartida, la Municipalidad los capacitará y, además, estarán provistos de una credencial que acreditará su condición.
El alto costo que el erario municipal deberá afrontar, originados en los bolsillos de los contribuyentes, para sostener este contrato no puede ser controlado a través de un pretendido sistema de “veeduría municipal”. Resulta poco consistente que el control del efectivo cumplimiento de las cláusulas contractuales quede en manos de personas que no pertenecen al ámbito municipal y no tengan ninguna relación jurídica con ella, no resulta fundado ni ajustado a derecho, máxime cuando se prevé sumar otros servicios para que los veedores controlen. En esa ruta, el Defensor del Pueblo de la Provincia va a tener menos atribuciones que los veedores.
Sin duda, el sistema de veedores que se pretende implementar demuestra a la claras que el municipio quiere un sistema de información diverso al que lo propios pliegos establecen (sistema de llamada gratuita 0-800 monitoreado por el municipio por ejemplo, o la comisión que se reunirá mensualmente) y a todos los sistemas de reclamos que las normas vigentes y la Constitución ponen en mano de los ciudadanos. También parece desconocer a otros entes que resultan válidos y están legalmente organizados y funcionan como efectivas cajas de resonancia de las protesta o disconformidades sociales. (organismos de defensa del consumidor, centros vecinales, los CPC, centros de jubilados, cooperadoras escolares, centros de salud, sólo por mencionar algunos). A fuerza de abundar hay que preguntar si este sistema se sostiene constitucionalmente, rotundamente no.
Entregar una credencial oficial a un vecino sin exigir nada más que residencia, es una decisión al menos desmedida, por no decir peligrosa. Sin duda, los pliegues (perdón los pliegos) quizá tengan en este punto otra finalidad, que resulta imposible imaginar, pero un saludable ejercicio de memoria nos hace acordar de “vigiladores”, “manzaneros”, “fisgones”, “espiador”. ¿O serán “cuadreros”, por lo de cuadra.
Claro, y la duda nos lleva al diccionario de la Real Academia, que para el término veedor en su primera aceptación dice: “que ve, mira o registra con curiosidad las acciones de los otros”. ¿Y qué significa curiosidad?: “deseo de saber o averiguar alguien lo que no le concierne...”
Nobleza obliga, debe señalarse que veedor tiene otras acepciones, pero señores, un controlador con chapa y sin requisitos no se compadece con mecanismos de contralor del servicio que se ha llamado por licitación internacional, ni con el sistema democrático en el que aspiramos a vivir.
2. Los cestos de la basura: El pliego prevé que el concesionario en la zona que le sea adjudicada debe proveer cinco mil cestos de basura. Pero es del caso que el municipio ha llamado a licitación para la provisión de 800 cestos con un precio oficial de 425 pesos cada uno. Si se va exigir la provisión de los cinco mil al concesionario de la basura, no luce claro la razón de contratar en este momento estos 800. Resulta además contradictorio que por 800 cestos se llama a licitación a un valor unitario 425 pesos y al concesionario, por el solo hecho de serlo, se le adjudica la provisión en forma directa de cinco mil recipientes de basura.
3. Inclusión. El municipio tiene la oportunidad histórica de hacer de estos pliegos un verdadero proyecto de inclusión, estableciendo la obligación al concesionario de contratar proporcionalmente, personas con capacidades diferentes, mujeres, madres de familias, jefas de hogar.
Armar proyectos de talleres protegidos , donde los residuos voluminosos y restos de obra, entre otros, sean efectivamente reciclados tanto por personas llamadas discapacitadas como recolectores urbanos, llamados “carreros”, que son los grandes excluidos del proyecto.
Los cordobeses merecemos un pliego acorde con nuestra tradición progresista, contestataria y precursora.

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