11 nov 2007

La atómica no se va

La Voz del Interior (11/11/2007)
La atómica no se va



La historia de la relocalización de la planta de la empresa de capitales estatales Dioxitek, que elabora el combustible para las centrales nucleares de Atucha y Embalse, ubicada en el barrio Alta Córdoba de la ciudad de Córdoba, lleva ya 13 años y recién concluiría en 2011, la última fecha que establecida para el traslado. Antes hubo otros plazos que no se respetaron.
El reclamo comenzó en 1994, cuando vecinos de La Fraternidad denunciaron la contaminación provocada por la planta de la Comisión Nacional de Energía Atómica, ubicada en la calle Rodríguez Peña al 3200.
Desde ese momento comenzó una historia de idas y vueltas que incluyó varias promesas de reubicación, conflictos judiciales y rechazos de las comunidades nombradas como posibles destinos de la planta.
En 1995, la Municipalidad de Córdoba, con Rubén Martí como intendente, se metió de lleno en el conflicto de Dioxitek. Luego de una fuga de uranio, el municipio pidió un informe y ese mismo año, firmó con la CNEA un convenio para solucionar las cuestiones ambientales, estableciendo un cronograma para el traslado que concluiría en febrero de 1998. El primer lugar a donde se iba a trasladar la planta fue Falda del Carmen, pero una rápida medida de las autoridades de ese pueblo lo impidió.
El traslado también debía incluir el “chichón”, un enterramiento de entre 20 mil a 30 mil toneladas de residuos nucleares que se realizó 30 años atrás en el predio de Alta Córdoba. Esos desechos iban a ser trasladados a las antiguas minas de uranio de Los Gigantes.
Ese mismo año se sancionó en Córdoba la ordenanza 9652, que prohibió la actividad atómica en la ciudad, dándole hasta febrero de 1998 a la CNEA para que cumpla con lo firmado en 1995. Como no cumplió, en 1998 el municipio pidió la intervención de la Justicia federal y amenazó con clausurar la planta. Así se llegaba al punto más álgido de la disputa.
Durante todo ese año, los funcionarios municipales visitaron reiteradas veces la planta y hubo fuertes acusaciones de parte de Martí en contra de la empresa, al mismo tiempo que los trabajadores se movilizaban para preservar su fuente laboral.
Hasta se anunció que dejaría de producir a fines de agosto de ese año, y que se cerraría en 1999 para trasladarla a Despeñaderos. Pero el tiempo pasó, y en el 2000, otra ordenanza estableció que la planta debía cerrar en 2001. Ese año, Dioxitek nuevamente aseguró que para fines de mayo anunciaría la nueva sede, ya que la comunidad de Despeñaderos se oponía a la radicación.
Como de costumbre, la empresa no cumplió, y en 2004 se anunció que iba a seguir produciendo hasta que se relocalizara, esta vez en San Rafael, Mendoza. En julio de este año, la Universidad Tecnológica Nacional y Dioxitek firmaron un acuerdo para que la UTN estudiara las posibles ubicaciones de la planta. Esta vez, el plazo vence en 2011... ¿Se cumplirá?

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